Más de 128 mil firmantes exigen que al Presidente de la república se le revoque su título universitario, ante los señalamientos de plagio académico en su contra
El desgaste que ha sufrido la figura presidencial, con escándalos de conflicto de intereses o de despilfarro, parece reafirmarse con revelaciones como la investigación que la periodista Carmen Aristegui dio a conocer el domingo 21 de agosto, a través de las redes sociales: el plagio en el que incurrió, para titularse como abogado por la Universidad Panamericana en 1991, el hoy Presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
Falta presunta, considerada como robo de información, a propósito de la cual, desde la Presidencia, a través del portavoz Eduardo Sánchez, se aseguró que se trataba de “errores de estilo”. Deslices atribuibles a un pasante mexiquense oriundo de Atlacomulco, que para entonces ya pertenecía a las filas del Revolucionario Institucional. El propio reglamento de la UP, en su artículo 114, prohíbe “violentar derechos de autor” y define el plagio como una acción “grave”.
La Panamericana emitió un comunicado, a efecto de aclarar que esa casa de estudios “cuenta con procedimientos para que los procesos de titulación cumplan con los requisitos previstos en la normatividad”; e informar que “la Facultad de derecho de la Universidad estará a cargo de revisar lo concerniente a este tema”.
Estudiantes de esa institución académica, se manifestaron en la página de internet “Change.org”, con el objeto de exigir “se le retire el título a Peña Nieto”; medida que se propone como “lo más lógico y justo” a realizar, después de que la autoridad universitaria correspondiente, corrobore “las pruebas presentadas en el reportaje”. Por lo que a la petición estudiantil respecta, en concordancia con el enfoque del mismo portal, se encuentra activado un recuadro destinado insertar firmas de apoyo. Al cierre de esta edición, en calidad de respuesta aparecía una cifra de 128 mil 824 firmantes.
De acuerdo a la indagación periodística, a cargo de Aristegui Noticias y sustentada en un análisis realizado por un grupo de académicos: 28.8 por ciento de la tesis universitaria, titulada “El presidencialismo mexicano y Álvaro Obregón”, fue extraído de otros trabajos y el mandatario habría plagiado parcialmente a diez autores. El detalle fue que, según se revela, Peña Nieto no manejó citas bibliográficas ni recurrió al entrecomillado, para incorporar el material apropiado; lo cual es considerado una falta a la propiedad intelectual, protegida por el Estado.
Como parte de lo reproducido, o retomado, se menciona inclusive, 20 párrafos copiados palabra por palabra de un libro del ex Presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988); lo que da una idea de la deliberación con que se pudo haber realizado ese acto.
El desgaste
La presunta buena fe que mostró Peña Nieto el pasado mes de julio al ofrecer disculpas por la “indignación” que ocasionó el caso de conflicto de intereses “Casa blanca”, en el que se vio involucrado, se tambalea ahora que se le atribuye otro episodio de deshonestidad: plagio académico para titularse en 1991. Señalamiento que tiende a reducir todo posible beneficio de la duda que se le otorgue a pesar de las controversias que lo han marcado como primer mandatario; pues semejante acusación da una idea de que, en materia de prácticas incorrectas, el político priista tiene antecedentes.
Atrás quedaron los puntos a favor que acumuló durante la primera etapa del sexenio, con el impulso que le dio al Pacto por México, manteniendo a partir de la conciliación, un clima político de concordia, con corrientes perredistas a favor del programa de reformas, aún en 2013, y Gustavo Madero como presidente del PAN en 2014, todavía mostrándose anuente a la vigencia de esa “agenda de compromisos”.
Luego vendría la primera mancha de la administración peñista: la desaparición de 43 normalistas de la comunidad guerrerense de Ayotzinapa, en 2014; hechos por los que se le dictó formal prisión a quien fuera presidente municipal de Iguala, Guerrero, José Luis Abarca. El manejo de la tragedia por parte de la administración federal produjo inconformidad generalizada, una vez que el entonces titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, a partir de suposiciones acerca de que los estudiantes fueron incinerados por la delincuencia organizada, calificara el acontecimiento de “verdad histórica”.
El mismo mes y el mismo año se suscitó la polémica por la adquisición de la llamada “Casa blanca”, a grupo Higa, constructora que durante el sexenio de Peña Nieto como gobernador del Estado de México se benefició con licitaciones públicas.
A estos casos controversiales, todavía en 2015, vino a sumarse el escándalo por despilfarro atribuible al Presidente, en vista del viaje que realizó a Londres con una comitiva de 200 personas, entre funcionarios públicos, familiares y demás acompañantes; suceso que el rotativo británico Huffington Post calificó como de excesos indignantes.
Una carrera de escándalos, el paso de Peña Nieto por la administración federal. Cuando todavía faltan más de dos años para que finalice el sexenio.