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lunes, octubre 7, 2024
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A mi maestro J.R.B.

 

Yo no sabía enseñar, y un día lo hice,

así aprendí a estimar a un gran maestro,

que en todas enseñanzas fue muy diestro,

y queriendo que no, mucho lo quise.

 

Y me instruí con él, tanto en la vida,

pues no se puede saber con entereza

ningún dilema de la verdad perdida

que se evapora pronto, ¡con tristeza!

 

Me mostró así lo que había acontecido

en esos años que vivió por mí,

con remembranzas de lo ya vivido,

sin decir nunca, ¡yo te lo ofrecí!

 

Su vivir secular yo lo observaba,

ya que no se verá con fingimiento

la rectitud de un hombre que divaga

enseñando su todo, muy contento.

 

Bastante comprendí en su compañía

andando siempre de su mano expuesta,

a caminar me guio en la vida mía,

si pregunté, ¡fue firme su respuesta!

 

Respuesta dura, pero compensatoria,

porque él nunca se anduvo con sermones,

esto llenó por siempre mi memoria

recordándolo a diario, por su dones.

 

Si algún día le ofendí, hoy me arrepiento,

me pagó con bondad constantemente,

lo confieso con arduo sentimiento,

mas prefiero borrarlo de mi mente.

 

…Y sin disculpas, porque no lo admito,

reitero hasta el final mi admiración,

¡maestro grande, para mí, infinito!,

¡noble enseñante, ¡todo corazón!

 

José Miguel Ángel Hernández Villanueva

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Francisco Navarro Fausto Francisco Navarro Fausto francisco 9 francisco@zeta.com
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