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sábado, octubre 5, 2024
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Gracias, Gobierno Federal…

Confusión

Oye reina, qué bonita bufanda tienes.

“¡Tonto, es mi papada!”

Autor: Un flaco.

 

Pozo profundo

Van dos amigos caminando por el desierto y uno le dice al otro:

No puedo aguantar la sed.

“Tranquilo, que pronto llegaremos a un pozo, dentro de poco”.

Llegan al pozo, se acercan y comentan:

Parece que no se ve agua aquí.

“Espera, que tiraré una piedra”.

Mira a un lado y otro y ve una gran piedra, la agarra y la tira dentro del pozo.

Pues parece que está profundo.

“Espera, que ya llegará”.

En eso ven bajar una cabra corriendo hacia el pozo.

“Mira la cabra esa, ¡cómo corre!”.

La cabra se tira de cabeza al pozo, y dice uno:

“Esta tenía más sed que tú, ¿eh?”.

Entonces, aparece el cabrero y les pregunta:

Buenas tardes, ¿han visto una cabra por aquí?
“Sí, señor, acaba de tirarse al pozo, pobrecilla, seguro que tenía sed”.

Pero cómo se va a tirar al pozo la cabra, ¡si la tenía yo aquí, ¡amarrada a una piedra!

Autor: Un ingeniero.

 

El radio del campesino

Llega un campesino a un bar con un radio bajo el brazo, ofreciéndolo en venta. En una mesa cercana hay varios hombres que al verlo tan humilde se proponen quitarle el aparato sin pagarle un centavo. Uno de los hombres le comenta a los otros:

“Les aseguro que con unas cervezas encima, ese campesino terminará rebajando el costo del radio hasta casi nada”.

Por lo que lo invitan a sentarse con ellos. Entonces le preguntan:

¿En cuánto nos vendes tu radio?

“300 pesos”, responde de manera ingenua.

 Okey, vamos a tomarnos unas cervezas y luego hablamos.

Al cabo de un rato ya se han tomado varias cervezas cada uno y vuelven a preguntar:

Y entonces, ¿en cuánto la vendes?

“Bueno, dame 100 pesos”, responde el campesino.

Me parece mejor. ¡Vamos, te invito otras cervezas!

Luego de un buen rato le preguntan nuevamente:

Y ahora, ¿en cuánto me la vendes?

“Dame 50 pesos para poder irme a mi casa”.

El hombre, viendo la posibilidad de quedarse con el radio, decide continuar con la ronda de cervezas y luego de otro buen rato insiste:

Y ahora, ¿en cuánto me lo vendes?

El campesino contesta:

“Te voy a decir la verdad. Yo quería vender el radio para beber cerveza pero, como ya estoy borracho, he decidido no venderla; mejor ya me voy a mi casa”.

Autor: El cantinero.

 

En el hospital

Cuatro enfermeras se reúnen en la cafetería del hospital tras haber pasado una noche de pasión y empiezan a comentar:

El médico con el que me acosté anoche creo que era un anestesista.

“¿Por qué?”, preguntan las otras.

Porque no sentí nada… pero nada de nada.

“Pues yo debí pasar la noche con el director”.

¿Por qué?

“Daba órdenes y todo el trabajo lo tuve que hacer yo”.

Interviene otra:

“¡Jaaa! El mío debió ser un médico residente. Se pasó todo el rato preguntando, ¿Va todo bien? ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Es así cómo se hace?

La cuarta enfermera estaba con una cara de gran felicidad y le preguntan:
¿Y tú a quién te ligaste?

“Pues yo creo que el mío era técnico radiólogo, fue una maravilla, me lo hizo en antero-posterior, posterior-anterior, lateral, oblicuo, dinámico y, cuando terminó, me dijo: ‘Te moviste mucho… hay que repetir todo de nuevo’”.

Autor: Un dentista envidioso.

 

Peligroso Pokémon Go

En Clarksboro, Nueva Jersey, una mujer se atoró en un árbol en un cementerio mientras ¡EN ZERIO!  jugaba el famoso Pokémon Go en su celular.

El Departamento de Bomberos compartió imágenes de la señora, argumentando que para ellos es común rescatar gatos en esas situaciones, pero es la primera vez que reciben la llamada de auxilio de un ser humano en tales condiciones.

Por lo tanto, es pertinente emitir una alerta para que los participantes del adictivo juego estén al tanto de sus alrededores antes de meterse en problemas.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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