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jueves, octubre 3, 2024
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Sully

Es muy difícil abordar un caso verídico y polémico, y pretender contar lo que realmente sucedió. Pero no es ningún secreto que Clint Eastwood tiene una preferencia por este tipo de historias.

Por eso seguramente se fijó en el Capitán Chesley Sullenberger, mejor conocido como Sully, quien en 2009 hizo lo imposible al aterrizar forzosamente el vuelo 1549 de US Airways en el Río Hudson, salvando a todos los que iban a bordo.

De acuerdo a los hechos, al despegar la nave se topó con una parvada de gansos silvestres y el impacto dañó ambos motores. Las consecuencias pudieron haber sido trágicas y eso es lo que el director deja muy en claro cuando primero vemos al avión a punto de estrellarse con los rascacielos de Nueva York, mientras que desde la torre de control del Aeropuerto LaGuardia se giran instrucciones al piloto para volver a la pista.

Nosotros, los tensos espectadores, sabemos lo mismo que Sully: cumplir esa orden es ya imposible. Y eso es justo lo que Eastwood quiere que sepamos antes de entrar en el meollo del asunto, que es el señalamiento de las autoridades federales en contra del piloto y del copiloto Jeff Skiles.

Sully es brillantemente interpretado por el buen Tom Hanks, mientras que Aaron Eckhart hace lo suyo como Skiles y, en consecuencia, obtenemos el resultado correcto, una poderosa interpretación donde un gesto heroico convierte a sus protagonistas en víctimas del escrutinio de un gobierno que los investiga y que de fallar en su contra, les retiraría no solo su empleo, sino su pensión.

Por un lado tenemos los testimonios de la tripulación, los pasajeros y la torre de control a favor de Sully, por otro está la llaga que expone la prensa y la precisión de una tecnología con la que se pretende demostrar el error que Sully cometió al presionar ese maldito botón rojo.

Así volvemos a enfocarnos en Hanks y esa sabiduría para encarnar al personaje con la calma de un hombre que, pese a tanta presión, sabe que procedió como debía hacerlo, ante todo el escrutinio que viene después.

Más que emitir juicios, Eastwood sobresale porque expone todas las piezas y deja al público armar su propio rompecabezas en torno a una acción milagrosa que tal vez fue obra del destino o del talento de un hombre excepcional, poseedor de una frialdad en medio de la crisis que le permitió responder al desastre con esa calma.

Más que decirlo, hay que verlo, hay que sentirlo, ponerse en los zapatos de Sully. Eso es lo que Eastwood y Hanks nos permiten hacer, y por eso el trabajo que logran es, en sí mismo, fuera de lo común. Si el suceso de los gansos es o no creíble, esa es otra cosa. ****

Punto final.- Ahora sigue “Snowden”…

Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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