Llega un señor borracho a su casa a las cuatro de la mañana, entra muy despacio para no despertar a su esposa, y al subir las escaleras se encuentra con ella. La señora le pregunta:
— ¿De dónde vienes?
“Según Darwin, ¡del mono!”.
Autor: Anónimo del CICESE.
El cuento
Un día un abuelito les estaba contando una de sus historias a sus nietos:
“Cuando fui a cazar leones iba con unos amigos, y me dejaron solo en medio del bosque. De repente se empezaron a mover unos arbustos, y de repente… ¡GRRRRRRRRR! Y ¡ZAZ!”.
Espantadísimos, los nietos preguntaron:
— ¿Qué pasó después?
“Tuve un accidente fisiológico”.
— ¿Cuando salieron los leones?
“No, ahorita que hice¡GRRRRRRRRR!”.
Autor: La abuelita.
Departamento de quejas
— ¿Hola? Disculpe, ¿departamento de quejas?
“Sí”.
— Es que llamaba para quejarme.
“Está bien, quéjese”.
— ¡Aaaaaaaaayyyyyyyyy!
En el salón de belleza
— Señora, ¿en que la puedo ayudar?
“Tengo una reunión esta noche, y quisiera verme más joven y linda. ¿Qué me recomienda?”.
— Que no vaya…
Autor: Una cosmetóloga sin empleo.
Club
— Vengo a inscribirme al club de los peneques.
“¿Por qué crees que calificas para pertenecer a este club?”.
— Dejé mi celular sin contraseña en casa de mi novia.
“Compañeros, ¡tenemos presidente!”.
Autor: Anónimo de Telcel.
Novio pobretón
— No deberíamos vernos tan seguido…
“¿Por qué? ¿Te estás aburriendo? ¿Crees que vamos muy rápido?
— No, es que no tengo mucha ropa.
Autor: Empleado de tienda departamental.
Todo con control
— Mamá, ya me voy a la fiesta.
“Okey, pero ¿por qué te llevas el control de la TV?
— ¡Me dijiste que bebiera con control!
“¡Ahora no vas, por menso!”.
Autor: Una mamá.
Plato favorito
— Amiga, ¿cuál es tu plato favorito y por qué?
“Bueno, mi plato favorito es el hondo, porque le cabe más comida”.
Autor: Anónimo de la redacción.
A propósito de la Ley “3 de 3”
Una viejita vivía sola con un loro anti-político, que se pasaba todo el día gritando:
“¡Que mueran los políticos bandidos! ¡Que mueran los transas!”.
Un día, algunos “compañeros políticos” que vivían en la misma lujosa colonia fueron a hacerle un reclamo a la viejita para que callara al loro.
Preocupada, habló con el loro:
— Lorito, cállate el pico, deja de meterte con los políticos que nos van a encarcelar a los dos, cállate ya.
Pero el loro seguía:
“¡Que mueran los políticos corruptos!”.
La viejita fue a hablar con un cura para explicarle la situación, a ver si podía ayudarla, y éste le aconsejó:
“Lo que podemos hacer es que usted me lo traiga y lo metemos en la misma jaula donde tengo a un lorito muy católico que sabe decir misa, el Santo Rosario, y muchas otras oraciones, para ver si así se le olvida el asunto y aprende a rezar”.
Así fue. Al cabo de 15 días, la viejita va de nuevo a visitar al sacerdote para ver los resultados, y le pregunta:
— Padre, ¿qué pasó con el lorito?
Entonces el cura la mira con suma preocupación y le dice:
“Yo creo que la cosa se puso peor, hija mía, porque cuando su loro dice ‘¡Que mueran los políticos corruptos!’, el mío responde ‘¡Te lo pedimos, Señor!’”.
Autor: Anónimo de la COPARMEX.
Enemigos
Casi al final del servicio dominical el sacerdote preguntó:
— ¿Cuántos de ustedes han perdonado a sus enemigos?
El 80 por ciento de la sala levantó la mano. El sacerdote insistió con la pregunta. Todos respondieron, excepto una viejecita.
— Señora Josefa, ¿no está dispuesta a perdonar a sus enemigos?
“Yo no tengo enemigos”, respondió dulcemente.
— Señora Josefa, eso es muy raro. ¿Cuántos años tiene usted?
“99”.
La congregación se levantó y la aplaudió.
— ¿Puede pasar al frente y decirnos cómo llegó a los 99 años sin tener enemigos?
Doña Josefa pasó al frente, se dirigió a la congregación y exclamó:
“¡Porque ya se murieron todos esos desgraciados!”.
Autor: Un geriatra.
Novia socorrista
Julie Stroyne se acababa de casar en su natal Pittsburgh y de hecho iba caminando por la acera justo después de salir de su fiesta de bodas, cuando vio a una mujer en problemas y ¡EN ZERIO!, con todo y vestido, le brindó primeros auxilios.
Los invitados al festejo que atestiguaron la escena dicen que la muchacha se quitó los tacones, se puso de rodillas y empezó a darle respiración boca a boca a la señora en lo que alguien pedía ayuda llamando al 911, mientras todos a su alrededor gritaban “¡La novia salvó el día!”
Menos mal que Julie es una enfermera certificada, pues.