El empresario y gobernador viajero, Francisco Vega de Lamadrid llegó a la mitad de su periodo como titular del poder Ejecutivo en Baja California y el sonorense de 61 años no termina de asumirse, ni de presentarse ante sus gobernados como el hombre fuerte del estado.
Como el principal responsable de “…velar por la conservación del orden, tranquilidad, y seguridad del Estado, así como garantizar a toda persona residente en el mismo, el real disfrute de un medio ambiente adecuado para su desarrollo, bienestar y mejor calidad de vida”.
Por ejemplo, desde su candidatura prometió más y mejores trabajos, “empleos bien pagados”, recalcó en aquel momento su coordinador de campaña, sin embargo, los miles o cien miles, que dice haber creado –porque hay guerra de cifras desmentidas entre entidades públicas– son de los mal pagados.
Tampoco ha cumplido en aquello de combatir la pobreza, y regularmente se lo recuerdan gente como José Luis Contreras Valenzuela, ex vicepresidente nacional del Colegio Nacional de Economistas, quien apenas en agosto pasado, declaró ante prensa bajacaliforniana que en este estado hay alrededor de 140 mil ciudadanos en extrema pobreza y estos números crecieron durante el gobierno de Vega.
Luego “el góber” se dice aliado del sector agrícola, pero se le esconde a los trigueros y sigue siendo incapaz de generar estrategias estatales que resuelvan de fondo los problemas de precios que afrontan estos productores.
Tampoco ha resuelto el terrible problema de abasto de agua que sufren los ensenadenses pero eso sí, tratándose de hacer negocios ya se comprometió a entregar litros y litros del valioso líquido a una empresa cervecera.
Y aunque en repetidas ocasiones ha asegurado que apoya la educación, ahora recicla su logro, porque el resultado anunciado este año en los mensajes publicitarios que anteceden al 3er Informe de Gobierno, es el mismo que el del año pasado “la preparatoria gratuita”.
Eso sí, en lo suyo, suyo, no le falla, la enorme casa que se construyó en el fraccionamiento Cumbres de Tijuana luce esplendorosa –ya informó que tiene más de 20 propiedades en San Diego y Baja California–, la venta de los condominios San Carlos quedó concluida, y el multimillonario desarrollo turístico en Los Barriles Baja California Sur, va viento en popa.
Además deja que sus amigos disfruten, ahí el ejemplo secretario de desarrollo económico Humberto Bonfante, quien benefició a su empresa Zahori con recursos federales y luego obtuvo 2 hectáreas de tierra como si fuera campesino, y todo con el total respaldo del Gobernador
Vega también ha decidido no investigar, no castigar y no intervenir –esto último, aparentemente– en el voraz cobro de comisiones en la asignación de obras o licitaciones, incluso cobro de cuotas a las asociaciones civiles que reciben apoyos.
Sin importarle que a su gobierno lo cubra con un manto de corrupción y falta de transparencia, permitiendo el tráfico de influencias y el enriquecimiento de una pandilla de funcionarios panistas que están aprovechando sus actuales puestos en el gobierno.
En ese contexto, por conveniencia o mala memoria, el actual “góber” también ha decidido no honrar uno de sus principales compromisos de campaña, que fue promover la participación ciudadana, y las muestras sobran.
Hace apenas tres semanas el licenciado Vega se reunió con empresarios de Tecate, Rosarito y Tijuana para revisar temas importantes de la Zona Metropolitana, todo iba perfecto hasta que los hombres del dinero intentaron abordar el tema de la inseguridad. Entonces como si se mandara solo, el gobernador dijo de variadas y arrogantes maneras que sería algo de lo que no hablaría, y no lo hizo.
Cuando es el tema de la violencia, y el festín de sangre que tiene tomadas las calles de los municipios bajacalifornianos –principalmente Tijuana–, uno de los tantos que no ha podido controlar, de hecho uno al cual ni siquiera ha tenido el decoro de hacerle frente como la Ley lo obliga, ponerse a la cabeza del Mando Único, ese que prometió crear y sigue en veremos. Porque de nada sirve un Grupo Coordinación sin una cabeza que tome el mando y la responsabilidad de brindarle seguridad a sus gobernados.
Cuando se anuncian como logros destacados que en infraestructura ha concretado obras y proyectos estratégicos, en educación ha entregado 100 mil uniformes, o en salud se ofrecieron más de 15 millones de atenciones médicas, y en seguridad capacitaron a más de 5 mil policías, decir que “vamos por buen camino” es pecar de optimista.
Con cientos de persona engrosando los índices de pobreza, con empleos de mala paga, o viviendo presos de la inseguridad de grupos que siembran las calles de la ciudad con cuerpos desmembrados, la realidad es que hay caminos, veredas que toma el gobierno kikista que evidentemente se deben reconsiderar.
Hoy a mitad de su sexenio, los bajacalifornianos necesitan que el licenciado Vega sea menos empresario y más gobernador, uno que combata la corrupción y rinda cuentas claras, uno que se ponga a la cabeza, que se haga responsable, porque los bajacalifornianos lo eligieron a él, no a sus secretarios.