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miércoles, febrero 21, 2024
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Evitar la guerra…

Era 1989, y una parada obligada para los candidatos a gobernador del Estado en Tijuana, era el bordo. La línea de tierra que corre paralela a la Avenida Internacional, que por entonces también era conocida como “tierra de nadie”. Las fotografías que quedaron para la historia, muestran ahí a Ernesto Ruffo Appel, a la postre el primer gobernador panista en la vida política del país, o a Martha Maldonado Cepeda, abanderada que fue por el entonces naciente Partido de la Revolución Democrática.

Entrar al bordo requería de algo de valentía y mucha protección. No había dos muros como los que hoy protegen el territorio estadounidense de cruces irregulares. Lo que sí resaltaba eran las lonas azules que cubrían los hechizos puestos de comida. Tacos, elotes, tortas, tamales, champurrados, café, sodas, todo tipo de alimentos y algunos productos para sobrevivir la noche o el día en la tierra de nadie, antes de cruzar, a salto de mata, la línea divisoria entre México y Estados Unidos, para adentrarse al sueño americano.


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Para quienes recuerden el contexto, aquello era un tianguis popular, con fogatas y hasta música. La antesala del acceso sin documentos al vecino país. Las carreras para sortear a la migra, a los agentes de la Patrulla Fronteriza que vigilaban desde sus unidades con focos encendidos para divisar en la oscuridad de la noche a los migrantes mexicanos o centroamericanos que escogían esta ciudad, por las bondades del clima y el fácil acceso terrestre a la Unión Americana.

Precisamente a finales de aquel 1989, inició la construcción del muro como lo conocemos. Una pared de metal con rieles unida por pernos al calor de un fuego consumidor. Cientos de piezas de hierro oxidado por el tiempo en desuso. Las placas metálicas utilizadas en la elaboración del muro en Tijuana están numeradas, tienen historia. Entre todas, formaron pistas acuáticas de aterrizaje para los aviones de la fuerza aérea estadounidense en la guerra de Vietnam (1955-1975). Se utilizaban para suministrar a sus soldados cuando no era posible, debido a los enfrentamientos, aterrizar.

Una vez concluida la guerra, las pistas fueron desmanteladas y el material trasladado a Estados Unidos, donde fue inventariado y guardado en una bodega de la Fuerza Aérea. Ahí estuvo hasta que a finales de la década de los ochenta, y cuando abordaban el tema de reforzar la frontera sur de Estados Unidos con la norte de México, ante el creciente cruce de indocumentados, algún General recordó las pistas almacenadas. Sugirió entonces, que aquellas placas metálicas fuesen utilizadas para construir el muro que hoy conocemos y vemos todos los días quienes vivimos en Tijuana, o los viajeros que aterrizan en el Aeropuerto Internacional “Abelardo L. Rodríguez” de esta ciudad.


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Concluido el muro metálico, antes de 1995, los estadounidenses ya habían erigido otro muro. Éste de concreto. Columnas que evocan una fortaleza. Explican que el muro de metal es para detener el tráfico de personas, y el de concreto para impedir el cruce de vehículos.

Con ese escenario hemos convivido los bajacalifornianos por más de 20 años. 28 años si consideramos la construcción del muro metálico en las fronteras de Tijuana. Tecate y Mexicali, y 23 años a partir de la edificación de las columnas de metal.

Pero ni una ni otra muralla ha impedido la entrada de personas sin documentos acreditados para internarse a Norteamérica. Tampoco ha disminuido el tráfico de drogas, particularmente cocaína, marihuana, cristal, heroína y metanfetaminas. Ni la contratación de miles de agentes fronterizos ha sido suficiente para disminuir estos fenómenos criminales y sociales. De igual manera, los muros y las revisiones no han impedido a los cárteles de la droga cruzar a México vía Estados Unidos, dinero ilícito y armas ilegales en el país.

Los muros, uno de ellos incluso allende la costa marítima tijuanense, tampoco han evitado las relaciones comerciales entre empresarios de ambas fronteras. Ni las relaciones académicas, mucho menos las oportunidades laborales. El problema no son los muros.

Esta guerra de declaraciones y afrentas que han iniciado el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el de México, Enrique Peña Nieto, a partir de la amenaza y acción para construir un muro por parte del norteamericano, y la negativa del mexicano a que este país lo pague, podría desencadenar enfrentamientos de mayor calado y preocupación para ambas naciones.

La cancelación de la gira a Washington por parte de Peña, y la reacción caprichosa de Trump, podrían llevar a este último a medidas más extremas para castigar a México. Acciones que pondrían en peligro las relaciones diplomáticas entre los dos países, y lo que es peor, las relaciones comerciales.

México no será el único afectado con ello. Los consumidores estadounidenses también saldrían perjudicados con el alza de precios por el incremento de impuestos a las importaciones en su país, o por la obligatoriedad de abrir plantas de aquel lado de la frontera con una mano de obra cara.

Lamentablemente los mexicanos poco podemos hacer contra las decisiones que está tomando el Presidente norteamericano, pero sí podemos exigir al de México, acciones concretas y posiciones claras, más allá de reaccionar ante los caprichos del mandatario vecino, o hacer de Twitter la vocería oficial de la Presidencia de la República.

Más que entrar en una guerra mediática por el muro, por el pago o no de la obra, el Presidente de México debería elevar el diálogo e iniciar negociaciones con otros países, y comenzar a tratar a Estados Unidos de la misma manera. Llamando a las compañías extranjeras a quedarse, o aplicarles las leyes fiscales a la letra. O haciendo propuestas que no puedan rechazar, estructurando un programa para promover y desarrollar la inversión, el comercio y el consumo interno. Y dejarse de gasolinazos.

Es momento que el Presidente Peña se aleje del muro y comience a pensar y actuar en consecuencia como el “estadista” que dice ser. Que entienda de una vez, que el problema no es el muro. Y que respondiendo con caprichos, ocurrencias o siguiéndole las payasadas a Trump, logrará muy poco. La cuestión es enfrentarlo con acciones dentro y fuera de este país. Pero ya. En lo que construyen su tercer muro, y antes que esto escale de un enfrentamiento verbal, a una guerra comercial.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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