Hugo Chávez llegó al poder gracias a que fue electo presidente, pero la construcción de la candidatura que lo llevó al triunfo comenzó a edificarse cuando siendo un mando medio del ejército venezolano, fracasó en un intento de golpe de estado contra autoridades electas pero deslegitimadas por el desprestigio generado por la corrupción y la ineficiencia.
Una vez instalado en el poder la confrontación con las élites fue la marca de su gobierno, que se expresó en la instauración forzada de su República bolivariana, idea “superior” que ubicaba como enemigo de su éxito a una entremezclada élite de funcionarios públicos y empresarios voraces. Unificando a sus huestes de desposeídos y soñadores en oposición a esos enemigos internos, y a los Estados Unidos como patrocinadores. El resultado de su estrategia fue la reelección consecutiva de Chávez y una República en el enfrentamiento permanente, enfrentamiento caracterizado por la estridencia de todos los actores involucrados.
La oposición derechista venezolana, en una actitud muy chavista, ha sido más que consistente en afirmar que su lucha es heroica, pues, según ellos, combaten a una dictadura. En el fondo, su “percepción” se basa en la pérdida de privilegios ilegítimos de una oligarquía con gran influencia en los medios de comunicación que alienta a una oposición estridente y en muchos casos violenta.
López Obrador, en México ha sido crucificado mediática-mente y todavía no rompe un vidrio, no se diga tomar calles con barricadas y fuego, apedrear policías, complotar inestabilidad económica como reiteradamente lo ha hecho la derecha venezolana.
El hecho es que pudieron hacer cualquier barbaridad sin pagar costos muy altos. No hubo ni muertos ni desapariciones forzadas como en las viejas dictaduras latinoamericanas, más bien, hubo elecciones que ganaba el chavismo en distintas medidas, pero siempre compartiendo el poder territorialmente con la oposición, como sucede en las democracias.
Lo que sí hizo el chavismo, para escándalo de las almas puras de las “democracias” que invaden territorios, hurtan petróleo, y bombardean comunidades, fue retirar la concesión a un canal de televisión, que confundía la libertad de expresión con el derecho a utilizar una concesión pública, como secretaría de propaganda de un movimiento político desestabilizador, también encarcelaron a un pillo que en secreto organizaba revueltas nada democráticas.
Hoy, esa oposición estridente y llorona, ganó por fin, porque como sucede en las democracias, cuando el desempeño de un gobierno es mediocre o malo, cuando ese desempeño termina en crisis económica, sea de derecha o izquierda, el pueblo le voltea la espalda. Tan simple como eso.
Lo que vemos ahora, es a una oposición empoderada, trabajando desde el congreso, para terminar de colapsar una economía, no para encontrar soluciones a esa crisis, intentando un golpe de estado amparado por la constitución y a un gobierno encabezado por un heredero torpe y desbocado, personificación misma de la ineficiencia y la chabacanería.
Una República en la que, para desgracia de los ciudadanos, sus políticos de izquierda y derecha están cortados con la misma tijera. La tijera del golpista y el tramposo que no está dispuesto a construir un pacto social. El futuro con Maduro o sin él, se antoja estridente y antidemocrático.
Jesús Alejandro Ruiz Uribe fue dirigente del PRD en Baja California, ex diputado local por el mismo partido y actualmente es Rector del Centro Universitario de Tijuana en Sonora. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com