— Aquí torre de control, torre de control. ¿Cuál es su posición?
“Pues, aquí estamos con José, sentados delante de los relojitos”.
Autor: Una aeromoza.
Buscapleitos
Yendo hacia un señor que sin meterse con nadie bebía su copa en un extremo de la barra, le dice en tono amenazante:
— ¿Está usted buscando problemas?
El otro le responde calmado:“Desde luego que no, amigo. Si buscara problemas ya me habría ido a mi casa”.
Autor: Un marido ebrio.
Pedazo de carne
— Mi mujer me trata como si yo fuera un pedazo de carne.
“¡Qué bien! ¿Y cuál es el problema, Chucho?”.
— ¡Que la maldita es vegetariana!
Autor: Una vegana.
Dónde está José
Un borracho llega a su casa a las tres de la madrugada y toca el timbre.
“¡Ábranme la puerta! ¡Ábranme la puerta!”. Y no le abrieron la puerta. Entonces fue al negocio de la esquina y pidió prestado un teléfono:
“Buenas noches, ¿está José Luis?”.
Y le responden:
“No, él no está”.
Y dice:
“¡Cómo diablos quieren que esté, si no me quieren abrir la puerta!”.
Autor: Un vecino muerto de la risa.
Al menos
Cacho y su esposa están a punto de meterse en la cama. Ella, parada frente al espejo, se contempla y dice:
“Ay, querido, me miro en el espejo y me veo tan vieja… Tengo arrugas en la cara, los pechos casi me llegan a la cintura, el trasero lo tengo caído un metro. Tengo las piernas gordas y los brazos flojísimos”.
Se da la vuelta y mirando a su esposo, continúa:
“Sé bueno y dime algo positivo, algo que me haga sentir mejor…”.
Cacho la observa detenidamente, piensa un momento y, sonriente, responde:
“Bueno mi amor, no te preocupes, ¡por lo menos tienes la vista al centavo!”.
Autor: Un oftalmólogo.
¿Y para qué?
Tres elefantes caminaban por el desierto uno tras otro, entonces el primer elefante dice:
— Cómo me gustaría tener una trompota, trompota de unos 10 metros.
“¿Y para qué?”, preguntan los otros dos.
— Para enterrarla, sacar agua, regar y fresco.
Al rato dice el segundo elefante:
— Cómo quisiera tener unas orejotas, orejotas de 10 metros cada una.
“¿Y para qué?”, preguntan sus compañeros.
— Para agitarlas, soplar fuerte y fresco.
Al rato dice el último:
— Cómo me gustaría tener unas pestañotas, pestañotas, pestañotas de unos 5 metros cada una.
“¿Y para qué?”, preguntan los otros dos.
— ¡Nomás de loca!
Autor: Una elefante feliz.
En el registro civil
Un indio en el registro civil:
— ¿Es usted casado?
“Sí, siñor”.
— ¿Con prole?
“No, siñor, con Lupe”.
— ¡Prole quiere decir HIJOS!
“Ah sí, tengo un prolo y una prola”.
Autor: Pura prole.
En dónde estás…
— ¿En dónde estás?
“En el infierno”.
— Okey, cuando salgas del trabajo háblame.
Autor: Un empleado.
Curioso accidente
El miércoles, a eso de las siete de la mañana, un auto chocó aparatosamente cerca de Paderborn, Alemania, cuando resbaló sobre la carretera.
Al llegar a la escena del siniestro, las autoridades de tránsito determinaron que el accidente fue ocasionado por ¡EN ZERIO! un grupo numeroso de caracoles que al pasar por el lugar dejaron un buen rastro de baba, misma que aún no se había secado por el sol.
La policía determinó que “una caravana completa de babosos” era la causante de tan improbable accidente sobre la Autobahn.