Este dicho es muy certero,
el barro se reblandece,
del cántaro que envejece
y raja su cuerpo entero.
Por más que el barro se queme
en el fuego de la hornilla
sigue siendo simple arcilla,
su dureza no es perenne.
Y esa obra fenomenal
hecha de barro cocido
se quebró por haber ido
mil veces al manantial.
Así se le están quebrando
las ollas a este gobierno
porque ya se le hizo eterno
que nos esté gobernando.
La olla más productiva
ya se le está derramando,
el pueblo la está quemando,
pobre patria tan sufrida.
Y es que por dondequiera
hay aumento tras aumento,
el pueblo no está contento
con un sueldo de miseria.
Ochenta pesos al día
es el mínimo salario
por diez horas de calvario
trabajando en factorías.
Con eso pagas la renta,
paseos, comida y vestido,
nuestro pueblo ha resistido,
raza sufrida y hambrienta.
Y a pagar pronto el predial,
gasolina, agua y las placas,
con tanto aumento te aplacas,
no queda pa’ir al congal.
Hay castas privilegiadas,
han usurpado el poder
y ahora lo ven arder
y pueden quedar sin nada.
Alberto Torres B.
Tijuana, B. C.