A ti que me diste por mucho tus mejores años,
a ti que seguiste fielmente mis pasos siempre a mi lado,
a ti que demuestras un corazón de gran tamaño
a ti te agradezco mil veces lo que has dado.
A ti te agradezco y quisiera siempre bendecirte
por ser mi compañera perfecta y por amarme tanto,
sé bien que dos vidas no me alcanzarían para decirte
mil gracias por todo y secar tu llanto.
Tres hijos me diste… mi mejor regalo,
a ellos siempre dirigiste por un buen camino,
eres casi una santa y hasta hoy lo he notado
que para ti no hay imposible ni existe el cansancio.
A ti te agradezco tanto, mi querida esposa,
a ti que perdonas y olvidas mi turbio pasado;
quisiera siempre verte alegre, bien esplendorosa
y eternamente agradecerte por haberme amado.
Sé bien que no han sido fácil estos años compartidos
pues tengo mi genio y muchos defectos bien definidos
y tú has lidiado con ellos con gran paciencia y cariño,
por eso te digo mil gracias por seguir conmigo.
Mil gracias te digo así, así, arrodillado
pues tú te mereces honores por ser como eres;
mil gracias por todo y no soy exagerado
cuando digo que eres la más buena y más santa de todas las mujeres.
(Dedicatoria: para mi mamá. Estas palabras las imaginé en los labios de mi papá en su diván de enfermedad).
Alan Rodríguez Ramírez.
Tijuana, B.C.