Todas las salas que exhiben esta película deberían tener una advertencia: si viene al cine a desesperarse, pásele. El filme, dirigido por el uruguayo Fede Álvarez, narra la terrible sorpresa que se llevan tres jóvenes de Detroit que entran a robar a la casa equivocada.
En un principio, el blanco que escogen Rocky (Jane Levy), Alex (Dylan Minnette) y Money (Daniel Zovatto) es muy fácil de vencer: un veterano (Stephen Lang) de la guerra de Irak que está ciego, que vive atormentado por la muerte de su hija que falleció atropellada por un conductor que finalmente fue liberado, y que, según esto, guarda 300 mil dólares en algún rincón de su ruinoso domicilio.
Pero este hombre no es un hueso nada fácil de roer y de pronto los victimarios terminan convertidos en víctimas, cosa que ya sabíamos desde un principio, pero lo que no imaginamos es la capacidad del director para crear suspenso a partir de una estupenda iluminación y fotografía de Pedro Luque, en conjunto con el impecable trabajo de edición y sonido.
Cada ruido pone los nervios de punta, cada imagen imprecisa hace volar la imaginación conforme el público se vuelve testigo de la muy peligrosa locura del ex combatiente expuesta en pantalla.
A ratos uno quisiera que todo terminara, pero la tensión es contagiosa. El chiste es que este soldado no escuche a los aprendices de ladrones, pero en ese proceso uno también deja de respirar y adiós palomitas, cualquier ruido puede ser catastrófico incluso para el espectador que ya se siente dentro de esa casa tenebrosa.
Bravo por Álvarez, que bien supo cómo lograr este efecto y entregar un sólido largometraje construido a base de buenos personajes, actuaciones convincentes y una maestría aquí probada para el suspenso y el horror, aunque de tanto se implora que todo esto termine. *** y media.
Punto final.- A ver qué tal le va a Nick Jonas en el cine con el estreno de “Goat”.
