Pobladores de la “Ruta del Vino” denuncian acuerdos entre vitivinicultores y autoridades estatales y municipales de Ensenada, truncando sus intereses en aras de la codicia de empresarios
Como una especie de “reconquista”, donde el hombre blanco llega a civilizar a los bárbaros, es como los residentes del Valle de Guadalupe ven a los vitivinicultores. El “boom” y el negocio del vino pretende arrasar con sus casas y estilos de vida.
Los auténticos pobladores de la “Ruta del Vino” refieren ver truncados sus intereses y pisoteada su dignidad, en aras de la rapaz codicia de los empresarios del vino y sus cómplices: los gobiernos municipal y estatal.
En octubre de 2010 fue publicado en el Periódico Oficial del Estado de Baja California el Programa Sectorial de Desarrollo Urbano y Turístico de los Valles Vinícolas de la Zona Norte del Municipio de Ensenada, cuyo fin es promover el desarrollo productivo, cultural, ambiental y económico de las delegaciones Francisco Zarco, San Antonio de la Minas y El Porvenir, con la premisa que el crecimiento sea armónico, conservando las bondades de sus suelos y recursos naturales.
El programa divide el territorio por zonas categorizadas como “Asentamiento humano”, “Área urbanizable”, “Condicionado a desarrollo”, “Agrícola”, “Conservación” y “Protección”, y en base a ello se emitió un reglamento alineado al Plan de Desarrollo Urbano y Ecológico del Municipio que limita y restringe los usos de suelo.
“Pero el mapa que ellos proponen está desfasado de la realidad”, advierten los representantes de la Unión de Ejidos de la Zona Norte de Ensenada. Y ejemplifican: “Aquí está el centro del Ejido, está el parque, los ranchos, ellos sacan áreas de conservación en zonas que ya están construidas, donde hay un asentamiento humano, y ordenan: ‘hay que moverlo’”.
Otros ejemplos: hay un propietario que tiene un “rancho pelón” en el que planea sembrar y criar ganado más adelante, pero no, el programa sectorial ya decidió que solamente puede usar sus hectáreas para jardín botánico. A otros incluso les han dicho que tendrán que derrumbar su casa, pues la sectorización parte la vivienda exactamente a la mitad. “Así es de arbitrario e ilógico”, acusan los ejidatarios.
El reglamento debió salir de una consulta pública, la cual consistió en varias encerronas entre los vitivinicultores y las autoridades del gobierno municipal de Gilberto Hirata Chico, a las cuales no fueron invitados los representantes ejidales y ningún ciudadano real de la zona.
Denuncia Rafael Romo, presidente de la Unión de Ejidos, que Alberta Ceja falsamente acudió como representante ejidal cuando ni tierras tiene, ni vive ahí y ni la conocen. Mientras que la supuesta consulta pública nomás la protagonizaron la “cumbre” de vitivinicultores conformada entre otros por Hugo D’Acosta, Natalia Badam, Álvaro Ptacnik “El Gordo”, Mille Trupper, Jaime Palafox “El Diablito”, Juan Carlos Bravo, Amado Garza, Wenceslao Martínez, Paolo Polini, y “quieren que todos los ejidos nos adaptemos a la vida de esas 16 personas, de esos extranjeros invasores”.
El 75 por ciento del territorio en la zona está comprendido por seis ejidos y sus respectivos comisarios: El San Marcos, representado por Israel Horta; Zaragoza (Graciano Sandoval), El Porvenir (Rafael Romo), Zapata (Jesús Gutiérrez Manzo) y los que también son comunidades indígenas: San Antonio Necua (Anselmo Domínguez) y San José de la Zorra (Gregorio Montes).
“Y no se nos consultó a ninguno, hicieron una consulta en el Parque Jersey, que sí es lugar público, pero nomás abre los fines de semana y la junta la hicieron en día martes”, narran.
Como también se enteraron por una empleada de Hacienda Guadalupe que ahí se reunían los vitivinicultores, departiendo con carne asada, quesos y vinos, y decidiendo como auténtica cofradía sobre el destino de las extensas tierras ejidales. Algunos ejidos abarcan hasta Santa Rosa en Rosarito, San José de la Zorra colinda con Tijuana, así como otros hasta Real de Castillo y Tecate.
“Los vitivinicultores pusieron en ‘Protección’ todo, pero los ranchos de ellos los pusieron como ‘Condicionados a desarrollo’. Los mejores suelos nomás para ellos. Ellos dicen que por cada cuatro hectáreas nomás podrá haber una vivienda, no quieren que hagamos movimiento con nuestras tierras”, acusan.
Como ejemplo del “agandalle” de los vitivinicultores está el Ejido San Marcos, de cuyas 5 mil 453 hectáreas pusieron en protección 4 mil 324. De 3 mil hectáreas del Ejido Zaragoza “me dejaron en protección 2 mil 335”, cita Graciano Sandoval, mientras que prácticamente condicionaron completos los ejidos El Porvenir y San José de la Zorra.
Los ejidatarios alegan que ya existe un ordenamiento y es con el que han vivido y trabajado por años, de acuerdo a la Ley Agraria y desde que el presidente Lázaro Cárdenas les entregó los títulos en 1938. Además de la violación a un Decreto Constitucional, los líderes ejidales, gracias a la aplicación Google Maps, se percataron de la tramposa y burda sectorización que hicieron los vitivinicultores en complicidad con el gobierno.
“Nosotros agarramos los polígonos que señalan los documentos y ¡ah caray!, nos dimos cuenta que pasaban por la mitad de mi rancho, dije aquí está mi casa y la parte a la mitad, quieren poner una parte en desarrollo y la otra en protección. En su mayor parte son ‘Protección’ y las ‘Zonas de aprovechamiento con recursos condicionado a desarrollo’ donde sí se puede hacer inversión, ¡son para las vinícolas nada más!”, se carcajea con ironía, y dolor, Francisco Ojeda, asesor técnico de la Unión de Ejidos y representante de San José de la Zorra, comunidad indígena que ya de por sí quedó partida a la mitad con los límites territoriales ganados por Rosarito.
Actualmente el Cabildo encabezado por Gilberto Hirata Chico tiene en Comisiones el análisis y las modificaciones del Programa Sectorial del Desarrollo de los Valles Vitivinícolas de la Zona Norte de Ensenada, que tras cinco años de haber sido publicado, iba “a pasar” con un reglamento fast track, pero los líderes ejidales se dieron cuenta y lo atoraron, y por ello mismo conformaron la Unión apenas el año pasado.
En el documento se fijan las pautas para el desarrollo urbano y turístico de los valles vinícolas y para su aprovechamiento, protección y conservación de los recursos naturales, así como la mejora de las condiciones de la vida de los habitantes, define y establece los diferentes usos de suelo, a partir de una “zonificación primaria”.
“Asentamiento humano” son áreas urbanas y asentamientos rurales; “Área urbanizable”, aquellos predios aptos para futura demanda de suelo; “Condicionado a desarrollo”, desarrollos de baja densidad y aprovechamiento de recursos; en “Agrícola” se señalan “principalmente cultivos vinícolas y de olivos”, además de desarrollo de vivienda de mínima densidad; y en “Conservación” se pueden hacer actividades limitadas a la preservación del equilibrio ambiental, preservar los ambientes naturales.
El programa considera “Zonificación secundaria” a los espacios ya ocupados en la actualidad, a los que también les fija uso de suelo como habitacional, comercial, mixto, área verde, amortiguamiento, infraestructura urbana, agroindustrial y otros que de cualquier forma estarán condicionados a un estudio de impacto urbano.
Además de fijar la mayor parte de los ejidos como territorios en conservación y protección, la reglamentación no considera los usos de suelo para la ganadería y agostaderos, es decir, para la producción de forrajes, siendo éstas actividades con las que los pobladores han sobrevivido por años. Y en el caso de la agricultura, donde se da una alta producción de hortalizas y otros frutos, no se contemplan más que los cultivos de la vid y olivo.
El programa pasa por alto el Artículo 9 de la Ley Agraria, que dota de personalidad jurídica y patrimonial a los propietarios, así como al Artículo 56, en que se establece que una asamblea, constituida por los ejidatarios, serán los responsables de parcelar y fijar el giro de éstas. Mientras que el Artículo 74 de la Ley de Desarrollo Urbano del Estado de Baja California, publicada en 1994, establece que los programas sectoriales a nivel municipal serán elaborados y aprobados por los ayuntamientos, siempre y cuando haya participación de los diferentes sectores de la zona.
Para la Unión de Ejidos el Programa carece de validez, por lo que se dieron a la tarea de elaborar y presentar una nueva propuesta “real y concreta”, a partir de consultas “ésas sí públicas” entre los pobladores, así como estudios técnicos y cartográficos ya avalados por el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP) y el Comité de Planeación para el Desarrollo Municipal (COPLADEM).
Está en Cabildo la aprobación o no de “la contrapropuesta” la cual, a decir de los regidores Ana Daniela García Salgado y Salvador Espinoza, miembros de la Comisión de Desarrollo Urbano y Ecología, se está analizando sesudamente. “Ellos alegan violación a sus derechos, pero llevan décadas de rezago, sí, los vitivinicultores dieron la proyección, pero piden que no se excedan, que no sean demasiados voraces”, opinó el edil Espinoza.
Mientras que la regidora del Partido Verde, Ana Daniel García Salgado, presidenta de la Comisión de Ecología y Desarrollo Urbano, aclara que lo que ellos tienen en análisis es la nueva propuesta presentada por la Unión de Ejidatarios, y que el Reglamento en sí, que es la manzana de la discordia, está turnado desde 2014 a la Comisión de Gobernación y Legislación, presidida por la María Verónica Hernández, del Partido Revolucionario Institucional, famosa por su inactividad.
“Hay veinte temas pendientes que no ha sesionado, le hemos pedido los documentos y tampoco los ha enviado, por eso yo no podría abundar más en el tema del reordenamiento, porque desgraciadamente no lo ha turnado la regidora”, acusa García Salgado.
La Ley establece que el Programa Sectorial debe aplicarse durante los primeros seis meses de la administración municipal, lo que evidentemente no se hizo. Quedan dos sesiones de Cabildo en el actual Ayuntamiento, y en lo que respecta a la regidora del PVEM, asegura que no lo dejarán pendiente.
“En lo personal creo que hay ciertos personajes que solamente traen su interés, sus inversiones, y que todo lo demás que no es para ellos hay que grillarlo, amedrentar… es absurdo que no se haya tomado en cuenta a la gente del Valle”.
Remató: “Tengo la voluntad que esta administración apruebe la modificación al programa, no nos vamos a dejar impresionar por cuatro o cinco”.
Pueblo ni mágico, ni tan turístico
Hoteles, vinícolas y cavas, es la proyección que tienen los vitivinicultores y lo que le piden al gobierno. “Pero ellos nada más miran aquí como un negocio y para nosotros es nuestra casa”, expresa el presidente de la unión ejidal, Rafael Romo.
No hay agua, no tienen drenaje, no existe el alcantarillado, hace años piden una estación de Bomberos, necesitan más escuelas, no tienen una clínica y ya se presentó el caso de una turista que se rompió la mano y anduvo con el hueso expuesto pidiendo atención en todo el poblado de El Porvenir. Dicen los ejidatarios que los acusan de no querer permitir el desarrollo, pero argumentan que ellos sí están conscientes de que no hay condiciones para ser un sitio turístico.
“Y es lo que estamos peleando, primero un ordenamiento, ponme todos esos servicios, ponme una estación de Policía, cada vez que hay un evento en El Cielo se ponen unas buenas borracheras la gente y me tumba los cercos, me dejan un basural, una nube de polvo, los carros tardan en salir hasta dos o tres horas, y si yo vengo a comprar algo a la tienda y si están saliendo, ¡ya me chingué!”.
Lo que también enoja mucho a pobladores y ejidatarios de los Valles es que el gobierno les construye, mantiene y promueve las cavas de los vitivinicultores, mientras que a ellos siempre se les han negado los recursos hasta para las obras más básicas. Se dan cuenta por los periódicos cómo les entregan 5, 10 o 20 millones de pesos, “y nosotros hemos metido solicitudes infinidad de veces y algunas nos ha aprobado pero sin recursos, no tenemos derecho porque no somos vitivinicultores: ¡Oye, está el mundo al revés!”.
Incluso, el programa contempla el nombrar “Pueblo Mágico” al Valle de Guadalupe, por lo que en un momento dado pidieron a los residentes pintar las fachadas de su casa de un solo color, que quitaran anuncios publicitarios, que cambiaran las lámparas, que eliminaran cercos y en su lugar construyeran bardas de piedra, adobe o ladrillo; que el cableado lo hicieran subterráneo y demás modificaciones, “y les dije, bueno, dennos el dinero, ‘no, eso lo tienen que hacer con recursos propios’, nos respondieron. Óyeme, cabrón, si yo pudiera hacer eso, ¡ya lo hubiéramos hecho!
“Aquí la cosa está muy clara, nos quieren tratar como hace veinte años, cuando venían, hacían y deshacían y no pasaba nada. La gente de aquí ya ha vivido esos procesos de que impongan cosas, pero ahora que muchos crecimos, fuimos a la escuela, sabemos más y estamos interesados que este evento sea para el bien común de la gente nativa de aquí”, expresa Ojeda, joven biólogo nacido en el Valle y asesor técnico de la Unión.
No solamente de uvas y olivos viven los poblados del norte de Ensenada. En sus valles se dan los cultivos de tomate, pepinos, chicharos, calabacitas, ejotes, chiles morrones de todos los colores, nopales, rábanos, lechuga, cebolla, cilantro, por mencionar algunos productos. “Naranja y limón hay a lo canijo”, dicen a propósito de las 200 hectáreas existentes, 100 hectáreas de girasol, de aguacate “nomás cinco hectáreas”.
Hay ganado de borregos, ovejas, vacas, puercos y hasta 250 colmenas en el rancho de Ramón del Real. También existe un área de invernaderos de alta tecnología, con un valor de 50 millones de dólares, con una extensión de 50 hectáreas y donde se da empleo a 250 personas del Ejido San Marcos, de donde salen los productos a todos los Costco de Estados Unidos.
La Ley que regula el aprovechamiento del agua y que debería supervisar la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), establece la prioridad del uso del vital líquido y pone en primer lugar los fines domésticos, en segundo lugar el público y en tercero el uso urbano. Después viene el agua para la ganadería, y en quinto para la agricultura. Dentro de este último rubro tienen preferencia las verduras y frutos comestibles, y hasta el final viene el uso ornamental o para la producción del vino, ya que no se consideran alimento.
Por ello, uno de los planes de la Comisión del Vino, que encabeza Francisco Vega de Lamadrid dentro de la Confederación Nacional de Gobernadores, es la de legislar para que el vino sea considerado alimento, con el pretexto de aligerar los impuestos. Cada litro de vino equivale a 10 litros de agua: “El manto acuífero está en veda y los vitivinicultores quieren hoteles, quieren poner más viñedos, pero la gente no tiene agua, tiene que ir a comprarla a los ranchos”.
Los ejidatarios están molestos no solamente porque les impidan sembrar lo que ellos quieran, sino porque atentan contra todos sus usos y costumbres, y finalmente, con las leyes que los amparan.
“La Ley Agraria es muy clara, te dan un certificado parcelario y te dicen ‘éste es el uso que le damos para tu suelo’, cada ejidatario tiene un mapa. El General Lázaro Cárdenas en el año 38 dotó al Ejido El Porvenir y los demás ejidos. El gobernador Kiko Vega se está oponiendo a un decreto presidencial federal… Es un traidor Kiko, ¡pasa por encima de la Constitución!”.
Rafael Romo apunta que en 70 años nunca echaron la vista hacia la zona y “ahora que lo hacen es para chingarnos”. Consideran al alcalde Gilberto Hirata un traidor, siendo nacido en El Porvenir es un protector del vitivinicultor Juan Carlos Bravo, del que pidió “no se metan con mi compadre”.
También repudian a Hugo D’Acosta, el consentido del gobierno, de quien revelan ha contaminado el río del poblado y tiene una deuda de hasta un millón de pesos en un rancho que renta. Al diputado Wenceslao Martínez estuvieron a punto de lincharlo en una de sus visitas, veinte mujeres con cacerolas le gritaban “Cabrón, votamos por ti para que nos defiendas, no para que nos vinieras a partir la madre, te largas a la chingada o te agarramos a cabronazos…”, “Y si las dejamos, sí le parten la madre”, recordó Romo.
“Estuvimos en una reunión con los ejidatarios y la verdad sí estaban muy… de cierta manera molestos por el tema que les quieren imponer el reglamento”, refirió Wenceslao Martínez, empresario de la construcción y vitivinicultor, diputado federal por el Partido Acción Nacional y presidente de la Comisión Especial del Vino en la actual Legislatura.
Afirma que está de acuerdo con los ejidatarios porque el reglamento no es ad hoc: “La realidad es que ese Plan Sectorial ya no funciona, ya no sirve. Mi planteamiento sería que se haga un nuevo plan donde realmente consideremos las zonas que sí se pueden desarrollar en el sector de la uva y el vino, o también de los ejidos que tienen capacidad de sembrar lo que ellos prefieran. Lo vimos en la administración de (Enrique) Pelayo, fue un zapato que no le quedaba al Valle, nos quedó chico ese Plan Sectorial”.
Dice el legislador que ya le advertía al presidente municipal la bronca que se avecinaba: “Anduvo promoviendo el reglamento, yo me le acerqué a Hirata y le dije, ‘sabes que lo único que va a pasar es que vas a tener un conflicto muy fuerte con la gente, lo que tenemos que hacer es llevar a cabo un nuevo análisis de todo lo que es el Valle’, y ahora que entra el nuevo gobierno municipal es el momento de hacerlo”.
El diputado y empresario acepta que puede considerarse que el Plan Sectorial pivilegia a los vitivinicultores, su sector, “por eso a mí se me hizo que estuvo muy apresurado”. Insistió que deberá hacerse un nuevo Proyecto de Desarrollo para la Zona Vitivinícola y que ya se lo propuso al próximo alcalde, Marco Antonio Novelo.
“Tenemos que hacer una revisión muy importante de lo que es el tema principal, la sustentabilidad por cuestiones del agua, creo que de ahí se va a basar para ver qué actividades o capacidades que se pueden asignar por área”, coincide en ese punto con la Unión de Ejidatarios.
Martínez se muestra incluyente con los propietarios de los ejidos, pero evidencia su prioridad: “Ellos tendrían que autodefinir para decidir qué porcentaje o parte de su tierra lo incluyen y le apuestan al sector vitivinícola y qué quieren conservar para el desarrollo de sus actividades, para sumarnos a una zona de desarrollo de la zona vitivinícola”.
No es plan para fregar
“Yo creo que ningún plan de gobierno se hace con el afán de perjudicar a nadie”, refuta Jaime Palafox Granados, presidente del Comité Sistema Productivo Vid y ex diputado local por el Partido de la Revolución Democrática, así como ex candidato a la alcaldía por el mismo partido en 2006.
Afirma que el Programa Sectorial que se aprobó en 2010, del que nada más queda pendiente la reglamentación, sí fue resultado de una consulta pública en la que también se incluyó a los ejidatarios y que incluso existen listas de asistencia que así lo avalan. Además, es un proyecto de largo aliento, que se trabajó varios años de forma colegiada.
“Hay preocupación, y solo lo sé por los medios, no los conozco, no he escuchado a los ejidatarios, nunca he tenido reuniones con ellos respeto al tema del reglamento. Ahí lo que habría que ver en qué áreas en específico no están de acuerdo, porque donde hay mayor controversia es en las zonas agrícolas, pero éstas son una parte pequeña de todo el Valle de Guadalupe, y la mayor parte de los Ejidos ni siquiera tienen tierras que están dentro de las áreas reguladas, sus áreas comunes están la mayor parte en cerros, que son de difícil construcción o explotación agrícola”, desmintió.
Palafox asegura que desde que el ex alcalde Enrique Pelayo presentó el Plan Sectorial de una forma muy ventajosa para los desarrolladores inmobiliarios, él personalmente abogó por la elaboración de un reglamento y que los ejidatarios tuvieran representación en el proceso, aclarando que las vocaciones de cualquier forma ya están dadas en el programa y que fue decisión de la mayoría, obedeciendo a un vocación democrática.
Respecto al reglamento pendiente, informa que desde hace un año le dirigió un oficio al presidente municipal Gilberto Hirata y a su Cabildo para que atendiera el tema: “Y el Ayuntamiento no ha atendido las cosas, simplemente ahí se ha quedado, ahora creo que está en la Comisión de Gobernación y Legislación, ahí, pendiente, no se ha atendido ni en sentido ni en otro”.
Respecto a la contrapropuesta formulada por la Unión de Ejidatarios externa: “No lo conocemos, supongo que lo tiene el Ayuntamiento. Te digo, es un proceso largo, ningún plan se hace con la intención de dañar a un grupo, hay que ver a qué intereses responden y qué representatividad tienen. Lo desconozco porque ni siquiera físicamente sé quiénes son las personas que han compadecido”.
Además, acota que en el Valle de Guadalupe, que concentra las zonas de El Porvenir, San Antonio de las Minas y la zona frente al Museo del Vino, son las que menos restricciones tienen y que, por el contrario, son más aptas para el desarrollo de actividades económicas y fuertes inversiones; si se rechazan, vaticina, la vocación del Valle se puede desplomar.
“Soy de Ensenada, tengo aquí casi 50 años y me acuerdo cuando no había esa gran inversión en el Valle de Guadalupe, no había infraestructura, al final de cuentas se va a atender el tema dentro del marco y determinar si se quiere o no el sector vitivinícola en esa zona. Yo supongo que la mayor parte de la gente lo quiere ahí…”.
Mientras tanto, los ejidatarios se burlan del oropel y glamour que publicitan los productores de vino, cuando las carencias imperan. Acusan también que le profesan un falso amor al Valle de Guadalupe, cuando ni siquiera lo defienden de la explotación de terceros, como el caso de los saqueadores de arena a quienes los mismos pueblerinos tuvieron que sacar a punta de palos.
“Ellos dicen que quieren mucho al Valle y que está muy bonito, pero por qué los vitivinicultores no hacen esa defensa para el bien del pueblo, ellos no quieren el bien del pueblo, ellos nada más quieren su negocio”.
Los ejidatarios se dicen con el poder en las manos, “porque los ejidatarios somos federales y no le tenemos miedo ni al presidente municipal, ni a Kiko Vega, ni a nadie”.
Dice la gente, los verdaderos nativos del Valle, que solamente buscan “nuestro respeto a salir adelante, y si ellos quieren hacer lo que quieran, nomás que no se metan con lo nuestro”.
Los habitantes, avisan los líderes de la Unión, están dispuestos a defender lo suyo como lo han hecho en otras ocasiones con los saqueadores de arena o con inspectores corruptos de CONAGUA, a los que han corrido a punta de piedras, palos y machetes.
Los vitivinicultores, puntualizan, son un cáncer para la región, los pobladores están listos para echarlos sí es necesario: “El día que tú nos digas, estamos listos para levantarnos en armas”.