Consultoría Matrimonial y Familiar
Varios son los motivos y causas por lo cual algunas familias se encuentran dispersas, mas sin embargo poco se da cuenta uno de ello si no es por la época de Navidad como la que acaba de pasar, y esa es una de las razones por las cuales muchos se deprimen en esas fechas. El no convivir en la Navidad hace que la gente no disfrute ni les guste Navidad ya que el recuerdo de la unión familiar está patente, porque tan solo convivir es más que suficiente para que todo mundo se sienta a gusto y feliz.
Pensemos cuando pequeños los hijos y en ocasiones primos convivían en casa por estas fechas, obviamente donde se encuentran los padres en el mejor de los casos, esperando que llegue Santa Claus o en el intercambio de regalos de los mayores, que se vuelve un ritual y que cada año se espera con impaciencia y ser la época que más disfrutan y si no es en casa de los padres quizás en la casa de los abuelos de los niños y/o en la casa de los suegros volviéndose costumbre que año con año estén todos reunidos.
Por supuesto que esto se da en familias más o menos bien avenidas, completas y unidas, pero hay de tantas otras que les resulta difícil esa convivencia, ya sea por pleito entre hermanos, divorcio de los padres, cambios de domicilio hacia otros lugares, inclusive pleitos entre los mismos primos pequeños que por razones que ellos solo saben piden a sus padres no convivir con toda la familia y donde si se logra todo esto se vuelve una bendición de Dios porque precisamente eso es lo que se festeja, el nacimiento de Jesús, su hijo.
Pensemos otro caso típico, padres divorciados en que los hijos no pasan Navidad por lo general con el padre, pero no es tan solo con él, están los abuelos, los primos, tíos, etc., ya que todos sufren la ausencia de ellos.
Otro caso típico, cuando las reuniones eran en casa de los abuelos, mueren ellos y ya los hermanos adultos, tíos no se esfuerzan en reunirse entre ellos ya que pretenden como cosa natural hacer su propio festejo con sus hijos y quizás con sus suegros, amistades u otros parientes, y así seguiría ejemplificando la dispersión familiar cuando faltan los padres lo que ocasiona que ese tipo de reuniones vayan dejando de ser lo que en principio era un ritual casi sagrado y de ahí vienen otros tipos de festejos que trascienden en igual forma, cumpleaños, primeras comuniones, graduaciones, bodas, etc.
En todo tipo de esas reuniones siempre hay alguien que es cabeza, que se toma el compromiso de reunir a todos al esforzarse porque así sea aunque en él no recaiga toda la responsabilidad, pero finalmente es el promotor; pero cuando suceden casos como los antes comentados cae el desánimo, y nadie se quiere hacer responsable, u otros no quieren poner su casa para festejar o simplemente hay diferencias entre las esposas, primas o quien sea que no acepta tener esa responsabilidad, como de hacer, preparar o comprar la comida y cuando la primera vez pasa ya las posteriores con mayor razón, o sea que solo piensan en ellas y no en sus hijos que dejarán de compartir esos momentos con su primos, tíos o hasta los propios hermanos. Triste y lamentable.
En la Navidad pasada creo que algunos se dieron cuenta de algo similar en esas familias dispersas, separadas o alejadas y que no tuvieron la oportunidad de convivir, de festejar, de ser felices porque a veces la condición humana es tan desgraciada que solo se piensa en uno y no en los demás. El egoísmo impera y otros son los que sufren, o en el peor de los casos ellos mismos que por sus actitudes también, sufren la ausencia de amor que se manifiesta en esos días, como dice mi hijo Andrés (SD), “así es la vida, papá”.
Gracias como siempre a mis dos que tres lectores deseándoles que este nuevo año 2017 logren las metas propuestas, los sueños se realicen, pero lo principal: salud, dinero y amor. Un abrazo bautista46@hotmail.com
El Licenciado Roberto Bautista reside en Tijuana, B.C.