Colaborador de este semanario en una época, murió el mes pasado el compañero Montes. La última vez que conversamos en un grupo de amigos con el profesor Montes fue cuando nos solicitó materiales, información, ideas, memoria y registros de la historia de la izquierda en Baja California y algunas llamadas por teléfono. Le realizarían una entrevista de dos horas en PSN y quería tener los puntos de vista de sus más inmediatos amigos y compañeros, en esa ocasión fuimos unos seis amigos que a botepronto nos convocó en un conocido restaurante de la Zona Río. Y no es porque no supiera la historia de las fuerzas progresistas en esta región del país. Siempre se distinguió en vida por el conocimiento teórico y práctico; tenía más de 50 años de militancia en la izquierda mexicana.
Fue maestro de educación primaria, y licenciado en economía por la UABC. Fue un excelente docente, porque así lo reconocen los mismos padres de familia. En los meses que colaboro en Radio, le llamaban padres y madres de familia, para reconocer su aportación a la Educación Básica en Tijuana y su brillante papel como inspector de Educación Primaria.
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Donde pasó el Maestro dejó huella y hoy la izquierda de Baja California pierde uno de sus mayores talentos, uno de sus mejores ejemplos de preparación, inteligencia y combatividad constante que demostró brillantemente a lo largo de más de siete décadas de vida. Duele a muchos saber de su repentino deceso por una intervención quirúrgica fallida, que partió de un diagnóstico tardío, erróneo que al final no resistió en el ISSSTECALI, donde los médicos y la infraestructura fallaron como en muchos casos y se perdió la batalla.
La memoria me recuerda al maestro Montes, la primera vez en una reunión en el atril del Salón de Actos que tenía el Sindicato Alba Roja justamente frente a la escuela primaria ALBA ROJA, en la avenida Madero entre Cuarta y Quinta, en el centro de Tijuana. Ahí se llevó a cabo una reunión en septiembre de 1973, en tiempos de Luis Echeverría Álvarez, el Halcón del 2 de Octubre y el 10 de Junio, la reunión fue para protestar por el Golpe de Estado en las tierras de Salvador Allende, se debatía la política de asilo a extranjeros que ese sexenio aplicó a los presos y perseguidos políticos del sangriento y fascista régimen del General genocida Augusto Pinochet.
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Lo recuerdo planificando, organizando, convenciendo y caminando en un contingente de una manifestación en la ciudad de Mexicali, con el nada atemperado clima de esa capital de B. C. defendiendo acciones e ideas por una sociedad justa y humana.
El profesor Montes participó en las luchas sociales de su Estado y Ciudad, desde la trinchera de un partido político, de un movimiento o desde la Sección 37 del SNTE, donde fue Delegado Sindical, desde las movilizaciones, manifestaciones, mítines, reuniones, donde siempre permaneció dueño y propio de un discurso lúcido. Quienes lo conocimos lo apreciamos y los adversarios de la derecha, los charros sindicales del gobierno, quizás no lo admiraban mucho, porque les decía sus verdades de manera clara, directa y elegante, pero siempre lo respetaron como un ciudadano íntegro, con argumentos y razón política sólida.
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Pertenece a una generación histórica y valiente que proviene del Partido Comunista Mexicano, hombre de firmes convicciones éticas, impulsor del cambio social, abanderó la democracia, una sociedad justa, libre, donde los trabajadores y trabajadoras manuales e intelectuales que generan la esencia de la riqueza, se regrese parte importante de su esfuerzo entregado con grandes sacrificios.
Ignacio siempre fue de una recia personalidad participativa, generosa, que compartía su tiempo, sus conocimientos, experiencia, el calor de su casa, sus alegrías, sus sueños por un mundo mejor para todos. Con esa imagen grabada nos quedamos del amigo, del profesional de la educación, del sindicalista consecuente, del militante de izquierda que se deslindó por salud política del PCM, PRD y de Morena.
Cuando vio sus vicios, sus desviaciones, y que el proyecto original se desmoronaba por la verticalidad del patrimonialismo, el autoritarismo, el egoísmo social, el dinero, la sinrazón, la doble moral, la simulación, la traición de los principios y programas democráticos, cuando se olvidaron de sus orígenes y se corrompía, se caía el proyecto de la esperanza.
El maestro Ignacio Montes, nunca dejó de practicar la solidaridad de clase, el amor al prójimo, a defender la dignidad como divisa y creer en la lucha social en los movimientos que sacuden y cambian a la sociedad.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: hrgcuellar@yahoo.com
