El narrador español celebra 70 años con su nueva novela “Desde la sombra”, editada por Seix Barral. “El tipo de literatura que me ha interesado es aquella que indaga en lo misterioso cotidiano”, refiere a ZETA el autor
Un narrador fundamental de esta época es Juan José Millás, que por cierto, desde 2012 no visitaba México. Fue en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) de ese año cuando presentó “Articuentos completos” (Seix Barral, 2011) y “Vidas al límite” (Seix Barral, 2012).
Casi cuatro años después, en septiembre de 2016, Millás regresó a México para ser testigo del primer Hay Festival Querétaro, donde compartió su más reciente novela “Desde la sombra” (Seix Barral, 2016), con la participación de la periodista y escritora Irma Evangelina Gallo.
Millás volvió a México en un año especial para él, pues cumple 70 años (Valencia, 31 de enero de 1946), onomástico que celebra precisamente con su más reciente entrega, “Desde la sombra”. A propósito de sus 70 años manifestó, para empezar en entrevista con ZETA, que en su trayectoria el placer le ha ganado al sufrimiento:
“Pues mire, la verdad es que en líneas generales me encuentro bien, no como un chico de 20 años, pero bueno, no tengo grandes achaques, tengo una vida muy activa; e intelectualmente me siento mejor que hace 20 o 30 años; y también mi relación con la escritura ha mejorado en el sentido de que es menos ambivalente que entonces, es decir, ahora me busco menos coartadas para no escribir porque ha vencido el placer; quiero decir que durante años escribir me gustaba mucho, pero me producía también mucho sufrimiento, digamos que ha ido ganando una batalla el placer”.
La vida vista desde un armario
Un día, Damián, el personaje principal de “Desde la sombra”, se esconde en un armario huyendo de un robo que cometió en un mercado; pero no alcanza a salirse pronto, sino que el mueble es vendido a una pareja, Lucía y Fede, y transportado con el intruso adentro. Entonces, cuando la pareja instala el viejo armario en su casa, Damián se queda escondido y logra permanecer en su nuevo hogar, se adentra en la vida cotidiana de los dueños, hasta que un día toma una decisión crucial que el lector querrá saber gracias a la maestría del narrador.
— ¿Cuál es el origen de “Desde la sombra”, donde un viejo armario como escondite juega un papel fundamental?
“Bueno, el origen está en mi propia biografía, puesto que el armario que se describe en esta novela es idéntico a un armario que hubo en el dormitorio de la casa de mis padres, era uno de esos armarios que ya prácticamente no existen porque han sido sustituidos por los armarios empotrados, era uno de estos armarios que llamaban de tres cuerpos, que eran gigantescos por lo menos desde la perspectiva de un niño y que eran de un lado muy atractivos y del otro lado muy inquietantes, porque aunque entonces no los pudiera verbalizar de este modo, yo creo que aún niño presentía que el armario metaforizaba el útero materno porque uno se escondía allí y aquello estaba lleno de olores, de las faldas de mamá, de la ropa de mamá o de los pantalones de papá.
“De manera que metaforizaba de un lado el útero, pero de otro lado uno sentía que metaforizaba un ataúd, puesto que los ataúdes son de madera, son obscuros, son cerrados; pero también metaforizaba de algún modo el propio inconsciente, o por lo menos hay un inconsciente familiar, porque en esos armarios tan profundos se guardaban estos objetos que hablaban de la biografía de la familia. Por ejemplo, en estos armarios siempre solía haber una caja de zapatos llena de fotografías, y en esas fotografías estaba toda la historia familiar.
“Yo me relacionaba mucho con aquel armario cuyo nombre ya me impresionaba, porque llamar a un mueble ‘armario de tres cuerpos’, tiene una carga biológica, un cuerpo, pues eso resultaba muy inquietante, y bueno, ese armario fue tan importante en mi vida, porque además el día en que me iba al colegio mis padres me llevaban a pasar el día en su cama, que era una cama oceánica también en relación a la mía, y cada vez que me incorporaba pues me veía en el espejo del cuerpo central de ese armario, como si yo estuviese dentro del armario y me estirase a mí mismo desde allí.
“El armario me acompañó toda mi vida, incluso en mi juventud, cuando empecé a escribir, escribí tres o cuatro cuentos cuyos protagonistas eran los armarios, y tuve la ambición de escribir un libro de relatos cuyos protagonistas fueran los armarios, pero no fui constante y no conseguí reunir el número de cuentos suficientes para un volumen.
“Entonces, en un momento determinado de mi vida, hace tres o cuatro años, algo debió motivarme, pero no sé qué, me volvió a la cabeza la imagen de aquel armario, y con mucha frecuencia cuando salía a caminar, pues yo cuando camino pienso mucho en la novela que tengo entre manos o en la historia, o bien cuando me metía en la cama en esos momentos que preceden a la llegada del sueño, yo mismo me imaginaba dentro de un armario de esas dimensiones, viviendo allí y observando desde allí la vida de otros; ése es el origen, ahí empezó todo”.
“Todos tenemos un relato de nosotros mismos”
La propuesta de Juan José Millás es sumamente interesante porque su personaje principal, Damián, se narra a sí mismo a través de un “amigo imaginario”; por supuesto, la tesis del narrador va más allá de la jerga de la psicología.
— “¿Por qué había necesitado desde siempre a un intermediario para comunicarse consigo mismo”? (página 138), dice en alguna parte el narrador omnisciente cuestionando al personaje principal. ¿Podría desarrollar en términos literarios o de propuesta estética, esta idea del “intermediario” para narrarse a sí mismo a través de una construcción mental?
“Bueno, yo creo el personaje de mi novela, que es víctima de la cultura televisiva, tiene que ver con que repite un modelo que está viendo en la televisión todos los días, que es gente que es entrevistada, y su sueño por lo tanto es ser entrevistado en un programa de gran audiencia, porque eso de verse a sí mismo a través de otro implica que hay un reconocimiento del otro, a nosotros gran parte de nuestra identidad nos la proporcionan los demás, somos como nos miran en cierto modo; y este hombre, que es un hombre que tiene mucha dificultad para relacionarse con la gente, para encontrar su lugar en el mundo, lo encuentra, imaginariamente al menos, cuando es entrevistado para la televisión para un programa con gran audiencia, con eso compensa la falta de reconocimiento que tiene en la vida real.
“Yo creo que todos tenemos un relato de nosotros mismos, que vamos desarrollando en monólogos interiores; cuando uno va en el metro, en el autobús, va mirando la gente, por la expresión de sus rostros puede imaginarse que se están narrando a sí mismos, todos se están narrando continuamente; lo que pasa es que la persona elige la fórmula, y la fórmula que ha elegido Damián para hablar consigo mismo es precisamente a través de esta entrevista imaginaria por un entrevistador de televisión, y de este modo se va construyendo, con las preguntas que le hace el entrevistador y que las hace el propio Damián, naturalmente, puesto que el entrevistador es imaginario y las respuestas que él da; por lo tanto, está narrándose a sí mismo, y a la vez, se va construyendo a sí mismo”.
“No hay nada más raro que la gente normal”
Juan José Millás prefiere personajes comunes de la vida cotidiana para cimentar su obra literaria como novelista y cuentista.
Así llega el momento de preguntarle cómo construye aquellos personajes comunes:
“Lo que pasa es que la construcción de los personajes no es lo mismo que la construcción de un puente o una casa; quiero decir, el ingeniero que hace un puente, antes de empezar a construirlo ya lo tiene completamente diseñado; o el arquitecto que hace una casa, antes de que se ponga la primera piedra está completamente diseñada. Los personajes no se construyen así, se construyen en gran medida de manera inconsciente, quiero decir, que uno parte de algo que puede ser una descripción física y a partir de ahí el personaje va creciendo, y uno no es muy consciente de cómo va construyendo; es decir, no hay un manual de instrucciones para construir un personaje como sí lo hay para construir puentes o para construir casas.
“En muchos talleres literarios precisamente hay una asignatura que llaman Construcción del Personaje, que a mí siempre me ha asombrado mucho porque parece que tratan de imitar la construcción de un puente; yo no creo que sea posible construir un personaje de ese modo; quizá los autores de best sellers lo construyan así, pero en mi caso no, en mi caso yo parto de un rasgo que puede ser un rasgo físico o un rasgo sicológico, y a partir de ahí el personaje va creciendo orgánicamente, pero sin manual de instrucciones”.
— ¿Los personajes van hacia donde Usted quiere como narrador?, o llega el momento en que tienen vida propia y van hacia donde les da la gana…
“Yo creo que es juego a medias, es decir, porque es verdad que tú a veces tratas de dirigirlos hacia un lado, pero te das cuenta de que en la lógica interna de ese personaje impide ir hacia ese lado; es decir, que uno es víctima de lo que escribe.
“Entonces, un personaje que has dicho que es bajo pues no puede ser alto, porque rompería toda la lógica interna, o un personaje del que has dicho que es ciego pues no puede ver; pongo estos ejemplos digamos extremos, pero en la construcción de personajes se dan cosas muchísimo más sutiles que tu oído tiene que percibir; esto no pasa solamente en relación al personaje, pasa en relación al relato en general.
“En el momento en que uno escribe el primer párrafo de un cuento ya ahí hay una lógica a la que uno tiene que atenerse, si rompe esa lógica, la novela o el cuento fracasa; no puedes hacer que un personaje haga algo que contradice la descripción que has hecho de él; en ese sentido el personaje va hacia donde tú quieres, o sea, el personaje se mueve desde una lógica que has creado tú, pero a veces esa lógica se rompe por falta de oído y tienes que corregirlo, de manera que hay ahí un juego dialéctico entre el personaje y tú, pero en todo caso lo que el personaje no puede hacer es romper la lógica desde la que ha sido creado; es decir, un manco no puede tener dos manos, si es manco es manco”.
— ¿Por qué le interesan a Juan José Millás los personajes de la vida cotidiana, a diferencia de algún personaje histórico o famoso?
“Yo me muevo mejor en la cotidianeidad. El tipo de literatura que me ha interesado es aquella que indaga en lo misterioso cotidiano; porque creo que el misterio anida en lo cotidiano, yo no creo que haya que irse a mundos muy alejados para encontrar cosas raras; yo creo que no hay nada más raro que la gente normal; la gente normal es realmente rara, y es el mundo en el que yo trato de indagar, en el que trato de aprender algo, yo no me veo como un autor de novela de ciencia ficción, nunca me ha interesado, vagamente como lector he podido leer algo, pero como autor no; como autor me interesa más indagar en lo misterioso cotidiano, en lo que es familiar, pero me interesa indagar en lo familiar para desfamiliarizar al lector de lo que le es familiar. O sea, yo creo que ésta es una de las obligaciones del escritor: que el lector sienta como extraño algo que hasta la lectura de ese libro sentía como familiar”.
“Prefiero la intensidad a la intención”
Estructurada en tres partes, “Desde la sombra” está narrada a través de capítulos cortos muy intensos que por supuesto remiten a la vocación de cuentista de Juan José Millás:
“Bueno, yo soy un escritor de corto y medio aliento, nunca he escrito novela excesivamente larga, la literatura en que me muevo es ésta porque yo cuando escribo corto mucho, porque prefiero la intensidad a la intención.
“Esta novela, cuando me puse a reescribirla, para la versión final, pues ocupaba el doble de lo que ocupa la versión definitiva, pero es porque yo corto mucho, podo mucho y soy muy partidario de que aquello que se puede decir en cinco palabras no se diga en diez; ya digo, todo esto involucra la intensidad, siempre he preferido la intensidad a la intención”.
— Finalmente, después de la poda, ¿quedó satisfecho con la versión final de “Desde la sombra”?
“Pues en el grado de satisfacción que uno puede obtener en las cosas que hace, sí; siempre uno se queda muy lejos de lo que ambiciona, pero es que es el motor de la vida el deseo; es decir, si la mariposa nocturna cuando alcanza su deseo, que es la llama, se achicharra, ¿no? El motor de la vida es el deseo porque nunca llegamos a alcanzar lo que deseamos, de manera que la satisfacción que uno tiene al acabar una novela que entrega al editor siempre es parcial, nunca es total; pero vamos, en los niveles de aceptación de uno mismo y de lo que uno hace, pues sí me quedé satisfecho”.