La paz de mi sepulcro fue turbada,
egoísmo de gente sin conciencia
que no dejan descansar aquellas almas
que se alejan para siempre de la tierra.
Sentí los golpes perforar la madre tierra
con los picos, las palas y azadas
desgarrar la cobija tan sagrada
y cambiarme de nuevo a otra morada.
En el mundo jamás yo tuve calma
porque negra fue mi suerte y mi destino,
deseaba con anhelo yo a la muerte,
Que viniera y cumpliera su designio.
comenzaba a disfrutar la vida eterna
el largo viaje del que nunca retornamos
momento ansiado, que esperamos los mortales,
de reunirnos con las almas que adoramos.
No me importa ni tampoco me interesa
los motivos que tuvieron pa’cambiarme,
lo que yo pregunto y quisiera me dijeran
hasta cuándo de su orgullo ha de librarme.
Ya quedaron contentos y tranquilos,
pues estoy estrenando nuevo hogar,
lo que quiero se pregunten entre Ustedes
si por esto yo les deba perdonar.
Qué ganaron con mirar mi cuerpo enjuto,
no quedaron por completo convencidos
que murió para siempre un buen cristiano,
creyéndolos dejar adoloridos.
Para qué profanar la madre tierra,
para qué si al final lo mismo da,
o miento si al decirles que al morirnos
no nos espera la misma eternidad.
Alberto Torres B.