Después de ser uno de los personajes favoritos de Pixar desde su aparición en “Finding Nemo”, Dory es lo que tanto se sospechó desde un principio: la figura estelar de su propia historia.
Lo que hace ruido aquí es que la historia de Dory es similar a la de Nemo, ella es un pez que busca a la familia que perdió, aunque por problemas de memoria. Pero francamente uno no se fija tanto en eso.
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La atención en esta cinta bien dirigida por Andrew Stanton está en la excelsa animación de los creativos de Pixar, con vibrantes colores, personajes encantadoramente trazados, además de tener, en la versión original en inglés, un estupendo trabajo de voces encabezado por Ellen DeGeneres como la joven Dory, mientras que en el pasado tenemos a Diane Keaton como mamá de la pececita, y a Eugene Levy como el padre.
Sin una buena habilidad para recordar entendemos por qué la pequeña Dory se perdió en el vasto Océano Pacífico y también volvemos a su encuentro con Nemo, esta vez interpretado por Hayden Rolence, con lo que la protagonista cae en cuenta que tiene su propia familia que debe buscar y ahora tiene amigos que la ayudarán a hacer justo eso.
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Una vez más tenemos una anécdota sencilla de comprender, desarrollada con un trabajo insuperable de dibujo, música y un reparto que sabe cómo manejar las emociones del público en el momento adecuado, sin sobrepasarse, ni siquiera cuando la adrenalina se mezcla con comicidad en esas escenas en el acuario, tan bien logradas. Otra vez, gracias Pixar. ****
Punto final.- Ojalá que cuando “Dory” llegue a las salas mexicanas incluyan el cortometraje “Piper”, una verdadera joya de Alan Barillaro.
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