En la coyuntura del amargo aniversario, familiares de desaparecidos encabezaron un mitin en Mexicali. Son historias diferentes, pero con un hilo en común, la ausencia de sus familiares y el desconocimiento del destino que tuvieron, son casos añejos pero se siguen sumando nuevos
Son decenas de imágenes, de rostros que parecen multiplicarse entre zapatos, palas, picos y azadones que marcan un macabro contexto y que tiene que ver con decenas de personas desaparecidas en la región durante los últimos años y que han tenido que ser buscados por sus familiares.
Uno de ellos es Erik Díaz Estrada, desaparecido el 7 de junio de 1995 –hace 21 años- hijo de una de las precursoras del movimiento local que busca, exige la necesaria investigación oficial para encontrar a sus seres queridos-.
Este martes 7 de junio, Alma Díaz y una veintena de personas encabezaron un mitin ahí frente a la entrada principal al edificio del Gobierno del Estado para demandar que realmente se investiguen los casos, algunos más añejos que otros, pero resaltan varios que son de unos meses para atrás. El último, el denunciado por Ruth Villela quien busca a su esposo desaparecido desde el pasado 19 de abril en la zona de la colonia Virreyes, en Mexicali.
“Está desaparecida la justicia”, asegura Alma Díaz quien recuerda uno de los primeros casos de desaparecidos –reportados a la Asociación Esperanza- el de José Luis Avalos López, quien era buscado por sus padres, ambos de edad avanzada, quienes aseguraba que lo habían desaparecido tipos a bordo de una camioneta tipo Cherokee color verde, propiedad de un Comandante de la Policía Judicial federal.
“La señora no sabía qué hacer, ni a quién acudir, murió a los seis años de estar buscando a su hijo. Nunca lo localizaron”, comenta Alma en alusión a los residentes de la colonia Esperanza Agrícola.
En su caso tiene 21 años buscando a su hijo Erik, quien se desempeñaba como agente de la policía municipal de Mexicali, tenía apenas 20 años de edad. “El desaparece de una fiesta donde estaba toda la Policía Judicial del estado y también agentes de la Policía Municipal en el fraccionamiento Santa Mónica en Mexicali”.
Recuerda que esa noche salió de su casa con un amigo, ex policía municipal, que era “aspirina” en la judicial federal y sobrino de Armando Martínez Duarte “El Loco Duarte”, ex comandante de la PF quien primero fue detenido y encarcelado en Almoloya acusado de proteger a elementos del Cártel Arellano Félix y luego extraditado a San Diego, California.
Ante la desaparición de su hijo, Alma empezó a peregrinar en su búsqueda. “Nunca nadie abrió un expediente o tocó mi puerta para preguntar qué había pasado”, refiere Díaz y pasaron varios meses, en la búsqueda se integraron varios de sus amigos policías. “Me entregaron fotos de las casas a donde se lo llevaron, de donde lo tuvieron detenido”, dice en referencia a domicilios en Villa del Palmar, fraccionamiento Calafia. También recibió fotografías y datos de los vehículos y referencia de otros involucrados, como el caso del ahora ex agente ministerial Hernando Villegas –hoy preso en Almoloya- y quien fue acusado también de participar en la desaparición de Diego Hernández Leyva.
Alma Díaz asegura que el sobrino de Duarte –Sergio Reyna Duarte- trabaja ahora en el equipo automovilístico Vildósola. “No se cómo le pueden dar trabajo a ese asesino”, expone y añade que se interpuso la denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del Estado, pero de inicio no se abrió expediente.
“El expediente lo abrieron hasta que se conformó la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada, entonces encabezada por Eduardo Villalobos Luna, un abogado que fue asesinado el 30 de agosto del 2005. El agente del Ministerio Público en esa instancia era Carlos León Terreros, quien también fue ejecutado el 28 de julio del 2012 en la zona del fraccionamiento Villa del Palmar.
“Ellos fueron los que abrieron los expedientes de los desaparecidos”, comenta Alma en relación a los primeros expedientes de desaparecidos formalmente integrados. Recuerda que estos dos funcionarios iniciaron una búsqueda y excavaciones en diversos terrenos donde había informes de la posible ubicación de cuerpos, algunos de estos en la Laguna Salada, pero solo encontraron ropa ensangrentada, casquillos y objetos.
Alma recuerda que durante varios años estuvo sola en su peregrinar, hasta que se le acerco una señora de nombre Angelita de Culiacán, Sinaloa quien buscaba a su hijo desaparecido en Mexicali. Con ella llegaron otras seis señoras, todas con hijos por la misma suerte. Ya con esa fuerza constituyeron el Grupo Esperanza.
“No hay resultados”, asegura Alma refiriendo que la Fiscalía para Desaparecidos la conformaron en el 2009 con Héctor Grijalva Tapia a la cabeza, pero apenas estuvo un par de meses, luego se vinieron los disturbios en el penal de Tijuana –lo que era la Penitenciaria- y Grijalva fue nombrado titular de la Subsecretaria del Sistema Penitenciario.
“No ha habido nada, ni en el caso de mi hijo ni en el caso de nadie, la justicia sigue desaparecida”, recalca en referencia no solo a su caso de hace 21 años, sino de otros recientes, como los abogados Fonseca y Zambrano, u otro más actual en el Valle de Mexicali en el ejido Tula y otro más hace un mes.
“Las autoridades deben tomar cartas en el asunto, buscamos que el Gobernador nos reciba, dijo que iba a gobernar con el pueblo, ¿Dónde está eso?”, pregunta Alma Díaz.
Otros casos
Ruth Villela busca a su esposo José Manuel Dozal Aguilar, quien desapareció el pasado 19 de abril. Ella comenta que esa tarde el salió de su casa en la colonia Virreyes, luego acudió al domicilio de su mama y de ahí ya no volvieron a verlo. Viajaba en un auto tipo Jaguar 2002 color gris, el cual fue localizado dos días después en el lado opuesto de la ciudad, en Valle de Puebla. “Nosotros mismos lo encontramos”, expone la joven, quien asegura que han aportado todos los datos a la Procuraduría, donde “No han hecho nada”.
Dice que lo han buscado en hospitales, en Semefo y nada. “Es raro que él tuviera su celular apagado y que no me contestara”. Su esposo trabajaba en la jardinería junto con su papá, tienen una década de casados y un hijo de seis años.
Otro caso es la doble desaparición de los abogados Hugo Fonseca y Jesús Granados, desde el 10 de septiembre del año pasado. “Hasta ahorita no hemos tenido ningún resultado, siempre nos dicen lo mismo y hasta ahorita no nos han dado ninguna respuesta”, expone la señora María Meza Fonseca.
“Esto no se está deteniendo, es preocupante y es probable que se venga más”, expone por su parte Irma Leyva, quien desde enero del 2007 busca a su hijo Diego Hernández, un ex agente de la Policía Ministerial. También cuestiona la inexistencia de una Fiscalía para Desaparecidos e insiste en la notable ausencia de investigación policiaca.
“Lo que necesitamos es que hagan su chamba, que hagan las investigaciones y que nos den resultados”, sintetiza.