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sábado, octubre 5, 2024
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“El Estado ha perdido ese monopolio de la violencia”: Jean Meyer

Tusquets reedita “La Revolución mexicana” del historiador mexicano de origen francés, un libro que “no se pudo publicar en México durante casi veinte años porque era considerado como ‘reaccionario’, es decir, crítico a la versión oficial de lo que fue la Revolución mexicana”, refiere a ZETA el autor. Sobre el PRI advierte: “De revolucionario, el partido no tiene nada más que las formas y la retórica

Un libro fundamental considerado “reaccionario” en su momento por la historia oficial es “La Revolución mexicana”, de André Joseph Meyer Barth Jean, mismo que no fue publicado en español sino hasta 1991 por editorial Jus, cuya primera edición en francés se tituló “La Révolution Mexicaine” (Calmann Lévy, 1973).

Cuando se publicó por primera vez en francés en 1973, Jean Meyer (8 de febrero de 1942, Aix-en-Provence, Francia), tenía apenas 31 años, de hecho fue su primera obra historiográfica.

“Este ensayo que se aproxima al panfleto, muy del gusto de don Daniel (Cosío Villegas), fue escrito de un tirón, en algunas semanas, hace 30 años”, refiere Jean Meyer en la primera edición publicada en 2004 por Tusquets en la colección “Tiempo de memoria”.

Ahora que en 2016 Tusquets entrega la cuarta reedición en la colección “Maxi 20 años” bajo la traducción de Héctor Pérez-Rincón G., Jean Meyer advierte en entrevista con ZETA:

“Hoy sería incapaz de escribir este libro como lo pude hacer en aquel lejano año de 1972 o 1973, en algunas pocas semanas. Es lo que explico en la última reedición de Tusquets. Por cierto, no se pudo publicar en México durante casi veinte años porque era considerado como ‘reaccionario’, es decir, crítico a la versión oficial de lo que fue la Revolución  mexicana”.

Con la maestría de un narrador apasionado y los rigores propios de la historiografía, Jean Meyer entrega una investigación esencial para entender no solo la Revolución mexicana y a sus protagonistas, sino también al país de los años entre 1910 y 1940 en sus diversos aspectos como el económico, agrario, sociedad, político e ideológico, lapso en el que también se cimientan las tragedias del México contemporáneo.

A pesar de que el título lo escribió con la pasión propia de la juventud, el ahora Profesor Emérito del Centro de Investigación y Docencia Económicas, A.C. (CIDE), prefiere publicar el libro tal como se dio a conocer originalmente:

“Prefiero pues, republicar tal cual el texto de 1973, admitiendo la posibilidad de remitir al lector a mis otras publicaciones sobre la Revolución”, aclara.

Cuando ZETA le pregunta al Investigador Emérito en el Sistema Nacional de Investigadores si se siente satisfecho o no por “La Revolución mexicana”, considerando que a partir de esta indagación de campo se quedó a vivir en México (incluso se nacionalizó mexicano en 1979) pudiendo haberse quedado a hacer su trayectoria en Europa, reconoce:

“No reniego de mi libro, no lo descalifico como ‘una obra de juventud’. Pero conozco sus insuficiencias y sus excesos”.

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Los claroscuros del “Jefe Máximo”

Un personaje de claroscuros en los corrillos de política en México que ha sido protagonista tanto en libros de historia como de ficción, es sin lugar a dudas Plutarco Elías Calles, también conocido como “El Jefe Máximo” o “El Turco”.

Presidente de México entre 1924 y 1928, fundador del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929, el ancestro del Partido de la Revolución Mexicana (1938) que después, en 1946, le cambiaron el nombre por Partido Revolucionario Institucional (PRI),  Calles es conocido por su “clerofobia”, “místico del anticlerismo”, “espiritista y consultante de curanderos”, pero sobre todo por su protagonismo en la Cristiada (1926-1929), en cuya guerra “se habló de un total de 250 mil muertos, civiles y militares”.

A propósito del “Turco”, Jean Meyer, especialista en el tema de la Cristiada, refiere en entrevista con este Semanario:

“Calles no se lanzó contra la Iglesia por un capricho personal, tampoco fue un asunto personal iniciar y terminar el conflicto. La primera etapa del conflicto la cerró el presidente interino Emilio Portes Gil, y la segunda etapa le tocó a Lázaro Cárdenas cerrarla paulatinamente entre 1936 y 1938. Calles, ciertamente, sentía una aversión personal contra la Iglesia, por razones que no conocemos, que sus esposas e hijos/hijas jamás conocieron: todos fueron bautizados y fueron educados en la fe cristiana.

“El inicio del conflicto es la creación de una Iglesia cismática, en 1925, a iniciativa de la CROM, la gran central sindical del gobierno. Obregón le escribió a Calles para decirle que eso era muy peligroso: ‘Plutarco te van a llevar, nos van a llevar en un pantano donde nos hundiremos todos’”.

En su libro el tema del homicidio de Álvaro Obregón es sinuoso y ambiguo: “Y explica también que el asesinato haya sido atribuido (sin pruebas) a Calles, quien se habría vengado de manera extraordinaria, armando el brazo del iluminado José León Toral” (página 168). Después de publicado su libro en 1973, es decir, en las últimas cuatro décadas, ¿ha documentado más el asesinato de Obregón, o ha llegado a alguna conclusión inédita?

“Definitivamente, no se puede atribuir el asesinato de Obregón a Calles. Creo en la tesis del asesino solitario, y si hubo alguna manipulación de José de León Toral habrá sido por elementos de la misma CROM, totalmente opuesta a Obregón y su reelección”.

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“De revolucionario, el partido (PRI) no tiene nada más que las formas y la retórica”

Imposible hablar de la Revolución mexicana sin recurrir a la historia que protagoniza el país más de un siglo después, sobre todo considerando el regreso PRI a la Presidencia de la República luego de 12 años de gobiernos panistas.

El término “comedia electoral” lo emplea usted para referirse a la elección presidencial de 1924 cuando Plutarco Elías Calles “ganó” con un millón 300 mil votos contra 250 mil del general Ángel Flores (p. 155).  ¿Podría argumentar si es aplicable este término de “comedia” al sistema electoral actual de México?

“Se vale hablar de las elecciones como ‘comedia’ o ‘farsa’, hasta la ‘transición democrática’. Hoy en día, con todos los abusos clásicos y los intentos de fraude, el sufragio es mucho más efectivo, como lo prueba la última derrota del PRI” (en 2016 perdió siete gubernaturas de 12 en disputa).

— “A partir de 1924 el miedo cayó sobre México para no dejarlo durante largo tiempo, y el miedo permitió que el sistema subsistiera” (p. 174). ¿El miedo (que) cayó sobre México” ha permitido entonces que el sistema político emanado del Partido Nacional Revolucionario (ancestro del PRI) fundado por Plutarco Elías Calles subsista hasta hoy?

“Efectivamente, primero con la etapa armada de la Revolución y después durante muchos años, el miedo, justificado por la eliminación violenta de cualquier oposición incorruptible, fue uno de los factores del poder del PRI. Uno, nada más”.

¿Podría abundar en el concepto de “monopolio de la violencia” que usa usted en la página 176, refiriéndose al porfiriato: “… el gobierno tenía el monopolio de la violencia y la descargaba con una facilidad temible”. Evidentemente, en la actualidad el “monopolio de la violencia” ya no lo tiene nada más el Estado mexicano, también el crimen organizado y, sobre todo, el poder del narcotráfico.

“El Estado ha perdido ese monopolio de la violencia y, si uno puede alegrarse de la desaparición de un poder absoluto, o casi absoluto, no puede alegrarse de su presente debilidad. El precio que paga la sociedad es demasiado alto”.

jeanmeyer1“La violencia es permanente, fruto de causas estructurales” (p. XVIII). ¿Cuáles son esas “causas estructurales” que propician la violencia actual de México?

“La violencia permanente fue un legado de los años de la Revolución armada (1913-1920), luego 1926-1929 (la Cristiada), después los años 1930, 40, 50, con la segunda (Cristiada) y los conflictos agrarios entre campesinos”.

“La revolución fue producto de la conjugación de un vacío de poder” (p. 336). ¿Podría desarrollar esta idea de “vacío de poder” considerando también el México de estos días que transcurren?

“A finales del porfiriato, por la edad de don Porfirio (‘su único error fue llegar a viejo’, dijo Obregón, que lo admiraba) se vale hablar de ‘vacío de poder’, pero es el asesinato de Madero que crea el verdadero vacío de poder, el abismo en el cual se hundió México por muchos años. Hoy podemos hablar de debilidad del Estado, todavía no de vacío”.

¿Cuál es su reflexión sobre los más de 26 mil desaparecidos (oficialmente) y los más de 150 mil homicidios dolosos durante el sexenio de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto?

“No puedo sino lamentar lo que nos está pasando, esa recaída de los últimos 10 o 15 años, después de 30 años de baja en la tasa de homicidios”.

Finalmente, a propósito del Partido “Revolucionario” Institucional (PRI): “… el Estado/partido posee o cree poseer una tradición revolucionaria”, ironiza en su libro (p. 339). ¿Podría explicar esta ironía y sobre todo el concepto unitario de “Estado/partido”?

“Es que el intitulado mismo de Partido Revolucionario Institucional es fabuloso. Remite inconscientemente a la ‘revolución permanente’ de Trotski o de Mao, cuando de revolucionario, el partido no tiene nada más que las formas y la retórica. Algo que ocurre en todas las revoluciones, pero a nadie se le había ocurrido la genialidad ‘institucional’”.

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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