Durante los siguientes días ocupó varias aldeas de lo que ahora es el estado de Guerrero: Chilpancingo, el 24 de mayo, Tixtla el 26. En este último lugar permaneció dos meses, adiestrando, disciplinando a su contingente y atrayéndose nuevos soldados. El 15 de agosto fue atacado por una columna realista y tras derrotarla ocupó el pueblo de Chilapa. Además de una buena cantidad de armas y municiones que obtuvo, gran parte del ejército derrotado se unió al insurgente. En esa comarca, esperando la ocasión de sumarse a alguna partida insurgente: los hermanos Leonardo, Víctor y Maximino Bravo, y un hijo de Leonardo llamado Nicolás. Los Bravo eran criollos rurales, y como los Galeana, rancheros de buena posición. También por esos días se suma a las filas Vicente Guerrero.
Morelos una vez reunido con los nuevos caudillos insurgentes, pasó a especificar en una proclama los fines que perseguía: “Nuestra lucha solo se encamina a que el gobierno político militar, que reside en los europeos, recaiga en los criollos y en los americanos -él usaba el término americanos en lugar de mexicanos-. Dos meses después sus fuerzas las dividió en tres cuerpos: el de Miguel Bravo marchó a la Mixteca baja, el de Hermenegildo Galeana al territorio limítrofe entre los actuales estados de México y Guerrero, y el de Morelos, cuyo objetivo era a largo plazo la toma de la ciudad de Puebla. Los dos meses siguientes Morelos anduvo de triunfo en triunfo. Los días 23 y 24 de enero de 1812, sus fuerzas se apoderaron del pueblo de Tenancingo, cerca de Toluca. El 4 de febrero tomó Cuernavaca sin encontrar resistencia. El día 9 penetró por segunda vez en Cuautla, que había abandonado momentáneamente para reforzar la posición de Galeana en Taxco.
Mientras tanto, I. Rayón era atacado en Zitácuaro por 5,000 realistas de Félix María Calleja -el segundo Hernán Cortés, como le llamaban- y tras oponer breve resistencia huyó hacia la sierra abandonando la ciudad, la cual fue destruida y quemada. Entonces, eliminado prácticamente Rayón, Morelos pasó a ser considerado como el enemigo más peligroso del régimen. Esto determinó que Calleja, el virreinato y España se dispusiesen a atacarlo con los mejores 5,000 hombres de su ejército, entre los cuales había cientos de veteranos españoles recientemente llegados al país como refuerzos, además poseían nuevo y mejor armamento.
A las 7.30 de la mañana del día 19 de febrero los realistas iniciaron el ataque a Cuautla, pensando que triunfarían en el espacio de unas cuantas horas. Pero Morelos había mandado reforzar las defensas de la ciudad, abrió trincheras, acumuló provisiones y anunció que mandaría fusilar a todo el que le hablara de rendición. Fracasado el ataque inicial, Calleja puso sitio a la ciudad con la esperanza de rendirla por hambre. Recibió miles de hombres de refuerzo, pero los defensores no se rendían. El sitio se prolongó durante 72 días. En Cuautla no solo se agotaron las provisiones sino también las ratas, los gatos y las lagartijas que devoraban los hambrientos defensores. Lejos de capitular, Morelos ordenó fiestas y bailes a la vista de los sitiadores, para mofarse de ellos e infundir ánimo a sus hombres. El “fanatismo patriótico” de los insurgentes dejó perplejo a Calleja y a los realistas
Continuará…
Guillermo Zavala Guerrero
Tijuana, B.C.