Política Breve y de Emergencia
El presidente Peña Nieto de nuevo está metido en un “berenjenal”, para donde se mueve complica su tarea. Con el problema de la CNTE, si quita bloqueos mal, si deja los bloqueos mal, si hay diálogo permanente mal, no hay diálogo mal; si combate la corrupción con las leyes ya vigentes mal, pero si no la combate mal también; si continúa con las acciones derivadas de las reformas educativa, energética, hacendaria, de comunicaciones, muy mal, pero si las detiene peor; si disminuye el gasto público, también a renglones prioritarios y poder evitar mayores descalabros financieros, pésimamente mal, pero si no lo hace desastre total; si da su reacción sobre “el plagio” de párrafos de su tesis profesional, mal e insuficiente y si no hubiera dicho nada, definitivamente muy mal. Como el presidente no tiene vocación de cuetero para resistir tanto embate, algo debe hacer urgentemente en su gobierno porque todos los temas le revientan.
Lo primero que viene a la mente para procurar un análisis del grave contexto en el que está inmerso el gobierno federal es la integración actual de su gabinete, puesto de otra manera, ¿pues qué el presidente no tiene colaboradores?, ¿a dónde están los funcionarios del primero, segundo y tercer nivel que le paren alguna bronca?, ¿en ese gobierno es ley que todas las cargue el presidente? Bueno, ¿pues qué de verdad nadie le ayuda?
Pero vaya un razonamiento. Los temas candentes del gobierno (que pudiera ser cualquiera), están siendo atendidos principalmente por los secretarios considerados presidenciables: gobernación, educación, hacienda, desarrollo social y los que irresponsablemente se le acumulen; y estos caballeros tienen la gran capacidad de sortear las consecuencias negativas de sus acciones y siempre contar con que su jefe pagará los platos rotos de sus tareas, todo para continuar en la frenética carrera para suceder al presidente, como si eso fuera de nueva cuenta, asunto automático.
Otro elemento que bien pudiera considerarse, es la inercia de trabajo que desde la gubernatura en el Estado de México empleó Peña Nieto para que nadie le quitara ni por asomo “los reflectores” (atención mediática); el producto de los resultados de todos, solo son para engrandecer la figura política del presidente. Solo que la presidencia de la República no es la gubernatura de una entidad y la falta de formación de equipos y líderes de trabajo, por castración organizacional, sólo produce resultados mediocres. El gobierno se sostiene en la opinión pública (con 23 por ciento de aprobación) gracias al estatus burocrático presupuestal y ese sigue mermando.
Un elemento más, es el hecho irrefutable de la pobre capacidad de contención de crisis de comunicación que tiene el equipo del gobierno de la república, llegar al extremo de no poder ser contundente con declaraciones por escrito que pretenden aclarar circunstancias, son errores de principiantes o inexpertos. Y como este gobierno ya está en su recta final, probablemente algunos responsables de esa tarea, la de comunicar, tal vez ya no aprendieron.
Como es evidente, la capacidad de salir de problemas del presidente está viendo su tope de eficiencia. Si se tratara de una empresa de su propiedad, cuenta y riesgo, estaría mal, pero no tan mal; si México fuera un país con una democracia sólida y bien conformada, no habría problema en tener un presidente próximo a que nadie, absolutamente nadie lo respete; si no fuese el nuestro un sistema político presidencialista, donde las instituciones basan su rumbo en las políticas dictadas por el ejecutivo federal y de eso dependen avances o retrocesos, no habría problema en tener un navegante con rumbo extraviado. Pero como éste sigue siendo el México de siempre, más vale que alguien urgentemente le ayude al presidente.
Que la historia lo registre.- En 1995 Baja California tuvo un gobierno estatal de peligrosa vanguardia en la propuesta política, todo sonaba bien, no todo era posible. Su equipo de trabajo concluyó; alguien tiene que decirle al jefe. Uno de ellos dijo: que sea en un fraternal complot.
Botón rojo.- Popularidad, confianza país, respeto a derechos humanos, educación, democracia, equilibrio en las finanzas públicas; todo se evalúa para calificar crediticiamente a un país. En estos días ahí puede ir el futuro económico de las naciones.
Salvador Morales Riubí, político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas.