Proveniente de la Arquidiócesis de Tlaxcala, el Arzobispo Francisco Moreno Barrón arribó a tierras tijuanenses el jueves 14 de agosto de 2016. Apenas habían transcurrido seis días cuando sujetos desconocidos allanaron su residencia ubicada en Lomas de Agua Caliente. Mientras el clérigo se encontraba desayunado, detectó que una mesa no estaba en su lugar, una de las ventanas se encontraba abierta y la puerta de malla en el piso. Al revisar sus pertenencias, descubrió que le hacían falta dos báculos -bastón religioso-, los cuales cada uno de ellos se encontraba en un portafolio color negro. Una denuncia por el delito de robo calificado a casa habitación, fue interpuesta por Monseñor Moreno Barrón y una monja, el 20 de agosto a las 10:21 de la mañana, así quedó asentado en el Número Único de Caso 204-2016-08564. Se desconoce si ese fue el motivo que originó que el sacerdote solicitara a la Secretaría de Seguridad Pública de Tijuana protección personal, que le cuiden en su tránsito por la ciudad. Por lo pronto y en un acto personal, el alcalde de Tijuana, doctor Jorge Astiazarán, le proveyó de herramientas digitales para su protección, y elementos de la Municipal dan rondines por las cercanías de la casa del Arzobispo. Lo que para muchos ya es extraño es que Monseñor Francisco Moreno acuda a escasos actos públicos, y en representación de la Iglesia tenga participación el Administrador Apostólico o Arzobispo en retiro, Salvador Romo Muñoz, quien por cierto, sí contaba con seguridad.
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