La última nota redactada y firmada por el periodista Francisco Pacheco Beltrán, la tituló “Noche de terror en Acapulco, balaceras, persecuciones y psicosis”. La publicó en el sitio de internet que lleva su nombre, y lo hizo el mismo día que lo asesinaron, el 25 de abril de 2016.
Dos disparos en la nuca le dieron sus asesinos, lo cual indica que lo tomaron por la espalda. Sin verle a la cara, sin enfrentarlo. Eso no haría la diferencia, nada regresaría al periodista con los suyos, con la gente que no se enterará más de sus investigaciones, pero sí refleja la cobardía de quienes desde la criminalidad organizada, atentan contra la sociedad en indistintas formas, drogando a la juventud, fabricando sicarios, sembrando el terror, traficando, secuestrando, extorsionando, matando periodistas.
En este México caracterizado por la corrupción y la impunidad, cualquier ciudadano está vulnerado ante quienes desde el sector corruptor deciden -porque tienen las ventajas para hacerlo- quién muere y quién vive.
El asesinato de personas, la ejecución producto del narcotráfico y el crimen organizado, en México suman 65 mil 209 en los primeros tres años de gobierno de Enrique Peña Nieto. Casi el 10 por ciento de esos crímenes, 6 mil 40, sucedieron en Guerrero, convirtiendo a esa entidad en la segunda más violenta después del Estado de México.
El actual gobernador, Héctor Astudillo Flores, un priista electo en 2015, no ha podido o no ha querido emprender una estrategia efectiva para disminuir la inseguridad en el Estado que administra, mientras los pasos políticos y numéricos que ha dado el Gobierno Federal, solo enviando policías federales o elementos de las Fuerzas Armadas para contener en la forma y no en el fondo la criminalidad en Guerrero, han sido insuficientes.
De esta inseguridad y la creciente violencia informaba el periodista Francisco Pacheco Beltrán en su portal noticioso, en el diario que fundó, Foro Taxco. También laboraba para Radio Capital y era corresponsal de El Sol de Acapulco, de la cadena Organización Editorial Mexicana.
En la última nota que escribió Francisco, reportó: “Una noche de terror es la que se vivió en la zona turística del puerto de Acapulco, por las balaceras registradas en varios puntos de la Costera Miguel Alemán luego de que un grupo armado atacó la sede donde se alojan elementos de la Policía Federal”. No anticipaba cuando programó o descargó su nota para publicarla en línea, que horas después, dos balas acabarían con su vida.
A 245 kilómetros de Acapulco, se encuentra Taxco, cabecera municipal de Taxco de Alarcón. Ahí vivía y ahí ejercía el periodismo Pacheco Beltrán. El 25 de abril de 2016, después de escribir la nota sobre los acontecimientos violentos de una noche anterior, salió de su casa para acompañar a una de sus hijas a la central de autobuses. Cuando regresó a su domicilio, asesinos que no han sido identificados le dieron los dos disparos en la nuca.
De la actividad del periodista y de cómo sucedieron los hechos, han hablado con mayor precisión sus familiares y colegas. Al momento del homicidio su esposa y otra de sus hijas se encontraban al interior de la casa. Ellas no vieron a los asesinos. Escucharon las detonaciones y cuando vieron a su ser querido tendido en el suelo, los matones ya se habían ido. Los colegas de Francisco han hablado de su trabajo. De cómo criticaba a los gobiernos locales, al municipal que encabeza Omar Jalil Flores, al estatal de Astudillo, e incluso al de Peña Nieto cuando cubrió narcotráfico y los acontecimientos de la normal de Ayotzinapa.
La Fiscalía de Guerrero poco ha hecho. La Procuraduría General de la República no ha atraído el caso para su investigación en el ámbito federal y no en el local, donde de hecho corre el riesgo de mayor impunidad.
Xavier Olea Peláez, fiscal de Guerrero, ha designado un encargado para la investigación del asesinato del periodista, pero su premisa no es de respeto para el ejercicio periodístico. En una de sus declaraciones, sentenció sobre una línea de investigación: “Tengo un reporte de que el periodista hacia ciertos ataques a ciertos grupos delictivos, y entonces la reacción pudo haber venido por ahí; es una de las hipótesis. Evidentemente es el trabajo”.
Presumiblemente, el fiscal califica como “ataque” el ejercicio del periodismo. No se sabe que Francisco Pacheco realizara ataques, lo que sí se conoce es de su trabajo periodístico. Pareciera con esa declaración que para el fiscal entonces se trata de un crimen propiciatorio (el término ha sido utilizado ya, en casos de violaciones o feminicidios, por increíble que parezca), es decir, que el comportamiento, la conducta, la actitud y la acción de la víctima propiciaron su muerte, y no el ambiente de inseguridad, violencia, impunidad y corrupción que prevalece en México, particularmente en el Estado de Guerrero.
Con esa simple declaración, se anticipa que el asesinato de Francisco Pacheco Beltrán, como el de un 95 por ciento de los crímenes de periodistas que han ocurrido en México en las últimas décadas, quedará en la impunidad.
A diferencia del gobierno de Guerrero, e incluso del Gobierno Federal que no ha expresado un interés en la solución de este asesinato a un representante de la prensa, y que confirma a México como uno de los países más riesgosos para el ejercicio del periodismo, organizaciones internacionales y nacionales han solicitado a las autoridades mexicanas la investigación y solución del crimen de Francisco.
Carlos Lauría, del Comité para la Protección a los Periodistas, reflexionó: “El ciclo de violencia interminable contra los periodistas mexicanos está devastando a la prensa local… las autoridades federales deben investigar exhaustivamente el crimen estilo ejecución de Francisco Pacheco Beltrán y agotar todos los motivos posibles, incluyendo vínculos con su labor periodística”.
La directora general de la UNESCO, Irina Bokova, condenó el asesinato del periodista y dijo: “Pido a las autoridades que investiguen este crimen, que socava la capacidad de los medios de llevar adelante su trabajo y limita el acceso público a la información”.
En la Sociedad Interamericana de Prensa, mostraron su “Indignación por el ‘doble silenciamiento’ contra los periodistas, producto tanto de las balas como del sistema legal, el que permite la impunidad y la desprotección de los informadores”.
Ciertamente, aun motivos laborales o de un entorno distinto, desligado de la criminalidad, a Francisco Pacheco Beltrán, el periodista, lo ejecutaron en un entorno de corrupción e inseguridad, y lo revictimizan en un clima de impunidad, ambos propiciados por los gobiernos municipal, estatal y federal.
En ese contexto, morir a balazos y en la injusticia, parece ser el destino de muchos mexicanos, sobre todo de muchos periodistas por ser testigos directos de la corrupción y el crimen organizado, y no poder vivir para contarlo.