En una pugna interna, el grupo que controla los límites de Jalisco y Michoacán asesinó a 13 personas que formaban parte de dos células y arrojó sus cuerpos al Río Lerma. “El Chulo” sigue operando impunemente junto a “El Diamante”, sobrino de “El Mencho”. Policía Municipal de La Barca, en la mira de la Fiscalía de Jalisco y de la PGR
La facción más violenta del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) empezó a cobrar “facturas” por presuntos malos acuerdos a células de la misma organización en municipios de Jalisco cercanos al Estado de Michoacán. Hasta el momento hay 13 víctimas mortales y algunos desaparecidos.
El grupo delictivo del CJNG que domina el corredor Jal-Mich es el mismo que a finales de 2013 privó de la libertad y de la vida a dos agentes federales cuando se dirigían a Zamora para integrarse a una Base de Operaciones Mixtas (BOM), y cuya búsqueda llevó a las autoridades a descubrir decenas de fosas clandestinas en La Barca, donde había restos de 74 cadáveres.
La brutalidad del cártel, que en esta región encabeza un sujeto apodado “El Chulo” -identificado desde antes de los hechos de las narcofosas- y otro con el alias de “El Diamante”, se hizo patente nuevamente cuando, entre los días 26 y 29 de septiembre, llegaron cuerpos y restos humanos al poblado de Maltarañas, municipio de Jamay, a través del Río Lerma, procedentes de Michoacán.
Primero, un lunes, apareció un cuerpo flotando en las contaminadas aguas del caudal. Más tarde otros dos. Al día siguiente uno más y así las terroríficas escenas se replicaban al paso de las horas y los cuatro días, hasta completar 12 cadáveres. En Michoacán, las autoridades rescataban otro cuerpo para completar 13.
Pronto se vincularon los hallazgos con la desaparición de dos grupos de personas en los municipios de La Barca y Ayotlán, ambos pertenecientes a la Región Ciénega de Jalisco. El primero bordeado por el Río Lerma, que desemboca en el lago de Chapala.
“Malas cuentas”
El día que apareció el último de los 13 cadáveres, dos personas se presentaron a la Fiscalía General para denunciar la desaparición de diez residentes de Ayotlán. La noche previa hubo otra comparecencia para informar del “levantón” de otras cuatro personas, miembros de una familia de La Barca. Resultaron ser los fallecidos. Falta una persona de ser localizada, posiblemente sin vida.
El fiscal de Jalisco, Jesús Eduardo Almaguer Ramírez, confirmó que ambos grupos de víctimas fueron eliminados por la gente del CJNG porque presuntamente conformaban parte de sus células delictivas, conocidas como “Los Bolillos” de La Barca, y “Los Bayos” de Ayotlán, dedicadas al narcomenudeo en sus respectivas poblaciones.
El funcionario dijo que ambas células se coordinaban con el líder del cártel en la región, con cabecera en Vista Hermosa, Michoacán, apodado “El Chulo”. Agregó que las víctimas fueron llevadas a ese municipio, donde fueron asesinadas y arrojadas al Río Lerma.
Sobre las investigaciones, Almaguer señaló que había dos detenidos y fue presentado a declarar un segundo comandante de la Policía Municipal de La Barca; en tanto, el titular de la corporación huyó, por lo que ya se giró una orden de localización en su contra para que comparezca.
El fiscal afirmó que se indaga la posible complicidad de policías de La Barca en la operación del grupo criminal en sus diversas actividades en el municipio jalisciense, donde lo ocurrido hace casi tres años no se erradicó, ni con el cambio de autoridades. “Tenemos amplia información que nos permite revelar que estos sujetos eran conocidos por los ciudadanos temerosos de la violencia y acciones de estos grupos”, remató Almaguer Ramírez.
En cateos realizados por la Policía Investigadora se han asegurado pequeñas cantidades de droga, pero no se ha dado con el paradero de los responsables de los crímenes. Autoridades de la anterior y de la actual administración municipal estarían implicados con el CJNG.
“Chulo” impune
De nada sirvió que a finales de 2013 fuesen encarcelados el comandante Enrique González Hernández y otros 22 policías de Vista Hermosa, Michoacán, quienes prestaban sus servicios de protección e información al cártel a cambio de mil pesos semanales a cada elemento.
Encabezados en ese entonces por Omar Espejo Flores “El Toro” -detenido en diciembre de 2014- y “El Chulo”, los policías michoacanos fueron los autores de la desaparición de los agentes de la Policía Federal Ministerial, René Rojas Márquez y Gabriel Quijada Santiago, el 3 de noviembre de 2013, a petición de ladrones de combustible llamados “guachicoleros”.
La búsqueda de los federales llevó al descubrimiento de más de treinta fosas clandestinas en el municipio de La Barca, Jalisco, colindante en las márgenes del Río Lerma, con Briseñas, Michoacán. Estaban sepultados al menos 74 cuerpos humano en estado de putrefacción.
Los oficiales michoacanos reconocieron tener año y medio al servicio del grupo criminal, que les pagaba su dinero en el estacionamiento de las Farmacias Guadalajara de La Barca, a través del comandante Enrique González. Así detuvieron y entregaron también a tres jóvenes de Los Caballeros Templarios que se dirigían a Colima a robar autos y a un presunto Zeta que escapó de una prisión de Tamaulipas, en 2013.
Con el tiempo no se transparentó la identificación de los restos humanos en La Barca ni se frenaron las ilícitas actividades de “El Chulo”, quien quedó al frente como líder único del clan en la región Ciénega, donde sigue operando, al pasar de una entidad a otra, con el contubernio de cuerpos policiales y funcionarios de diversos municipios.
También se menciona como autor intelectual de la masacre del Río Lerma a un sujeto apodado “El Diamante”, quien podría ser Manuel Cervantes González, sobrino de “El Mencho”, quien ya estuvo detenido a principios de la década y fue exonerado por un tribunal federal en el Estado de Jalisco.