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lunes, septiembre 30, 2024
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Alfonso López Camacho, 80 años de vida y labor

“En los últimos años el cierre de las librerías en México no es un hecho singular, es el síntoma inequívoco del retroceso intelectual de su sociedad y de un futuro nada promisorio para el desarrollo de la democracia”, refiere a ZETA el propietario de la tradicional Librería El Día

Un personaje que ha determinado el rumbo librero y por lo tanto cultural de Tijuana es indudablemente Vladimiro Alfonso López Camacho, fundador de la Feria del Libro de Tijuana en 1980 y propietario de Librería El Día, que su padre primero estableció en la ciudad en 1963.

Mientras se desarrollaba la XXXIV Feria del Libro de Tijuana, entre el 13 y 22 de mayo de 2016 en las instalaciones del Centro Cultural Tijuana (CECUT), su fundador cumplía 80 años justo el día 15:

“Estaba la Feria de por medio, no fui; ese día me la pasé solo en casa. Le digo a mi familia: ‘Váyanse a la Feria, vayan a comer, mi gusto es estarme aquí en la casa, tranquilo’, es lo que tienes que hacer: hacer lo que te gusta para que la vida te vaya dando ese plus que te quita por otro lado”, cuenta López Camacho.

Don Alfonso se levanta a las seis de la mañana a caminar por los rumbos de Playas de Tijuana, excepto los lunes; regresa, desayuna y después de las diez, acude a trabajar en su Librería El Día, ubicada en Bulevar Sánchez Taboada número 10050-A de la Zona Río.

Luego de las dos de la tarde regresa a su casa, come y disfruta un descanso: “Todos los días hago mi siesta, es otro de mis hábitos, es imprescindible, todos los días de la semana, es una siesta corta, de 10 minutos, esa siesta te lleva a un sueño profundo; ésa es mi rutina inevitable”.

Al sueño vespertino le sigue la hora del café y, por supuesto, no puede faltar, hasta las once de la noche, la lectura de la prensa escrita y sus libros favoritos, entre ellos “El Quijote”:

“Leo todos los periódicos, hasta me llevo El País, leo mucha publicación periódica. También me gusta la novela, pero me gustan más las cosas de ensayo, científicas, las cosas que te conectan con un mundo totalmente indescifrable, física, química, sociología, ensayistas como Zygmunt Bauman, John Ruskin, toda esta gente que habla de cosas que son muy cercanas al ser humano; también me gusta la ficción, soy un lector muy fervoroso de Cervantes, de ‘El Quijote’ sobre todo, es una de mis obras a la que recurro bastante”.

Pero su pasión por los libros viene de lejos.

Alfonso López Camacho

 

“CUANDO LLEGUÉ AQUÍ LA LIBRERÍA ERA UNA CLASE DE NEGOCIO DIFERENTE PARA MÍ”

Alfonso López Camacho, papá de don Vladimiro Alfonso, nace en Lucainena de las Torres, España, en 1908. “Ex seminarista, republicano, intelectual, hombre de izquierda”, tal como lo define don Alfonso en el discurso de recepción del Premio Amoxhua Huehuetzin el 15 de mayo de 2004.

Alfonso López Camacho padre, llega a México en 1945 a la edad de 37 años, exiliándose de los horrores del franquismo; su destino estaba escrito en Tijuana.

Entre 1951 y 1963, su padre administra la industria vitivinícola Cetto, luego los negocios de Paco Ross y posteriormente el restaurante Mitla de la Avenida Revolución. Ante el cierre de dicho comedor, en 1963 Alfonso López Camacho funda la Librería El Día en la calle Sexta, entre Avenida Revolución y Constitución.

Nacido el 15 de mayo de 1936 en Hospitalet de Llobregat, provincia de Barcelona, con apenas 32 años, don Vladimiro Alfonso López Camacho se establece en Tijuana en 1968 para participar en el proyecto librero de su padre:

“Cuando llegué aquí la librería era una clase de negocio diferente para mí; yo había trabajado en el área de administración en España, trabajé en la banca durante muchos años, trabajé en la industria textil también en el área administrativa, trabajé en la industria metalúrgica, entonces traía yo un bagaje, pero desvinculado de los libros, incluso mi entorno, en la casa, no es como el de mucha gente: ‘No, pues yo empecé a leer en mi casa porque había libros’; de eso yo estuve huérfano”.

Alfonso López CamachoAl llegar a Tijuana, se involucra en la empresa cultural de su padre, aunque poco a poco se empieza a hacer cargo de la librería hasta quedar totalmente al mando:

“Cuando yo llegué a Tijuana y ya mi padre vio que yo me consolidaba, él me dijo: ‘Aquí están las llaves, haz lo que quieras’”.

Y lo que hizo don Alfonso fue consolidar su vocación de librero, abriendo sucursales en esta ciudad industrial gracias a la venta de libro de texto en la década de los 70 y 80:

“En términos económicos, el libro escolar se convirtió en la parte sustantiva de la demanda equilibrando las finanzas y propiciando el crecimiento. Las circunstancias allanaron el camino de un proyecto personal que me incordiaba con insistencia ante la inesperada e ingrata experiencia que tuvo mi padre con el local del restaurante, de tal manera que en 1983 la Librería El Día se extiende hacia la Zona del Río de Tijuana”, confiesa don Alfonso  al recibir el Premio Amoxhua Huehuetzin en 2004.

En 1983, inaugura en Zona Río la primera sucursal celebrando los primeros 20 años de Librería El Día; luego, en 1987 abre El Ingenioso Hidalgo en Otay, para después, previo concurso, establecer un local libresco en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) Campus Tijuana.

La crisis de inseguridad y económica de 2008 también trajo consecuencias fatales: don Alfonso cierra en ese año las sucursales de Otay y Calle Sexta porque “ya no eran rentables”. Actualmente, la matriz de Librería El Día se ubica en Zona Río.

Al preguntarle cómo han sido estas más de cuatro décadas dirigiendo la Librería El Día, don Alfonso sostiene:

“El ejercicio del librero no escapa a los vaivenes de la vida, con sus implicaciones económicas, políticas y sociales, de tal manera que podemos hablar de unas décadas de vivencias erráticas, de incertidumbre, de cierta frustración frente a un escenario en el que el desarrollo de la educación y la cultura ofrece un saldo negativo, huérfanas de políticas públicas, con una clara visión de su transcendencia”.

Cuenta don Alfonso que una de las etapas más difíciles como librero fue “renunciar a la idea de prescindir de la venta del libro de texto y de mantener una librería con una oferta orientada mayormente al campo de las humanidades”.

Pero el cierre de sus dos sucursales en Otay y Zona Centro tiene síntomas graves desde la sociedad, tal como ocurre en otras ciudades del país:

“En los últimos años el cierre de las librerías en México no es un hecho singular, es el síntoma inequívoco del retroceso intelectual de su sociedad y de un futuro nada promisorio para el desarrollo de la democracia. Más que nunca, el mercado del libro se reduce y la sobrevivencia depende de un riguroso control de los costos de operación y de su equilibrio financiero”.

 

EL RELEVO GENERACIONAL

Tal como en su momento su papá lo deja a mando de Librería El Día, ahora don Alfonso turna la batuta a su hijo Bladimiro López:

“Afortunadamente y pese a todo, mi hijo Bladimiro, tercera generación, asume la responsabilidad de darle continuidad a la Librería El Día, con la experiencia de sus ya largos años de colaboración y el entusiasmo e ideas nuevas propias del vigor de su edad, frente a los cambios tecnológicos que vienen modificación el universo del libro y la naturaleza de la demanda”.

Don Alfonso reflexiona en este proceso de relevos generacionales luego de 48 años en medio de Librería El Día:

“Lo destacable es de signo negativo, en la medida en que se frustraron las previsiones de crecimiento. A estas alturas de mi ciclo vital tengo la sensación de que la vida (ese relámpago entre dos oscuridades, a decir del poeta) viene siendo secuestrada por un modelo económico que  destruye la civilizada convivencia del ser humano, enajenada por la dependencia absoluta del dinero y, en cierta manera y proporción, participa del desperdicio que impone el consumismo voraz”.

 

EL FUNDADOR DE LA FERIA DEL LIBRO DE TIJUANA

Aunque en años previos hubo diversos esfuerzos porque la ciudad contara con un evento librero, oficialmente la Feria del Libro de Tijuana (FLT), tal como se desarrolla en la actualidad con los libreros tijuanenses al frente, sucede por primera vez en 1980, gracias a la iniciativa y visión de don Alfonso López Camacho.

Alfonso López Camacho“La primera Feria del Libro fue un impulso de la Librería El Día a través de la Unión de Libreros y con apoyo logístico del CODIECLI (Comité para el Desarrollo de la Industria Editorial y Comercio del Libro). La primera y la segunda yo la propuse, yo tomé la iniciativa”, diría a don Alfonso López Camacho a ZETA.

Luego de 34 ediciones del evento librero que fundó, don Alfonso manifiesta:

“Necesario es celebrar la persistencia de una Feria de Libro en la ciudad que llega a sus treinta y seis años de vida, que nace y se reafirma en el empeño de un modesto gremio de libreros, cuyo ejemplo hay que buscar con lupa en nuestro largo y ancho territorio nacional, considerando que en algunas otras ciudades se organizan desde la iniciativa pública, con un claro objetivo político”.

En las ediciones de 2015 y 2016, don Alfonso sólo fue en una ocasión a la FLT, delegando la responsabilidad de Librería El Día en el evento a su hijo Bladimiro:

“Poco a poco me he ido ausentando de las actividades socio-culturales a las que antes prestaba mayor atención, atendiendo a los deseos y prioridades personales del momento; pero mis limitadas visitas a la Feria del Libro no merman mi interés por la misma”.

Luego de diversas sedes de la Feria como la Avenida Revolución, Palacio Municipal, el estacionamiento de Plaza Río y desde 2013 en el CECUT, don Alfonso advierte:

“Desde esa antigua y diversa itinerancia que apuntas, la FLT regresa y parece consolidarse con éxito en ese espacio urbano que ofrece el CECUT, institución que ha demostrado un gran interés apoyando totalmente, desde su eficaz estructura administrativa y humana, la edición de este año, providencial ante la limitada aportación del Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC)”.

Por último, comparte sus expectativas sobre el acontecimiento librero: “La FLT necesita del apoyo institucional para mantener lo que en estos años se ha convertido en el epicentro de una gran fiesta de la cultura, en la proyección de una imagen que enaltece a la ciudad y a los tijuanenses, y en este sentido tengo plena confianza en que el CECUT continuará siendo un protagonista principal, sin menospreciar el interés de una futura administración municipal”.

 

“TIJUANA RESULTÓ MI TIERRA DE PROMISIÓN”

El legado cultural de don Alfonso es invaluable. Cuando se le pregunta si no se arrepiente de haber venido a Tijuana pudiendo haberse quedado en Barcelona, no duda en contestar al reportero:

“No hay motivo para el arrepentimiento. Tijuana resultó mi tierra de promisión, aquí edifiqué mi vida: me convertí en librero, me integré a su vida social y cultural, formé una familia mexicana y espero con curiosidad el regreso a la energía cósmica.

“La sensata aceptación de una realidad inevitable, de que los años se nos vienen encima a pesar de uno, de una vejez que erosiona las facultades físicas y, lo que es peor, el entusiasmo, me lleva a la reflexión de que vivo una etapa de mi vida a la que hay que atender en sus exigencias y sacarles el mayor provecho y goce posible”.

—  Finalmente, ¿qué satisfacciones personales le deja el haberse dedicado a los libros en Tijuana?

“Sentirme útil a la sociedad tijuanense desde la profesión de librero, es la principal satisfacción personal, más considerando que la Librería El Día, fundada por mi padre en 1963, nace con la profunda convicción de la gran importancia de los libros en la formación intelectual del ciudadano”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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