Después de dos horas y 16 minutos por fin entendemos cómo Charles Xavier, mejor conocido como Profesor X (James McAvoy), perdió su frondosa cabellera. Pero claro que ese no era el objetivo de la entrega más reciente de la cinta de superhéroes de Marvel.
Dirigida de nuevo por Bryan Singer, la película basada en el clásico cómic cuenta con lujo de detalle el surgimiento de Apocalipsis, el primer mutante concebido durante el imperio egipcio, cuando En Sabah Nur decidió que quería postergar su poderío hasta el fin de los tiempos. En su momento el proceso de trasladarse a otro cuerpo no funcionó por aquello de un complot en su contra, entonces el ambicioso monarca vino despertando en los años ochenta, cuando los mutantes andaban por distintos rumbos tratando de reconstruir sus respectivas vidas.
El implacable mutante no está contento con el mundo moderno que encuentra, entonces empieza a reclutar a su banda a la que rápidamente se suman un Ángel Caído (Ben Hardy), Storm (Alexandre Shipp), Psylocke (Olivia Munn) y Magneto (Michael Fassbender), el veterano X-Men, incomprendido por la humanidad, dolido primero por la muerte de sus padres en Auschwitz cuando era niño, y luego por la familia que él mismo formó y perdió en Polonia.
Del lado de los buenos están, por supuesto, la azulada Raven (Jennifer Lawrence), Evan Peters como el siempre carismático Quicksilver, Tye Sheridan como Scott “Cyclope” Summers y su visión de láser, la mentalmente talentosa Jean “Phoenix” Grey -interpretada por Sophie Turner-, Nightcrawler caracterizado por el joven Kodi Smit-McPhee y Nicholas Hoult como el científico inventor Hank McCoy, mejor conocido como Beast.
Toda esta sangre fresca pretende darle nuevos bríos a través de una precuela que muy minuciosamente desarrolla la historia, cuidando cada espectacular efecto visual y auditivo. El problema es que se sacrifica la fluidez de la narración, dejando a los X-Men a medio camino entre el tedio con que DC Comics acostumbra a ser llevado al cine, y sin tener la chispa de otros grupos de superhéroes, llámese “Avengers” o incluso la cinta anterior a ésta: “X-Men: Days of Future Past”.
Si acaso en este sentido se recuerda la escena donde Quicksilver demuestra su habilidad para detener el tiempo y aprovechar al máximo su velocidad mientras escuchamos “Sweet Dreams (Are Made of This)”, el exitazo ochentero de The Eurythmics, pero momentos así son escasos en este largometraje que le apuesta mucho a la capacidad del guatemalteco Óscar Isaac -irreconocible, por cierto- para imponerse como el villano.
Elenco hay, inversión también, una dirección cuidadosa de pequeñeces, por supuesto, pero faltó finalmente la astucia para contar la historia con más agilidad, optando mejor por llevar de la mano al espectador que no conoce muy bien a los X-Men, como si se tratase de una lección a veces no tan divertida. ** y media.
Punto final.- Ahí viene la “Alice” de Tim Burton.