“La irritación puede convertirse en algo muy difícil o llevar a que una buena parte de los mexicanos diga ‘bueno, pues me voy al crimen organizado, al desorganizado o al vandalismo’; porque si roban los de arriba, ¿por qué no van a robar los de abajo?’, advirtió el investigador en entrevista con ZETA
“El gasolinazo es la gota que está derramando un vaso que ya estaba lleno”, refirió contundente el Profesor Emérito de El Colegio de México (COLMEX,) Lorenzo Meyer, en entrevista con ZETA, tras el aumento de las gasolinas por el gobierno de Enrique Peña Nieto hasta en un 20 por ciento en algunas regiones del país a partir del primero de enero de 2017.
Para empezar, Meyer se refirió también al vandalismo y saqueo en diversas entidades del país como en el Estado de México, que desvirtúan el descontento social:
“Se señala que en el Estado de México los que están saqueando son también miembros de organizaciones como Antorcha Campesina o Antorcha Popular que yo ni sabía que existía, pero la Antorcha Campesina es viejísima y está ligada a los Salinas, si mal no recuerdo. Entonces, estamos en un río revuelto en el que quizá haya varios pescadores del propio Partido Revolucionario Institucional (PRI) que están moviéndose el piso los unos a los otros”.
En contraparte, el Investigador Emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SIN) valoró:
“La manifestación de enojo de los que no están movilizados por esas razones oscuras de políticas priistas, ése es el gran México, ése sí está muy molesto; creo que está dispuesto a seguir manifestando su repudio, pero no hay canales para llevar esta energía, porque el estallido del enojo es una forma de energía política que puede canalizarse por vías pacíficas y constructivas; no es fácil, pero también se puede ir por las destructivas”.
Meyer enfatizó: “Creo que se está jugando de manera no solo peligrosa, sino irresponsable, con la estabilidad social. Las sociedades son siempre muy conservadoras, todas han sido conservadoras y raras veces estallan para destruir un régimen, por eso las revoluciones han sido tan raras, y la mala estabilidad es lo más común”.
“El Estado de Derecho no existe”
El autor de “Distopía mexicana. Perspectivas para una nueva transición” (Debate, 2016), analizó el aumento de la gasolina a partir de los dichos de Enrique Peña Nieto al anunciar que el “ajuste” “no es resultado ni de la Reforma Energética ni de la Reforma Hacendaria”:
“El gasolinazo se da en un entorno muy poco propicio para que el ciudadano normal acepte la explicación de Peña Nieto, es una explicación bastante sencilla, dice ‘esto no se debe a ninguna de las cosas que yo he hecho, se debe a factores externos sobre los que yo no tengo ningún control que es el precio mundial del petróleo, y bueno, los entiendo en su enojo a ustedes ciudadanos mexicanos’; bueno, sí, Peña Nieto nos entiende, ¿y? No hay nada más”.
Lamentablemente, el contexto mexicano no es el propicio:
“Es un entorno donde la clase política no ha sabido dirigir al país, donde ha dado muestras repetidas hasta el cansancio de su falta de honradez, de su falta de probidad, de su irresponsabilidad, donde la solidaridad entre el gobernante y el gobernando simplemente no existe”.
Y lamentó:
“Hay dos México: uno al que se le carga directa e indirectamente el gasolinazo, y otro, el que manda, el que tiene el poder, al cual se le blinda en los efectos de todo esto. Peña Nieto señala que si no se hubiera tomado esta decisión hubieran sido peores las consecuencias, no nos explica por qué hubieran sido peores, pero tampoco nos explica por qué se tuvo que llegar a esta situación, en un país que durante mucho tiempo fue el productor de petróleo que estaba destinado al mercado interno, que era autosuficiente prácticamente en combustibles”.
Por supuesto, el aumento al precio de la gasolina surge también en un Estado de Derecho inexistente:
“Esta política energética que prometió una solución de fondo al problema privatizando, en lo único que ha terminado es de que por un lado la riqueza petrolera ganada por la Revolución, lograda absolutamente por el General Lázaro Cárdenas y su gobierno, se ha ido perdiendo, diluyendo; el Estado mexicano perdió porque no hay quién lo defienda; y por otro lado se dijo iba a responder a esas políticas abaratando los insumos, no lo ha hecho. Se ha concentrado el ingreso, el Estado de Derecho no existe”.
Hacia 2018: “El discurso va a seguir siendo como el de EPN: ‘yo los entiendo, les pido solidaridad”
Dos años cruciales experimentará el país durante 2017 y 2018; primero la elección gubernamental del Estado de México de donde salió Peña Nieto, rumbo a la elección presidencial:
“Viene este año la elección del Estado de México que es muy importante; supongamos que vuelve a ganar el PRI que ha ganado desde 1929, pero aun si gana no va a ser un PRI capaz de convencer, sino más bien generar las maquinarias, las sinergias, la falta de oposición, la dispersión de la oposición, la falta de opciones, y dejará que ese malestar colectivo siga hirviendo, siga inconforme con la situación, con los liderazgos, consigo mismo”.
— ¿Cómo serían estos últimos 23 meses que le quedan al gobierno de Enrique Peña Nieto?
“Serán entre la mediocridad y la administración donde no hay confianza, hace falta legitimidad. Estos 23 meses o los que quedan son gobiernos sin legitimidad, gobiernos de las sinergias, gobiernos de los intereses creados, gobiernos donde no hay ya nadie realmente responsable de lo que pase, un poco la salvación individual, cada quien, el Presidente a sus casas blancas, Videgaray a sus casas Malinalco que le queden al estilo del gobernador de Veracruz tratando de acumular de una manera patológica riqueza mal habida, importarle un demonio el destino colectivo aunque el discurso va a seguir siendo como el de Peña Nieto: ‘yo los entiendo, les pido solidaridad, les aseguro que el futuro será mejor’, un discurso sin sentido”.
Meyer concluyó:
“México es una nación que no tiene proyecto, vamos viviendo al día y a ver cómo administramos el desastre y cómo sobrevivimos cada uno de nosotros a ese desastre; entonces la irritación puede convertirse en algo muy difícil, o llevar a que una buena parte de los mexicanos diga ‘bueno, pues me voy al crimen organizado, al desorganizado o al vandalismo’; porque si roban los de arriba, ¿por qué no van a robar los de abajo?”.