Me gustaría iniciar esta colaboración con una pregunta: en nuestro país ¿hemos perdido la capacidad de asombro en el tema de inseguridad? A diario nos enteremos de situaciones negativas que nos generan un sentimiento de impotencia y rabia.
Gracias a las redes sociales que hoy por ejemplo sabemos de asaltos en pleno periférico en la Ciudad de México, pero también recibimos información de algún conocido que fue víctima del robo de su cartera o celular. Es increíble presenciar prácticamente en vivo un hecho delictivo y lo peor del caso es que no sucede algo con los responsables. Si bien los gobiernos deben trabajar en que los delitos no se presenten lo que más lastima es que cuando suceden no se castigue a los responsables: impunidad total.
Durante el mes de septiembre el INEGI dio a conocer la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), que tiene como propósito obtener estimaciones sobre la percepción de la población en dicho tema y que pueda ser utilizada por los gobiernos en la toma de decisiones.
Como era previsible, los resultados son preocupantes: 7 de cada 10 habitantes considera que es inseguro vivir en su ciudad, el porcentaje que arrojó esta medición fue de 71.9% superando la estimación anterior, que fue en diciembre del 2015 con un 68%.
Los sitios donde los mexicanos se sienten más inseguros son los cajeros bancarios, después transporte público, las calles en general, el mercado y carreteras. La gente percibe que las conductas antisociales principales son alcoholismo, robos, vandalismo y drogadicción.
Cuando el Gobierno Federal actual asumió el poder intentó de diferente manera “bajar” por decreto los niveles de inseguridad. Lo primero que hizo fue dejar de hablar del tema y pedir a los medios de comunicación abstenerse en la medida de lo posible de publicar notas sobre el problema. La tesis del gobierno era enfocarse a otros aspectos diferentes como las reformas y así darle “la vuelta” como coloquialmente se dice. El resultado de esta estrategia tuvo un efecto “boomerang”, es decir, como suele pasar cuando quieres ocultar la realidad, ésta te supera.
La inseguridad tan lacerante para los mexicanos no es un tema de comunicación, es un asunto de implementación de eficientes políticas públicas.
No se puede apostar en el mediano plazo que una estrategia de comunicación solucione las deficiencias de una política pública endeble o inexistente. Los resultados ahí están a la vista de todos: secuestros, asesinatos, asaltos a la vista de todos como si se tratara de un “show” tipo la película “Los juegos del hambre”, robos de autos, etc.
Es frustrante escuchar de los gobiernos cómo intentan “vendernos” que los índices delictivos van a la baja cuando todos en mayor o en menor medida hemos sido víctimas de algún delincuente que no solamente está libre sino que sigue operando en las calles de cualquier ciudad.
En lo personal lo que más preocupa es no contar con las fuerzas policíacas capaces y preparadas para poner orden o mínimamente contrarrestar los embates de la delincuencia. Si partimos que nuestras corporaciones policíacas son de lo más corruptas podemos afirmar sin temor a equivocarme que estamos verdaderamente jodidos.
Aun así no me resigno a vivir en la zozobra, como ciudadano espero que ante el cambio de poder que se presenta en varios estados y municipios del país se aproveche esta magnífica oportunidad histórica; si por algo no saben cómo hacerlo, ahí están los datos del INEGI. Mientras tanto yo sigo sin perder la capacidad de asombro de lo que pasa todos los días en nuestro gran México.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. Correo: @CasoAlejandro