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miércoles, septiembre 18, 2024
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Ayotzinapa: 2 años de mentiras

Miles de personas acompañaron a las familias de los 43 normalistas para exigir “justicia, castigo y verdad” al gobierno de Enrique Peña Nieto, el mismo que se ha encargado de desacreditar a las víctimas y difundir una versión desmentida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. “En tanto no haya pruebas científicas de su deceso, están vivos y hay que seguirlos buscando”, explica el abogado de los padres de los desaparecidos

 Ciudad de México.- Ni la “verdad histórica” de la Procuraduría General de la República, ni la expulsión del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) por parte del gobierno mexicano para que no continuara con sus indagatorias, ni la estancada investigación oficial, han acallado el reclamo por Ayotzinapa.

La noche del 26 de septiembre de 2014, cuando la Policía Municipal de Iguala, Guerrero, disparó contra los estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, quedaron varios cuerpos sin vida, entre ellos los de dos normalistas, un menor de edad integrante de un equipo de futbol, una mujer y el chofer de uno de los autobuses atacados.

También fueron secuestrados 43 jóvenes que se convirtieron en la muestra del desgobierno y de la ausencia del Estado de Derecho en el país.

“Encontraremos a los 43 y a los miles que hacen falta en México”, dice Epifanio Álvarez, padre de Jorge Álvarez, uno de los normalistas desaparecidos, desde el templete colocado frente a Palacio Nacional, luego de que marchara, junto a miles de personas, desde el Ángel de la Independencia hasta el Zócalo capitalino.

Desde las cuatro de la tarde del lunes 26 de septiembre, contingentes caminaron sobre Paseo de la Reforma para recordar a los alumnos de Ayotzinapa. Grupos de universitarios y preparatorianos se unieron a la protesta, también el Sindicato de Telefonistas y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y organizaciones como el Frente Popular Francisco Villa.

Tomó más de tres horas a la totalidad de los manifestantes, ingresar a un Zócalo ocupado por una feria sobre ciencia y tecnología organizada por el Gobierno Federal. Algunos padres de los normalistas ya han tomado el micrófono. La gente sigue llegando.

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Un día más de tristeza, de rabia, de coraje

“Hace dos años, como esta tarde, como esta hora, nuestros hijos todavía estaban a salvo, todavía no sabían lo que les iba a pasar, lo que este pinche gobierno iba a hacer para matarlos”, la voz de Epifanio llega hasta la esquina de Pino Suárez con la Catedral.

Durante dos años, las familias y compañeros de los normalistas han recorrido México y han salido del país para pedir apoyo a la causa. Para pedir a organismos internacionales que coadyuven en las investigaciones. Para mantener viva la memoria de los desaparecidos.

“Desde aquí le decimos a Peña Nieto que cuente bien al pueblo. Aquí le estamos demostrando que esto no va a acabar como él pensó, que íbamos a irnos a nuestra casa y olvidar a nuestros hijos. Peña Nieto se equivocó y esto le va a pesar, porque queremos que sea juzgado, debe ser investigado, no debe quedar impune”, afirma, casi sin hacer pausas para tomar aire.

Entre la multitud, que se extiende sobre la avenida, se observa el número 43 pintado sobre mejillas, portado en camisetas, escrito sobre cartulinas, bordado en mantas, pintarrajeado en banquetas y calles.

Las decoraciones patrias, una campana gigante colocada frente al Zócalo y una tira verde, blanco y rojo colocada sobre el edificio del gobierno de la Ciudad de México, reciben de frente a los manifestantes.

Cuando toca el turno a doña Joaquina Patolzin de la Cruz, lo primero de lo que habla es del dolor.

“Dos años de sufrimiento, de puras mentiras. Este maldito gobierno que no ha hecho nada por nosotros, ese maldito que sigue diciendo que la verdad histórica, nosotros ya no queremos saber nada de la verdad histórica. Cada día que pasa, es un sufrimiento más para nosotros”, la voz se le ahoga en más de una ocasión.

También en más de una ocasión, los padres abordan las difamaciones y desacreditaciones de las que han sido objeto desde hace dos años.

A manera de justificación, la madre del normalista desaparecido Julio César López continúa: “Nosotros no quisimos andar aquí, hay mucha gente que nos dice revoltosos, pero por amor a nuestros hijos, vamos a ir a donde nos digan que están”.

Ese día, familiares de los desaparecidos se unieron a protestas organizadas en Quintana Roo, Jalisco y Michoacán.

Por lo menos en la Ciudad de México, las miles de personas reunidas, superaron en número a la convocatoria de las últimas marchas. Durante más de una hora, escucharon atentos a los padres, repitieron consignas y lanzaron palabras de aliento.

Mario César González Cabrera, padre del normalista Mario González, explicó así el sentimiento: “Para nosotros es un día más de tristeza, de rabia, de coraje, de no poder abrazar a esos chamacos que este día, hace dos años, todavía estaban en la escuela”.

Mientras que Hilda Legideño, mamá de Jorge Antonio Tizapa Legideño, pidió castigo para los responsables de la desaparición, desde Enrique Peña Nieto, el ex gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre y su ex fiscal, Iñaki Blanco; así como Jesús Murillo Karam y Tomás Zerón, el primero ex titular de la Procuraduría General de la República (PGR) y el segundo, ex director de la Agencia de Investigación Criminal de la dependencia.

“No quisiera estar aquí, pero en este lugar nos puso el maldito gobierno desde que se llevó a nuestros hijos. Que nos cuente bien porque somos miles inconformes con los crímenes que está haciendo. Enrique Peña Nieto tiene que ir a la cárcel”, exigió Carmen Cruz, mamá de Jorge Aníbal Cruz Mendoza.

Entre los miles de manifestantes ese día, está Angélica Aguirre. La mujer lleva un cartelón de la protesta por encima de su cabeza, colocado sobre su silla de ruedas. Observa y escucha a los padres desde un costado del templete.

Es la primera marcha a la que acude, lo hace porque “siento a los jóvenes como si fueran mis hijos, no se vale lo que les hicieron, el pueblo está muy harto porque los responsables de tanta sangre es el Estado”.

Angélica vive en Xochimilco, al Sureste de la Ciudad de México y a más de 15 kilómetros del Zócalo, una distancia abismal para tratarse de la capital. Ese lunes pidió salir dos horas antes de su trabajo para alcanzar la concentración.

“Le quiero decir a los padres que estoy con ellos. No conocí a los jóvenes, pero me duele lo que les hicieron”, explica durante la entrevista. 

Foto: Galo Cañas/Cuartoscuro.com

Foto: Galo Cañas/Cuartoscuro.com

 

“Una investigación con más incertidumbres que certezas”: abogado

Cuando se trata de informar sobre el caso Ayotzinapa, Arely Gómez, titular de la PGR, recurre a números, pero no a resultados. Apenas en agosto, durante una reunión con senadores priistas, la procuradora reportó la consignación de 168 personas involucradas en el caso, entre ellos policías municipales de Iguala y Colula.

En casi dos años, la PGR obtuvo 223 autos de formal prisión y 209 órdenes de aprehensión, además de mil 678 intervenciones periciales desde criminalística de campo hasta química forense.

Son cifras huecas para los afectados. Al término de la marcha, Vidulfo Rosales, representante legal de los padres de los 43 normalistas, opinó que la línea de investigación es “muy limitada, con más incertidumbres que certezas”.

“No está establecido el paradero de los estudiantes, hay líneas de investigación sueltas que el gobierno se niega a seguir”, narró.

Para el abogado, quien acompañó a los padres durante el mitin, si el gobierno mexicano continúa con las líneas de investigación recomendadas por el GIEI y permite la presencia del mecanismo especial de seguimiento a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ese binomio “le dará oxígeno a las investigaciones”.

Aunque son dos años sin saber de los normalistas, Vidulfo Rosales considera que la búsqueda con vida de los estudiantes se trata de una exigencia al gobierno mexicano que no puede extinguirse.

“En tanto no haya pruebas científicas de su deceso, para los padres de familia, están vivos y hay que seguirlos buscando. Corresponde al Estado, demostrar con evidencia científica, lo contrario”, aseguró.

Todavía la mañana del 26 de septiembre, horas antes de la marcha, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, durante un evento para mujeres indígenas, habló del caso Ayotzinapa.

La Secretaría de Gobernación tituló así el comunicado, “Reitera el Secretario de Gobernación, el compromiso del gobierno de la República por esclarecer los hechos ocurridos hace dos años en Iguala, Guerrero”.

“Lo he dicho antes y lo repito: ni olvido para las víctimas ni perdón para los culpables. Ese es el compromiso del Gobierno de la República”, declaró.

El GIEI emitió 941 peticiones al Gobierno Federal en el caso Ayotzinapa para brindar certeza a las investigaciones y actuar en respeto a los Derechos Humanos. Entre ellas, está la falta de evidencia científica sobre la versión de que los normalistas fueron incinerados en el basurero de Cocula, Guerrero. Ni así, la versión del Gobierno Federal no ha cambiado.

Foto: Galo Cañas/Cuartoscuro.com

Foto: Galo Cañas/Cuartoscuro.com

 

“El caso se cierra si se olvida, y si olvidamos, no hay verdad”: normalista

Ángel Mundo Francisco es uno de los normalistas que sobrevivió la noche del 26 de septiembre de 2014. Al término de la marcha, conversa y ríe con dos jóvenes más y un hombre mayor, a espaldas del templete.

Minutos antes de que se retire para abordar el camión que trasladará a los familiares, normalistas y grupos de apoyo, conversa con ZETA.

“El caso se cierra si se olvida, y si olvidamos, no hay verdad. Es por eso que en este segundo año, es importante mantener fresca la memoria de los mexicanos para que este caso no quede en el olvido ni en la impunidad, como muchos otros han quedado”, detalla.

Con una voz seria, casi solmene y pocas expresiones faciales, el joven contrasta con el bullicio de quienes pasan a un lado de él.

“El movimiento de Ayotzinapa son tres palabras: justicia, castigo y verdad. Justicia para aquellos compañeros caídos o que se encuentran en estado delicado de salud, castigo para cada una de las personas que tuvieron participación directa o indirectamente con lo ocurrido, y la verdad, que no queremos más mentiras”.

Entre los últimos en permanecer en el lugar, mientras tablas y equipo de sonido están siendo desmontados con rapidez, se encuentra Ulises Gutiérrez Solano. Es hermano del normalista Aldo Gutiérrez, quien desde hace dos años permanece en estado vegetativo causado por un infarto cerebral, luego de que un proyectil de arma de fuego le atravesara la cabeza.

Desde Guerrero, cada semana, dos hermanos o familiares de Aldo se trasladan a la Ciudad de México, donde se encuentra hospitalizado, para asearlo, estar pendientes de su estado de salud y cuidarlo.

Al final, su reclamo es el mismo de quienes ese día pisaron el corazón de la capital del país y de otros miles que se suman a su causa en México, “a dos años no encontramos justicia, hay impunidad, no hay esclarecimiento del caso… ver el apoyo de la gente que clama con las mismas voces de los 43, de los caídos y de los heridos, nos motiva a seguir luchando”.


Tijuana se une con Ayotzinapa

En Tijuana, activistas y ciudadanos se congregaron en el Monumento a Cuauhtémoc de la Zona Río, para recordar el segundo aniversario de la desaparición de 43 estudiantes de Normal Rural de Guerrero, el lunes 26 de septiembre.

Foto: Jorge Dueñes

Foto: Jorge Dueñes

La reunión estuvo acompañada de fuertes críticas al sistema político mexicano y en particular a las deficiencias en la administración del Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.

La organización Frente Único de Lucha, compuesta por diversas organizaciones como la disidencia magisterial de la entidad, agrupaciones juveniles de izquierda e incluso integrantes inconformes con la dirigencia local del partido político Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) se hizo presente.

En la glorieta, y con el paso de cientos de vehículos, los manifestantes hicieron sonar música con tintes de protesta, colocaron banderas del Frente Popular Revolucionario, mantas alusivas a las desapariciones a los pies de la estatua del emperador azteca, y carteles con los rostros de los normalistas, exigiendo a las autoridades federales esclarecer su paradero.

En lo alto del monumento, la bandera mexicana lucía al revés a manera de protesta, otra ondeó en blanco y negro. Los manifestantes acusaron al principal mandatario nacional de ser “un monigote de las transnacionales”.

Cuando terminó la protesta, los ahí reunidos dieron el pase de lista de cada uno de los normalistas. Daniel Gastélum

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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