Tercera parte de humanos
representan los infantes,
pero otra tercera, hermanos,
ha sucumbido desde antes.
Un gran porcentaje de ellos,
marginados sin ayuda,
pero también llevan sellos
de traumas y la huesuda.
Los maltratan y los hambrean,
insultándolos les gritan,
algunos también los golpean,
pero nadie los imita.
El niño rebelde actúa
sin medir las consecuencias,
por eso la cacatúa
quiere demostrar sus ciencias.
Estilo desaliñado,
no le interesa el dinero,
tampoco se ha bañado,
es rebelde, peleonero.
La razón de festejarles
es su risa contagiosa,
cara de ángel que mostrarles
y su juventud gloriosa.
Conoce a los Santos Reyes,
cree que la luna es de queso,
le teme al trueno y leyes
injustas si llevan hueso.
Incontables porcelanas
ya rotas por su imprudencia,
no se escapan las ventanas
desafiando la paciencia.
El más veloz de los pequeños
se llama Spirit González,
les da dinero a los niños,
lleva dientes por costales.
A veces se hace el valiente,
pero otras, un gran cobarde,
cuando se le tira un diente
a Spirit hay que cobrarle.
Algunos son muy inquietos,
pero también hay calmados,
quieren controlar el tiempo,
pero me faltan los malos.
Para ellos no existen edades,
se enojan si no hay comida,
demuestran sus cualidades
en cuanto la vean servida.
Inocencia en su mirada,
creen que todo lo que escuchan
siempre es un buen camarada,
le encanta cuando lo cuchan.
Dones que los distinguen
resaltan al tratar con ellos
los primeros que se extinguen
se los lleva un gran destello.
Hay niños muy entusiastas
otros poco retraídos,
invítalos a la fiesta
se sentirán atraídos.
Son los mejores maestros
si de cariño se trata
y los mejores alumnos
cuando el amor los retrata.
Si a tu alcance es educarlos
prepáralo con gran cariño,
que a ti te hubiera gustado
de tus padres cuando niño.
Porque el niño no es culpable
ni de tus traumas y fracasos,
aunque tu odio palpable
te ciega en algunos casos.
Démosles a los pequeños
la razón de la existencia,
mi palabra no la empeño,
enséñales la experiencia.
Por qué no hablaré de la muerte,
demostrarle que la muerte no es fin
porque la materia no muere,
se transforma, genera cambios a sí.
Alimenta nuestra tierra,
crecen árboles y plantas,
la muerte es vida, si viera
oxígeno, por las mañanas.
Los niños son como esponja,
aprenden lo que les enseñes,
a veces también se enoja,
no les gusta los señalen.
La carestía de la vida,
el pago de los servicios,
que el dólar va de subida
y hasta esos malditos vicios.
Les roban a los pequeños,
el tiempo que los eduque
los corrijan con empeño
y les den vida de duque.
Joel Vizcaíno Parra
Tijuana, B. C.