Pocas personas tienen (el valor), la virilidad (valor) de darse el tiempo, las horas, al compás de música suave y un sorbo de café o té, para escribir. Sacar y poner en tinta y papel lo que se tiene a la memoria o ya lo tenía agendado. Apretar el puño derecho y hacer que pinte el instrumento bolígrafo para dar forma a una carta, escrito, que alguien leerá.
Escribir es distracción, alegría, desahogo, fuerza, eco, compromiso y cuidado y precaución. Hay que saber qué se escribe, a quién y por qué. A como están los atentados a escritores y periodistas, no está demás al escritor empírico y casero que se da valentía y virilidad de escribir.
Escribir es hablar, pausar, meditar, echar la mente a imaginar. Conectar el mundo móvil, al mundo escrito. Hay escritores valientes que han hecho época y eco, ya murieron, pero su voz revive de la tumba cada que leen algunos de sus éxitos, de su legado, de su virilidad, de su pasión a la que inspiró sus letras y escritos.
Escribir es un arte, hay que saber dar firma cabal y entendimiento a lo que se está haciendo. Escribir es abrir la mente, detener el puño y conjugar palabra por palabra para dar forma a lo que se está haciendo. Hacer viajar la mente, ver para el techo, la silla, ver la orilla de la taza de café (si fuma el escritor) dar una succionada al tabaco o puro. Ver el librero lleno de literatura buena. Hacer un viaje veloz, a lo más lejos del mundo, y que el puño derecho no titubee a lo que se empeñó, virilidad al escribir, pasión.
Cuando ya está el hábito al escribir, nada tal, lo detiene, escribir es relajar la mente, darle cabida a un momento a poner la memoria, a totalizarla en el puño y en la hoja con renglones, es el momento de saber y sacar lo mejor de uno como escritor, profesional y empírico, casero o de hobby, gustar lo que hace.
Al que le gusta escribir, debe mejorar cada que hace un mensaje escrito. Escribir es conectarse con el mundo, hasta donde haya llegado, ese papel con letras, que quien lo redactó lo hizo con ganas, al saber cada escrito es nuevo, y generará pensamientos y conclusiones, al lector.
Entonces digo, escribir es virilidad (sea hombre o mujer), sin censura y tapujos, con la libertad de expresión que el pueblo necesita, la virilidad del escritor.
P.D. Virilidad también es valentía, okey.
Leopoldo Durán Ramírez
Tijuana, B. C.