Por la calle Segunda bajó el desfile del Día de la Independencia que organizó el Ayuntamiento de Tijuana esta mañana, pero al pisar la Avenida Revolución los contingentes marcharon al Reloj Monumental y ahí se desintegraban. Para festejar 206 años de vida independiente, autoridades planearon cruzar la vialidad más famosa de la región hasta la calle Séptima, pero no alcanzó la gente.
La conmemoración oficial del inicio de nuestra historia fue sólo evento de unas pocas cuadras, pasó desapercibido, incluso, para el resto de los cuadrantes de la Zona Centro.
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Es más, la mayoría de los curiosos alegres con cámaras y vitoreos más que patriotas eran parientes de los policías, militares, bomberos, niños de primaria y cuanto grupo caminaba asoleado al Antiguo Palacio Municipal, en cuyo balcón el alcalde contemplaba el acto en su último año, rodeado de subalternos y escoltado por el General de la Segunda Zona Militar.
El doctor Jorge Astiazarán Orcí a veces ni atención ponía a lo que se supone que hacía, tan sólo en la amena convivencia con sus funcionarios. De más está decir que los marchantes, principalmente los niños, tampoco lo miraron, más preocupados por evitar asolearse que por venerar autoridades.
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Aviones de la Fuerza Área Mexicana sobrevolaron el centro histórico de la ciudad, maniobraron, y así, cientos de personas descubrieron que ahí, su gobierno había preparado una ceremonia.
Cuando terminó, el primer edil bajó las escaleras del Instituto de Arte y Cultura, su avanzada a sus espaldas y de frente, fotógrafos del Ayuntamiento, personal de relaciones públicas y comunicación social, escoltas, secretarios y directores de gabinete: el aparato burocrático sirviendo de escudo humano frente a la prensa que esperaba.
Se le preguntó a Astiazarán sobre el hallazgo de un cadáver anoche en la Delegación Sánchez Taboada, sobre la narcomanta que lo acompañaba, sobre las amenazas a mandos policiacos, “¿qué está sucediendo en la ciudad?” le cuestionó una reportera.
Fotos: Agustín Reyes/Jorge Astiazarán Orcí
El presidente municipal contestó con que el problema principal es la drogadicción, y que los desmembrados, las amenazas, afectan a “los que se dedican al trasiego, a la venta y al consumo de drogas”, pidió a la sociedad denunciar cualquier acto ilegal, porque – afirmó – “todo mundo conocemos a alguien que utiliza las drogas”.
No fue suficiente para desviar a los periodistas. Las amenazas contra mandos policiacos, los balazos contra escoltas, las advertencias directas desde el crimen organizado fueron el siguiente tema, el secretario de Seguridad Pública, José Luis López Medina, respondió:
“El ataque del compañero, ya lo explicamos nosotros: no vamos a bajar la guardia ni vamos a quitar el dedo del renglón, si esa manta que la vimos totalmente bien estructurada y escrita, nada parecido a una narcomanta como había venido sucediendo será por el trabajo que venimos haciendo, Policía Municipal no baja guardia.”
Ahí dejó el turno a José Ricardo Bárcena Rosiles, comandante de los militares de la Segunda Zona, quien solamente enlistó las bondades de las bases de operaciones mixtas y la colaboración con los tres niveles de gobierno, y presumió que de tener tres patrullas del Ejército Mexicano, ahora habrá cuatro en la ciudad. También habrá más elementos orientados al patrullaje, en los sectores más peligrosos según las dependencias de seguridad.
Después todos se fueron, López Medina no dio mayor detalle de los operativos, de las amenazas a sus agentes, de las balas que han recibido, de los carteles que se disputan el control de las colonias trabajadoras, a pesar de que los reporteros lo solicitaron varias veces, y caminó rápidamente detrás de su jefe para abandonar el recinto. Apenas habían pasado 10 minutos de la clausura del Desfile y ya no quedaba rastro afuera.
Foto: Agustín Reyes/José Luis López Medina
