Es más el origen de “Ben Hur” que la historia épica donde todo mundo recuerda al Charlton Heston de 1959, pero la historia no se cuenta del todo bien, fundamentalmente porque poco se entiende cómo el personaje bíblico aprende el valor del perdón siendo testigo de la crucifixión de Jesús.
En cambio lo que tenemos aquí es una lenta y detallada recreación de la vida de Judá Ben Hur y su hermano adoptivo Mesala como dos personajes enfrentados por sus diferencias culturales, a pesar de haber sido criados en la misma cuna.
El peso del imperio romano en Jerusalén también queda bien expuesto en esta cinta dirigida por Timur Bekmambetov, que tiene una poderosa escena en donde la lucha es hasta la muerte en el circo romano. También la opresión del príncipe judío vuelto esclavo en las galeras de los navíos romanos tiene suficiente fuerza como para no olvidarse.
Pero dos pasajes no hacen un largometraje de dos horas y unos cuantos minutos, sobre todo cuando hay tantos referentes a uno de los hombres más conocidos de la historia, ahora interpretado por un parco Jack Huston, mientras que el rol de Mesela está en manos de Toby Kebbell.
La manera en cómo se cuenta esta complicada relación, entre celos, injusticia y sed de venganza, es envolvente aunque no compromete como debería para dejar la lección bien grabada en la memoria.
Morgan Freeman como Ilderim tampoco tiene la presencia que debería tan solo por el rol que encarna, independientemente de su gran colmillo histriónico. Es un mentor poco convincente.
Y en el terreno visual hay mucho recurso digital, al punto de la saturación, sin aprovechar el trabajo cinematográfico que toda épica exige.
Entre esos bemoles tenemos, entonces, una cinta condenada al olvido, muy a pesar de Ben Hur. **
Punto final.- A escasas semanas de que concluya el verano llegan los estrenos de verano. La cartelera local es un verdadero túnel del tiempo. Vamos bien.
