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jueves, febrero 15, 2024
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Salarios de hambre (Primera de dos partes)

“Si en sus conflictos diarios con el capital los obreros cediesen cobardemente, se descalificarían sin duda para emprender movimientos de mayor envergadura”. (C. Marx. Del opúsculo: Salario, Precio y Ganancia)

 


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El pasado 1ro de diciembre el Estado burgués anunció que para el próximo año, 2017, la clase trabajadora recibirá 7 pesos de aumento en su salario diario. Y agregó que dicho aumento “tan alto” no se había otorgado a la clase trabajadora desde hace 40 años. ¡Inaudita desvergüenza de los explotadores!

7 pesos de aumento al salario mínimo es una miseria. Es un crimen. Pero de acuerdo con la clase patronal es un “gran aumento” comparado con los últimos aumentos salariales que fueron de alrededor de 2 y 3 pesos diarios al salario mínimo del obrero.

Surgen las preguntas: ¿Por qué los explotadores conceden aumentos salariales tan raquíticos a los trabajadores? Y ¿por qué la clase obrera no se rebela ante esta afrenta? La respuesta es clara. Es la falta de unidad y de organización de los trabajadores lo que hace que éstos permanezcan inmóviles ante este criminal atropello.


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Este marasmo se debe a la falta de un verdadero Partido Comunista Obrero que concientice a los trabajadores; que los agite, organice y los levante a la lucha. Sin tal Partido la disposición a forcejear con la patronal es nula. A los sumo sus reclamos, si los hubiera serían locales y débiles; esporádicos, espontáneos o intrascendentes. Y se convertirían –sus reclamos– en una lucha economista sin perspectiva política revolucionaria.

El gran maestro de la clase obrera mundial Carlos Marx decía que los trabajadores cuentan con algo muy grande a su favor en el combate contra sus enemigos capitalistas, y esto es la cantidad. Pero, agregaba Marx que la cantidad no pesa en la balanza si ésta no está acompañada de la unidad.

La clase obrera de México es una de las más grandes del mundo. Los obreros mexicanos suman millones y están concentrados, como soldados rasos, en gigantescos parques industriales.

La unidad, la acerada unidad de los trabajadores es la condición sine qua non para poder triunfar sobre los esclavistas contemporáneos. Si entre los millones de trabajadores no existe unidad, si no hay organización, si no hay lucha combativa, los explotadores solo migajas les arrojarán.

El trabajador inconsciente alejado de la política proletaria comunista, recogerá los mendrugos y pronunciará la consabida y repugnante frase: “Peor es nada”. Eso es lo que busca la patronal con tales aumentos salariales, granjearse la buena voluntad de la clase obrera. Con migajas. Así, sin presión, en sana paz, sin huelgas, sin lucha exaltada, la clase patronal, le concede, cada inicio de año, unos cuantos pesos más a sus esclavos. ¿No es esto oprobioso?

Los obreros que no se organizan y que no luchan, solo limosnas de aumento salarial han recibido de la burguesía. Siempre.

Las migajas más minúsculas, más miserables fueron, más o menos, a partir de los 80’s. Antes de esa década el entorno sociopolítico era algo favorable para el proletariado, lo que obligó a que la burguesía concediera mendrugos no tan mezquinos como los otorgados en las últimas décadas. Recordemos que hasta el reaccionario ogro priista cetemista Fidel Velázquez, en la década de los 70, varias veces amenazó a la patronal con la huelga general nacional, para que se elevaran los salarios de los trabajadores. Claro, era solo un bluff del maldito charrismo sindical. Huelgas que nunca se llevaron a cabo. Era solo distracción para atemperar los ánimos exaltados de los trabajadores.

Después de la década de los 70, la clase obrera se sumió en un letargo sepulcral del cual, hasta la fecha, no ha salido, en términos generales. Solo una que otra huelga local, esporádica y espontánea, como la de los obreros de SICARSA, de Michoacán, la de los choferes de Ruta 100 del D. F., los mineros de Cananea y los obreros agrícolas de San Quintín, Baja California.

Huelgas económicas que fueron dirigidas por reconocidos neo charros, como Napoleón Gómez Urrutia, por reformistas burgueses y por pseudo comunistas. Quienes en lugar de esforzarse por transformar la huelga económica local en huelga política nacional y atizar la ira proletaria contra el Estado burgués sofocaron el fuego de la clase trabajadora.

Continuará…

 

 

Javier Antuna

Tijuana, B. C.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Francisco Navarro Fausto Francisco Navarro Fausto francisco 9 francisco@zeta.com
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