El primero de mayo.
Es un día especial, es de todos y de nadie y dichosos aquellos que cumplen su trabajo con amor, pasión y esmero, sin tardanza ni pereza del cuerpo entero.
Como la creación divina incesante labor de la naturaleza sin pausa ni descanso, que no cesa majestuoso cortejo de vida.
Obrero, artesano, intelectual, profesionista, todos juntos cabemos un cimiento perecedero y altruista que conduzca nuestro anhelo a la conquista.
Les quiero hablar, Señores, del más viejo de los trabajos, voluntaria abnegación de nuestras mujeres, labor de hogar de adicionales deberes.
Que con amor, fieldad y respeto hacen con el tiempo grandes hombres y no lo refieren de esa mujer que en nuestra usencia piensa en nosotros y vislumbra el bien y el mal.
Semilla de mostaza que sienta sus reales en la tierra y extiende sus ramas al cielo dando gracias a Dios.
Les quiero hablar, Señores, del más viejo de los trabajos, de aquel que tenemos en casa de esa mujer, que nunca cruza los brazos.
Quiero respaldar diciéndole al cantor que siga cantando; al doctor, que sigua curando; al profesor, que siga enseñando; al orador del bien, que siga hablando; a los guías de turistas, que no cesen; al obrero, que no canse; al pastor, que a Dios nos siga guiando; al malhechor, que cambie; al actual timbal político, que siga soñando.
Les quiero decir, Señores, que al esfuerzo hay que seguirle los pasos.
Amemos nuestras labores, ejemplemos más a nuestros hijos. Nunca cruzamos los brazos.
Al frente, Baja California.
José Palma Herrera
El Poeta “de la Esquina”