Durante dos meses de proselitismo, los candidatos salieron de las zonas exclusivas donde levantaron sus casas o mansiones –en México o Estados Unidos– dejaron sus comodidades, sus puestos de gobierno y su realidad para pedir el voto en áreas que difícilmente visitan en otro tiempo. Observaron carencias que ya conocían, pero que no han vivido
A diferencia de otros tiempos, los políticos cuando se registran como candidatos suelen ir más allá: visitan –y caminan– colonias, se suben al transporte público, hacen como que lustran zapatos, pintan calles y bardas, abrazan, besan y se toman fotos. Si son ´selfies´ mejor. Lo que sea para simpatizar con el votante, generalmente con los de escasos recursos. Se esfuerzan por proyectar semejanza con el elector promedio.
Pero hay diferencias que pueden medirse, por ejemplo: en ingresos anuales, en metros cuadrados, en modelos y marcas de vehículos, en obras de arte, cuentas de banco, y no solo en colonia sino en país de residencia.
No padecen el encierro de las casas de interés social, del deficiente transporte público, de robos domiciliarios o de vivir con el salario mínimo. Situaciones que, prometen y prometen, con ellos van a cambiar.
Por poner unos ejemplos, el candidato a la presidencia municipal de Tijuana por el Partido Acción Nacional (PAN), Juan Manuel Gastélum, ha gastado más de un millón 300 mil pesos en vehículos, colecciona 3 propiedades (una en Estados Unidos) y ha ingresado de ganancias en un año, mil 900 por ciento más de lo que generaría un empleado de una maquiladora.
Los candidatos independientes al mismo puesto, Gastón Luken y Carolina Aubanel, bien podrían construir un fraccionamiento de interés social con 21 casas dentro de los terrenos donde edificaron sus casas en las zonas más exclusivas de la ciudad.
Gastón reportó ingresos en el 2015 de más de 8 millones de pesos, colecciona más de un millón de pesos en piezas de arte y pagó su casa valuada en más de una docena de millones de pesos al contado.
Aubanel tuvo en sus manos 14 millones de pesos en un año, sin contar los más de 107 millones de pesos en propiedades.
René Mendívil (Candidato del PRI a la alcaldía y socio de Bares) por su parte, tiene tres camionetas para elegir cómo trasladarse en Tijuana, valuadas en más de 2 millones de pesos, y duerme bajo un techo que compró por más de 6 millones de pesos en una zona residencial de primera clase, por poner solo unos ejemplos.
Todos, apelando al voto popular en el Estado, el cual según el CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de política de desarrollo Social) entre gente en pobreza extrema, personas con carencias sociales y pobreza moderada suman, 2 millones 304 mil 400 bajacalifornianos. Un número muy similar al listado nominal al último corte.
Aunque legisladores federales –principalmente del PRI y el Verde– han bloqueado la obligatoriedad de la declaración patrimonial dejándola fuera del Sistema Nacional Anticorrupción, la iniciativa 3 de 3, que impulsa el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), bien permite evidenciar las diferencias de la clase política con la sociedad tijuanense, en este caso.
Aquí, parte de la lista de candidatos beneficiarios de cuantiosas herencias, que se ostentan como exitosos empresarios o que han logrado una vida de lujos a costo del erario público. Diferentes al grueso del electorado, finalmente.
Independientes, en su realidad de millonarios
Como productivos empresarios o afortunados beneficiarios de herencias y donaciones, por sus millones y propiedades, los dos candidatos independientes a la presidencia municipal de Tijuana, son los que más tienen según sus propias declaraciones patrimoniales.
Si en lugar de sus grandes casas, Gastón Luken y Carolina Aubanel hubieran construido un fraccionamiento de interés social en los terrenos donde viven, con los estándares que utiliza el Infonavit cabrían, una por una, 21 casas.
ESTE ES UN FRAGMENTO DEL REPORTAJE QUE CIRCULA DESDE ESTE VIERNES EN LA EDICIÓN DE ZETA