La literatura desde Argentina ha perdido a una gran voz. Ricardo Piglia falleció el 6 de enero de 2017 a la edad de 75 años (24 de noviembre de 1941).
Aunque en vida no le fue concedido el Premio Cervantes ni el FIL de Literatura en Lenguas Romances, Piglia ocupa un merecido lugar en las letras universales y, por supuesto, en sus lectores.
Entre otros títulos, legó a la literatura universal las novelas “Respiración artificial” (1980), “La ciudad ausente” (1992), “Plata quemada” (1997), “Blanco nocturno” (2010) y “El camino de Ida”.
Complementan la biblioteca de Piglia los volúmenes de cuentos “La invasión” (1967), “Nombre falso” (1975) “Prisión perpetua” (1988) y “Cuentos morales” (1995).
En el rubro de ensayo, publicó “Crítica y ficción” (1986), “Formas breves” (1999) y “El último lector” (2005).
Recibió premios como el Iberoamericano de las Letras “José Donoso” (Chile, 2005), De la Crítica (España, 2010), “Rómulo Gallegos” (Venezuela, 2011), Iberoamericano de Narrativa “Manuel Rojas” (Chile, 2013) y Formentor de las Letras (España, 2015), entre otros.
Su libro más reciente es “Antología personal”, que editó el Fondo de Cultura Económica (FCE, 2014) en México y Argentina, donde destacó su selección de textos:
“La heterogeneidad, el cambio de registro, los distintos estilos son para mí un primer dato que identifica el carácter personal de esta antología y no su contenido o su valor. He elegido los textos porque los siento cercanos, aunque han sido escritos a lo largo de varias décadas: son ficciones, ensayos, notas autobiográficas, intervenciones públicas que elaboran y registran imaginariamente experiencias vividas”.
En alguna parte de “Ernesto Guevara, el último lector”, texto incluido en “Antología personal”, Ricardo Piglia sentenció:
“Hay una tensión entre el acto de leer y la acción política. Cierta oposición implícita entre lectura y decisión, entre lectura y vida práctica. Esa tensión entre la lectura y la experiencia, entre la lectura y la vida, está muy presente en la historia que estamos intentando construir. Muchas veces lo que se ha leído es el filtro que permite darle sentido a la experiencia; la lectura es un espejo de la experiencia, la define, le da forma”.