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viernes, septiembre 20, 2024
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Fidel Castro Al basurero de la historia (Tercera y última parte)

El régimen “socialista” cubano jamás ha pronunciado reproche alguno a la bestial autocracia que oprime al pueblo de México. Siempre ha mantenido muy buenas relaciones con la dictadura. Ni a los sátrapas del “viejo” PRI, ni a los gorilas panistas, ni hoy a los criminales del “nuevo” PRI que encabeza Enrique Peña Nieto han recibido alguna -ni siquiera leve- condena del régimen dictatorial mexicano por sus atrocidades y masacres.

Cuando ocurrió la masacre de Tlatelolco en 1968 y la del 10 de junio de 1971, Fidel Castro permaneció sordo y mudo. Con su silencio avaló, tácitamente, la horrorosa carnicería. En 1988 cuando Salinas de Gortari usurpó el poder, el régimen reconoció de inmediato al usurpador priista, y hasta asistió a la toma de posesión del sátrapa. Cuando el 1º. de enero de 1994, el campesinado pobre rebelde de Chiapas, el EZLN, se levantó en armas contra la dictadura, el régimen cubano ni tan siquiera algunas palabras de aliento tuvo para los sublevados.

Mudo también permaneció cuando la dictadura perpetró la masacre de Aguas Blancas, de Acteal, de El Charco. De la espantosa masacre de los normalistas de Ayotzinapa ni tan siquiera un pequeño comentario ha hecho. Un verdadero marxista-leninista no hace esto, al contrario, arremete contra los regímenes reaccionarios sin importar que éstos se molesten o tomen represalias, tal y como lo hacía el gran José Stalin, tal y como lo hacía Enver Hoxha.

Fidel Castro permaneció revolucionario y antiimperialista (mejor decir antinorteamericano) solo la primera década de su régimen “socialista”. Después comenzó a mostrarse “prudente”, “juicioso”, “sin arrebatos radicales”. Y a partir de los 70’s convertido en un entero peón del socialimperialismo ruso.

Numerosos agentes del imperialismo internacional y de la reacción mundial han sido calurosamente recibidos por el régimen cubano. Salinas de Gortari, Robert Mcnamara, el carnicero de Vietnam, el Papa, Obama y tantos otros monstruos burgueses y enemigos de la humanidad han pisado suelo cubano y han sido recibidos como finos amigos.

John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson fueron los principales sátrapas yanquis que arremetieron con ferocidad contra la revolución cubana en la década de los 60’s. Armaron a bandas de mercenarios, como los que invadieron Bahía Cochinos, en 1961, urdieron decenas de complots para derrocar del poder al Movimiento 26 de Julio y asesinar a Fidel Castro, sembraron de plagas los campos agrícolas de Cuba, en una palabra hicieron lo que todo el diabólico imperialismo hace para aplastar a sus enemigos, para volver a encadenar a los pueblos que se liberan del yugo y que atentan contra su dominación.

Pues bien, Bill Clinton, Jimmy Carter, Barack Obama y Hillary Clinton pertenecen al mismo partido, esto es al Partido Demócrata, al cual pertenecieron John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson, los sanguinarios déspotas que arremetieron con furia contra la Cuba revolucionaria.

Pero hoy el “juicioso” y “prudente” régimen cubano se hace el olvidadizo y se abraza con los epígonos de Kennedy y de Lyndon Johnson. Como podemos ver, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no es nada de original ni es el primero en almibarar a los miserables burgueses. Para este par de reaccionarios de “izquierda” existen burgueses buenos y burgueses malos. Para el régimen cubano el Partido Demócrata de EE.UU. representa a los imperialistas “buenos” y el Partido Republicano representa a los imperialistas “malos”. ¡Qué absurdidad! Qué afán de demagogos de dividir a los sátrapas y criminales capitalistas en “buenos” y “malos”. Para un auténtico representante de la clase obrera no hay exploradores buenos y malos, todos son unos criminales, todos ellos son enemigos a ultranza de la clase trabajadora y del pueblo. Tanto el Partido Demócrata de los Kennedy y de los Clinton, como el Partido Republicano de Nixon, Reagan y Bush representan a los grandes monopolios internacionales yanquis que mantienen en la pobreza, miseria y esclavitud a la clase obrera del mundo. Quien elogie a un partido imperialista o a otro es un maldito criminal que lanza arena a los ojos del pueblo para que no vean la realidad.

Quien en un tiempo levante las banderas del poder proletario y que pasado el tiempo las entierre en el hediondo lodo no tiene más que un nombre: traidor. Y eso fue Fidel Castro, después de la década de los 60’s, un auténtico traidor a su pueblo y a los pueblos del mundo que lo apoyaron. Y todos esos políticos traidores tarde o temprano irán a parar al basurero de la historia. Lugar del cual nunca saldrán.

 

Javier Antuna
La Hoja del Proletario
Tijuana, B. C.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Francisco Navarro Fausto Francisco Navarro Fausto francisco 9 francisco@zeta.com
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