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martes, octubre 8, 2024
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“Migrantes ya están varados, ya se quedaron aquí”

Lo que inició como un pequeño flujo migratorio ha tomado dimensiones inesperadas, miles de migrantes afrodescendientes -haitianos la mayoría- han llegado a Tijuana y Mexicali, han saturado una veintena de albergues en la región y rebasado la capacidad de atención de estos grupos civiles, de seguir así se advierte una severa crisis de atención humanitaria

 

A fines de octubre de 2016 el activista pro derechos de los migrantes afrodescendientes, Wilner Metelus, visitó Tijuana y Mexicali. Su objetivo, conocer las condiciones en las que viven miles de migrantes –haitianos la mayoría– que cinco meses atrás llegaron a la región en busca de asilo en los Estados Unidos.

Lo que Wilner encontró fue hacinamiento, escasez de alimentos y migrantes en las calles. También conciencia y solidaridad de parte de la sociedad civil. “En ese tiempo he visto a decenas de personas que estaban entregando comida en los albergues”.

Wilmer Meletus, activista

Wilmer Meletus, activista

Esta semana el activista haitiano e integrante del Comité de Defensa de los Naturalizados y Afro mexicanos, visitó los albergues en Tijuana y Mexicali; “Ahorita hay más albergues, pero tampoco puedo decir que ya está resuelta la problemática”, refiere el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, haitiano de origen y naturalizado hace 17 años.

Vio condiciones precarias, albergues sin techo, otros que no brindan alimentos y algunos ausentes de programas de fumigación.

“Sí hay apoyo federal por parte de Sedesol, pero en la realidad el apoyo no está llegando como tal, es un sector que está recibiendo apoyo. Cuando hay una crisis así el estado mexicano debe de tomar su responsabilidad”, sentenció.

Ejemplificó con la emisión de una convocatoria para apoyar a los organismos que trabajan con migrantes, pero que fue tardía y solo 10 de cerca de 32 instituciones han podido responder. “Ellos (Gobierno) deben ver cuáles albergues realmente están trabajando para elaborar un plan de emergencia”, pero adelanta que México no podrá solucionar solo este problema, se requiere apoyo de la comunidad internacional.

“Los haitianos y africanos que están llegando a nuestro país no tienen enfermedades, pero la forma en que están las condiciones en algunos albergues podría generarlas”, expone Metelus y suma otro factor: el frío invernal de la región, y la ausencia de techos en algunos albergues, tiempo que hizo un llamado al DIF, pues hay niños, mujeres embarazadas que están viviendo en albergues junto con varones adultos, lo cual no es adecuado.

“El gobierno federal ha dicho que no va entregar dinero, sino apoyo en especie, pero hay muchos albergues que están funcionando en Tijuana y Mexicali en los que la gente no está recibiendo desayuno, solo les dan una comida después de las seis, siete de la noche. Hoy he visto un albergue donde mis hermanos están haciendo cooperacha entre ellos para conseguir dinero para comer”, dice en perfecto español.

De las autoridades considera hace falta mayor coordinación para enfrentar esta crisis y apoyo para albergues que tienen problemas para el pago de agua y de “luz”. De hecho el activista cree sería necesario que el gobierno mexicano abra en Tijuana una oficina de Comar (Comisión Mexicana para los Refugiados), especialmente después de la postura del Gobierno de acogerlos como refugiados, y considerando que los migrantes desconocen dónde pueden hacer esa solicitud fuera de la Ciudad de México.

“Ésta es una crisis que va para largo”, considera Metelus y advierte peligros en caso de seguir la indolencia oficial, uno de ellos, que algunos migrantes desesperados por la situación, se vinculen al crimen organizado, “es el momento para que el gobierno mexicano tenga un programa integral para los migrantes africanos y haitianos, si no hay atención, los próximos meses podrían ser difíciles”.

Metelus calcula que hay cerca de seis mil migrantes afrodescendientes en Baja California y vienen cinco mil más. De hecho, calcula que para diciembre podrían llegar cerca de 42 mil.

 

Apoyo acotado

En el Albergue Grupo de Ayuda al Migrante, instalado en lo que fue el Cine Mexicali en la colonia Pueblo Nuevo, están albergados cerca de 120 migrantes –varones todos– afrodescendientes. Fue de los primeros albergues en la capital en recibir a este sector. Llegaron a tener casi 300.

En el albergue del Grupo de Ayuda para el migrante

En el albergue del Grupo de Ayuda para el migrante

De acuerdo al pastor Manuel Fernando Villegas, recibieron apoyo federal de Migralidad a través de Desarrollo Social del Gobierno del Estado, por 250 mil pesos, pero etiquetados: No son para renta, ni gasolina, ni mantenimiento de unidades. Pueden pagar acondicionamiento, agua de tomar, energía eléctrica y comida.

Otros apoyos han venido directamente de la comunidad, sobre todo de iglesias cristianas que aportan ropa y enseres como colchones. “Aunque no es lo que nosotros necesitamos”, refiere Villegas en función que en ocasiones reciben ropa y objetos ya inservibles. Sus necesidades por el momento son mejorar el piso y poner literas –por el frío ya no pueden dormir en el suelo–, están por acomodar calentones ambientales y pronto tendrán proyecciones de películas de corte cristiano.

En Ayuda al Migrante también reciben donaciones de comida, aunque cada semana gastan cerca de 5 mil pesos en alimentos. De le energía eléctrica, Villegas comenta que ya les han cortado el servicio en varias ocasiones por no tener los cerca de 6 a 8 mil pesos del pago. Aparte desembolsan 8 mil 100 pesos de renta mensual. Dos veces por semana acuden brigadas de salud estatal y una vez al mes del IMSS federal. De Isesalud han estado fumigando constantemente.

El pesar de Villegas es que aun cuando la demanda de atención a migrantes está resuelta, “se ve mal que nosotros estemos atendiendo al afrodescendiente mientras que el mexicano o centroamericano sigue en la calle, comiendo del bote de basura”. Por ello están a la espera de más apoyos federales, vales para comida, artículos de construcción, cobijas. Aunque el recurso venga etiquetado y deban adquirir los productos de una reducida lista de proveedores.

 

En la azotea

Cuando en septiembre el flujo de migrantes haitianos llegó a Mexicali –cerca de 300 de un día para otro– las autoridades los canalizaron a varios albergues, menos al Hotel del Migrante que encabeza Sergio Tamai y que funciona desde hace seis años. Actualmente ahí se da resguardo a cerca de 650 migrantes –casi la mitad son mujeres–, y media docena de niños.

Tamai recuerda que ante esa marginación oficial para ayudar, se trasladó a Tijuana, donde instalaron un campamento que rápidamente se llenó, ya rebasados el resto de albergues. En Mexicali esperó a que los albergues donde las autoridades enviaron a migrantes, quedasen rebasados.

Así al Hotel del Migrante primero llegaron diez personas, luego 20 y en un parpadeo había más de cien. Al inicio los acomodaron en cuartos, cuando éstos se llenaron instalaron carpas en los pasillos, y después incluso en la azotea. Llegaron a albergar a más de 700 personas.

Hoy día atienden a más de 650 migrantes –300 en la azotea– y ante las bajas temperaturas están acondicionando el sótano del hotel para reubicarlos. “Estamos rebasados con los baños, necesitamos que nos ayuden con escusados, mingitorios, regaderas”.

El Hotel del Migrante no ha recibido apoyos gubernamentales, “hay promesas, pero acciones concretas no”, dice mientras advierte que los migrantes ya en el inmueble se van a juntar con los mexicanos deportados de Estados Unidos, por ello,  “ya andamos buscando otras áreas”.

De aquella promesa en el Gobierno de Felipe Calderón y el de José Osuna Millán, de recursos para el pago de luz, renta y nómina, asegura no fueron cumplidos a cabalidad, y los nuevos gobiernos no los ratificaron. Del fondo federal les prometieron 200 mil pesos para el pago de energía eléctrica, y ya deben 150 mil. “Del gobierno solo hemos recibido represalias, se los llevan (migrantes) a lugares que ellos escogieron (albergues)”. La necesidad ahora es de por lo menos 500 carpas.

Mujeres afuera del Alfa y Omega

Mujeres afuera del Alfa y Omega

El panorama, Tamai lo ve complicado. Dice que de acuerdo al Consejo Estatal del Migrante, a Tijuana llegan 500 personas diariamente, que “las ganonas van a ser las maquiladoras con mano de obra barata. Están encajonados, ya perdieron su dinero, ya invirtieron todo para llegar hasta acá”, y que la crisis se agudizará ante la advertencia del gobierno norteamericano de reiniciar deportaciones de haitianos a su país, “eso va a implicar que el grupo se quede aquí en la frontera, encajonado y sin dinero”.

 

 

Mucha gente

El grupo cristiano denominado Alfa y Omega tiene dos albergues ubicados en el centro de Mexicali en la avenida Juárez 92. Entre los dos sitios albergan a cerca de 560 haitianos, uno con 120 mujeres y media docena de niños, y el resto en el inmueble anexo con puros varones, entre los que se encuentran 49 son mexicanos, explica uno de los encargados del lugar, Alberto Álvarez Cuéllar.

Alfa y Omega funciona como albergue desde hace varios años y en la calle Juárez 92 funge además como iglesia cristiana con servicio religioso varios días de la semana. El anexo de varones se habilitó hace mes y medio ante el alto número de migrantes afrodescendientes. El edificio tenía muchos años que no lo usaban, y hoy batallan con el sistema de drenaje.

Álvarez explica están en proceso de construir regaderas y baños –en el de varones–, y del apoyo oficial desconoce los montos, aunque refiere que de parte de Sedesol han llegado apoyos de comida, agua, pollo, leche. A esto se le suman las donaciones de la comunidad. “Pero no es suficiente, viene más gente en camino”, y al día de la entrevista, habían pasado tres sin que migrante alguno cruzara a los Estados Unidos.

Tomás Diosdado, encargado de ambos albergues, explica que de renta pagan 27 mil pesos por los dos y de energía eléctrica cerca de 17 mil pesos.

Otro espacio implementado como Albergue es el conocido como El Hijo Pródigo, ubicado por la avenida Obregón –casi frente a la glorieta de López Mateos y Morelos– en un edificio que fungía como pequeña plaza comercial y que fue prestado a grupo religioso de corte cristiano que encabeza Santiago Raygoza.

“Estamos esperando una remesa de víveres, ya se nos acabó todo”, expone Bernabé Rivera, quien está a cargo del funcionamiento del lugar que opera hace dos meses. En el inmueble –dividido en lo que antes fueron una veintena de locales comerciales– hay cerca de 150 migrantes afrodescendientes, hombres y mujeres.

Rivera explica que como albergue les aportan la mitad de la dieta diaria –arroz, frijol, leche, jugo, aceite, latas de verdura, sardina, atún– y ellos con plátano verde, pollo, carne de puerco. Los migrantes preparan sus alimentos en cuatro cocinas dentro del inmueble.

“Lo que ocuparíamos del gobierno es en la cuestión de comida, cobijas, agua. Muchas de estas personas ya vienen sin nada, ya se les acabó todo, dinero, la fuerza. Algunos se están haciendo a la idea de que a lo mejor no cruzan hacia Estados Unidos y están saliendo a trabajar”, refiere Rivera y reflexiona: “Éstos ya están varados, ya se quedaron aquí”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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