Las redes sociales han sido, a lo largo de cuatro años, uno de los medios de comunicación preferidos del Presidente Enrique Peña Nieto. A través de estos mensajes cibernéticos, el Ejecutivo ha dado a conocer sus principales logros y ha decidido resolver las dudas de los mexicanos. Basta recordar cómo anunció la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán, seis meses después que se le escapara.
El internet pareciera ser la manera que encuentra más fácil para dar sus versiones, decir poco y a su gusto, sin embargo, han sido precisamente estas redes las que han facilitado el espacio para convertirlo en el mandatario mexicano más insultado y vilipendiado públicamente del que se tenga conocimiento en la era moderna.
Sus errores en los discursos, cuando confunde términos, apellidos, nombres de libros o sus autores, cuando sus palabras y pensamientos positivos van en sentido contrario a la realidad de sus gobernados, cuando intenta desacreditar movimientos sociales, cuando invita a este país al candidato presidencial Donald Trump, con sus abiertos sentimientos xenofóbicos, y que acostumbra a insultar a los mexicanos. Desde su candidatura a la Presidencia en 2012, todo ha sido oportunidad para generar cientos, miles de memes para saturar el ciberespacio y abiertamente hacer mofa de las incapacidades o equivocaciones del titular del Primer Mandatario.
Al igual que crece la incidencia delictiva del país, el escarnio en su contra ha ido en ascenso. Y de la misma forma en que han descendido los índices de la economía mexicana, su popularidad se ha desplomado.
Desde diciembre de 2011, cuando acudió a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara como candidato puntero en las preferencias electorales para la Presidencia y confundió nombres de libros y autores cuando intentó mencionar sus favoritos, hasta cuando en mayo del mismo año debió enfrentar, primero, las manifestaciones de desagrado de estudiantes de la Universidad Iberoamericana (UIA), a quienes el equipo de campaña intentó desacreditar.
Y después un video en YouTube de 131 alumnos del mismo plantel evidenciando las mentiras de los priistas que los habían acusado. De ahí el movimiento #YoSoy132 que rechazaba, entre otras cosas, la imposición de Peña como favorito a través de los medios de comunicación.
Otro ejemplo sucedió el 10 de mayo de 2013, a través de Twitter los usuarios convirtieron el hashtag #ChingaTuMadreEPN en tendencia mundial. Las ciber burlas -forjadas a pulso en su mayoría- han continuado, pero este año, este mes adquirieron niveles más serios.
Tras los desastrosos resultados públicos de la visita y la entrevista de Peña con Trump -31 de agosto-, a través de un tuit surgió el movimiento #RenunciaYa, el 2 de septiembre, y se promovió a través de activistas y artistas, citando a una manifestación el día 15, previo a la ceremonia del Grito de Independencia; la convocatoria reunió a 5 mil personas, otros contabilizaron 2 mil. A estas alturas 500 o 5 mil, al final Peña quedó convertido en el Presidente al que sus gobernados le exigieron públicamente la renuncia.
Antes de esto, el director general de Milenio Diario, Carlos Marín, le expresó a Peña en televisión nacional lo que muchos mexicanos refunfuñaban frustrados en sus casas. Concretamente le dijo que no lo representaba, con palabras e imágenes le reclamo un comportamiento pusilánime por haberse dejado insultar en su casa.
Durante las dos primeras semanas de septiembre, diversos analistas hicieron un festín burlón en torno al titular del Ejecutivo, incluso tras definir cuidadosamente las palabras y explicar por qué su aplicación era correcta. Lo llamaron estúpido y traidor.
Al final, las mediciones y diversos organismos anunciaron que la aprobación de Peña anda entre el 30 y el 29 por ciento. Aún faltan dos años de gestión y el 70 por ciento de los mexicanos no creen en su Presidente.
Mientras el licenciado Peña y su gabinete con sus malas decisiones postergan el no combatir la corrupción, no tener un compromiso en la ofensiva contra la inseguridad ni mejorar el desempeño de la economía, no parecen entender que para gobernar necesita el apoyo de la gente, no el repudio que ha pasado de la redes sociales a las calles de México.
En este momento, Enrique Peña Nieto está convertido en un Presidente al que sus gobernados no respetan, en el que no confían, y al que los criminales no temen. Y todavía restan dos años de gobierno.