Julián Leyzaola Pérez, candidato a la presidencia municipal de Tijuana por el Partido Encuentro Social (PES), sobrevivió a muchas cuando era secretario de Seguridad Pública en la ciudad, al enfrentar personalmente a los grupos más violentos del crimen organizado.
Terminando su gestión en Tijuana , fue a hacer el mismo trabajo a Ciudad Juárez, Chihuahua, donde una vez concluido, un 8 de mayo de 2015, dos sicarios lograron sorprenderlo desarmado y la camioneta apagada con su hijo de 2 años con él.
Casi a quemarropa, de cinco disparos de un arma .380, tres impactaron el cuerpo del ahora candidato. El primero entró cerca del cuello y se alojó entre el hombro y el pecho. Luego de reconstruir el tejido lastimado, los cirujanos encontraron que retirar los metales produciría un alto riesgo de una infección importante. Por ello, a la fecha Leyzaola vive con el pedazo de plomo en su cuerpo.
El segundo disparo penetró el cuerpo del militar en retiro por la axila y afectó su pulmón: “No podía respirar, por más que quería agarrar aire”, recuerda el ex secretario de Seguridad. En la intervención de los médicos del Hospital Ángeles en Ciudad Juárez retiraron la ojiva y resolvieron la lesión de una arteria que afectaba el órgano. De esta herida se recuperó.
A decir de Leyzaola, con tal de evitar que los disparos golpearan a su hijo, giró su cuerpo hacia el lado del copiloto y fue cuando recibió el tercer tiro en el costado izquierdo, que viajó hasta estrellarse con su columna vertebral. Desde ese momento, desde la quinta vértebra hacia abajo no tuvo la mínima sensación, clínicamente se trata de una lesión en la región supraclavicular y umbraescapular izquierda, y otra en la región supraescapular derecha. En otras palabras, su médula espinal se pulverizó junto con los metales escupidos por el arma de fuego.
La intervención rápida (el atentado fue aproximadamente a las 11:30 am, a las 12:00 ya ingresaba al quirófano) le salvó la vida, pero no la esperanza médica de volver a caminar, pues a explicación de sus cirujanos, su lesión se asimila a hacer trizas el cable encargado de llevar la electricidad para moverse voluntariamente. Sin embargo, el Teniente ha estado recibiendo un tratamiento de células madre que asegura le ha recobrado intermitentemente cierta sensaciones, algo de dolor y mínima movilidad de dos dedos del pie derecho. Con ayuda de unos aparatos ortopédicos que impiden que las rodillas se doblen, y con el avance de sus terapias, se ha incorporado frente a una andadera y con equilibrio de sus piernas. El Teniente Coronel, finalmente, aunque sea momentáneo, se ha puesto en pie.