Como parte de las actividades en el CECUT en torno al 30 aniversario luctuoso del autor de “El Aleph”, el amanuense de Borges participará en “Lectura poética. Borges y Neruda” el miércoles 6 de abril y el viernes 8 impartirá la conferencia “El Borges cotidiano”. “Lo que no se ha hecho todavía es un trabajo analítico de toda su obra completa”, refiere el poeta argentino a ZETA
El mundo evoca a Jorge Luis Borges a 30 años de su fallecimiento (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899-Ginebra, 14 de junio de 1986), a través de una diversidad de conmemoraciones en ferias del libro o encuentros literarios, en instituciones educativas o culturales.
En el caso de la frontera norte de México, el Centro Cultural Tijuana (CECUT) implementó en su programación una serie de celebraciones en honor al autor de “Elogio de la sombra” que incluye la apertura de la exposición “Borges inédito” con 25 imágenes de Borges tomadas por Rogelio Cuéllar desde 1973. La cita es el miércoles 6 de abril a las 18:30 horas en el Vestíbulo de la Sala Carlos Monsiváis.
En el ciclo de las rememoraciones también destaca la visita del escritor argentino Roberto Alifano, amanuense del autor de “Los conjurados”, quien durante más de una década auxilió al intelectual que padecía de ceguera a transcribir su obra.
Alifano incursionará en dos actividades en Tijuana: Primero, con la participación del poeta bajacaliforniano Jorge Ortega, Roberto Alifano ofrecerá una lectura en voz alta de obra tanto de Jorge Luis Borges como de Pablo Neruda, el miércoles 6 de abril a las 19:00 horas en la Sala Carlos Monsiváis.
Después, el viernes 8 de abril, a las 19:00 horas, Alifano dictará la conferencia “El Borges cotidiano”, también en la Sala Carlos Monsiváis; en ambas actividades la entrada es libre al público en general.
Borges, entre “el sentido de la belleza y el sentido de la expresión”
Antes de presentarse el 13 de abril en la Capilla Alfonsina de la Ciudad de México, Roberto Alifano (Argentina, 1943) compartirá en Tijuana su experiencia al lado del célebre Jorge Luis Borges.
Poeta, narrador, ensayista y periodista, Roberto Alifano es autor de obras como “Borges, biografía verbal” (Premio de la Crítica Española, 1987), “El misterio Shakespeare”, “Borges y la Divina Comedia”, “Borges diálogos esenciales”, “El humor de Borges” (1996), “Tirar manteca al techo” (2009).
En su obra poética figuran títulos como “De sueños y caminantes” (1967), “Revoque grueso” (1972), “Haikus y Tankas” (1974), “El espejo infinito” (1977), “Sueño que sueña” (1981), “Los números” (1989), “Donde olvidé mi sombra” (1992), “De los amigos” (1997), “Este río del invierno” (1998), “Alifano poesías” (2004), “El guardián de la luna” (2005) y “Cantos al amor maravilloso” (2006).
Antes de incursionar en sus actividades en el CECUT, Roberto Alifano concedió una entrevista vía telefónica a Semanario ZETA donde confesó algunas memorias que conserva celosamente de su amigo.
“A Borges lo conocí a principios de los años 60 en Buenos Aires, luego tuve el honor, el gusto, de trabajar con él durante más de 10 años, eso fue ya a principios de los años 70, hasta el último día que estuvo en Buenos Aires, en 1985”, dice Alifano al reportero.
“Lo conocí por mi amor a la literatura, yo lo había leído desde muy chico y después tuve la oportunidad de estar con él y fue realmente algo asombroso, pero después tuve la oportunidad de trabajar con él durante diez años y eso creo que es un don que le debo a la vida, es algo que me ha regalado la vida; trabajar con Borges equivalía a mucho tiempo de aprender por uno mismo, era realmente un maestro extraordinario”.
— ¿Cuál fue la función principal de Usted con Borges?
“A mí me gusta decir que he sido su amanuense, más que su secretario; porque yo lo que hacía era registrar esos dictados que Borges hacía; Borges, a partir del año 1965, que quedó ciego, ya no pudo leer, entonces necesitaba a alguien para transmitirle sus dictados.
“Yo le leía, porque Borges era esencialmente un lector. Hay una frase que dice él en un poema que es muy bello y que lo refleja muy bien a Borges, dice: ‘Que otros se jacten de los libros que han escrito, yo me enorgullezco de los que he leído’”.
— ¿Cómo era el proceso de transcripción del dictado de Borges, sobre todo en la etapa de corrección, revisión y el punto final a una obra?
“Borges era un hombre de una memoria formidable, era realmente descomunal la memoria de Borges, yo creo que esa memoria está reflejada en el cuento ‘Funes el memorioso’, uno de los cuentos más conocidos de Borges.
“Borges, cuando dictaba algo, ya lo tenía resuelto en su maravillosa memoria, y lo dictaba casi sin errores; si bien es cierto que corregía, cuando dictaba algo lo dictaba de una manera digamos automática, ya él lo había registrado, lo había pensado quizá varias veces; y después cuando dictaba lo dictaba con toda naturalidad; era maravilloso el sistema que había encontrado Borges para poder trabajar a pesar de su ceguera”.
— ¿Cómo era la disciplina de Borges en su proceso escritural considerando su ceguera?
“Yo trabajaba todas las mañanas con él, trabajábamos desde las 9:00 de la mañana al medio día; por lo general almorzábamos juntos, y por la tarde Borges descansaba, a veces pronunciaba alguna conferencia, a veces teníamos diálogos públicos; yo dialogué mucho con Borges, y en alguna oportunidad, cuando estuvo en Buenos Aires, lo hicimos también con ese gran escritor que fue Juan José Arreola. Yo tuve también la suerte de haber conocido a Juan José Arreola, que me parece otro escritor maravilloso, otro escritor mágico de la literatura fantástica”.
—Más allá de la figura del poeta e intelectual y a propósito del libro de Usted “El humor de Borges” (1996), ¿cómo era “el Borges cotidiano” cuando no estaba frente a las cámaras, periodistas o ante un público?
“Borges era una persona muy amena, con muchísimo sentido del humor. En ‘El humor de Borges’ (1996) están todas las anécdotas que yo recogí de Borges en ese tiempo en el que trabajé con él, era un hombre muy divertido.
“La gente tiene la imagen de un Borges muy intelectual, muy introspectivo, pero no, Borges era una persona muy divertida, un hombre que le gustaba hacer bromas, que le encantaba hablar de sus colegas y sobre todo, como le decía, hacer bromas sobre sus colegas”.
— ¿De qué hablaba Borges cuando no hablaba de literatura?
“Si bien era un ser literario, porque eso es cierto, era un hombre que vivía en función de la literatura, todo su modo de ser, todo su diálogo, toda su conversación tenía que ver con todos los aspectos de la vida, era un hombre que se interesaba por todo, un gran curioso, un hombre con una curiosidad extraordinaria y que, bueno, todo lo relacionaba con el arte de la literatura, que era su pasión, era lo que le justificaba esencialmente la vida”.
— ¿Cuáles eran los defectos de Borges?
“Yo no diría que Borges tenía defectos, yo diría que esencialmente tenía virtudes, era un hombre lleno de virtudes, y sus virtudes eran esencialmente literarias. Cuando alguien me pregunta qué libros yo le puedo recomendar de Borges, yo siempre recomiendo la obra completa, Borges es un escritor que mejor está representado en su obra completa; todo está escrito en un mismo registro, desde los primeros hasta los últimos libros.
“Borges era un hombre muy espontáneo, un hombre que vivía muy intensamente su presente, le encantaba jugar con las palabras, yo creo que ahí está uno de los grandes secretos de Borges, era un hombre que tenía un amor entrañable con la palabra y con el arte de la literatura”.
— ¿Pensaba Borges en el Premio Nobel de Literatura cada año en los días previos al anuncio de la Academia Sueca?
“Sí. Yo creo que le hubiera gustado a Borges que le otorgaran el Premio Nobel de Literatura, pero sabemos que el Nobel de Literatura está muy relacionado con la cosa política; y Borges en materia de política era bastante imprudente, eso hizo que lo fueran postergando y que no se lo otorgaran; pero yo creo que si hay un escritor que se merecía el Premio Nobel de Literatura, ese escritor es Borges, ¡indiscutiblemente!”.
— ¿Cómo ubica Usted a Borges en la historia de la literatura universal?
“Yo creo que Borges fue el escritor más importante del Siglo XX. Yo siempre digo que haber conocido a Borges es como haber conocido a Shakespeare, Cervantes o a Quevedo, era el equivalente de los grandes genios de la literatura de todos los tiempos; son esos escritores que aparecen quizá, no sé, cada 200 años en el arte. En el caso de Borges es un fenómeno muy especial, verdaderamente uno de los escritores más grandes de todos los tiempos”.
— ¿Cómo definiría la obra de Borges?
“Borges es el único escritor que justifica la obra completa. Borges era esencialmente un poeta, y toda su obra está relacionada con su sentido estético, con su sentido poético, es un poeta de la prosa; Borges puede escribir un ensayo, un artículo y todo tiene un sentido poético, yo creo que por ahí pasa esencialmente toda la obra de Borges, por su sentido estético de la palabra”.
— ¿Cómo lidiaba Borges con cosas como la fama?
“Yo creo que si había alguien a quien muy poco le interesaba la fama, yo diría que nada, es a Borges. Borges tenía un muy bien ganado prestigio que, digamos, se diferencia bastante de la fama, porque prestigiosos pueden ser muy pocos, famoso quizá puede ser cualquiera”.
—A propósito de los espejos como uno de sus temas en su obra, ¿cómo se veía él mismo como poeta?
“Bueno, yo creo que los espejos son unos de los grandes temas de Borges, como usted dice; hay una línea de Borges muy interesante para tener en cuenta, que está en ‘Tlön, Uqbar, Orbis Tertius’ que dice: ‘…los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres…’; los espejos era uno de sus temas literarios como lo fueron los tigres, los laberintos”.
— ¿Cómo influyó Borges en la obra de Usted?
“Yo no sé si alcanzo a tener una obra; yo diría, como Borges, que lo mío son una serie de borradores que me he atrevido a publicar; y bueno, a Borges lo atraían ciertos temas que a mí me interesan mucho como los sueños, los amaneceres, los crepúsculos y, bueno, también el sentido estrictamente literario de cada texto.
“Si uno ama a la literatura, siente un afecto entrañable por la literatura, esencialmente se deslumbra con la obra de Borges; en mí influyó muchísimo, yo diría que en casi todo, de todas maneras uno debe encontrar en la literatura su propio camino, a mí me costó bastante poder alejarme de esa influencia de Borges, sobre todo habiendo estado tan cerca de él durante tanto tiempo”.
— ¿Qué fue eso que tanto le influyó de Borges y que intentó alejarse?
“Bueno, el sentido de la belleza, el sentido de la expresión, el sentido esencial de belleza que hay en cada texto de Borges, es un escritor admirable en todos los sentidos; como decía André Gide: ‘la forma es un poco el fondo que siempre sube a la superficie en cada texto de Borges’.
“Borges es un escritor formal, un escritor que se maneja con elementos básicos de la literatura. Borges escribía sonetos, escribió siempre su poesía con rima y decía que para escribir en verso libre había que tener la precaución de ser un Walt Whitman o un Neruda”.
— ¿Cómo superó Usted la muerte de su amigo Borges habiendo convivido más de una década con él?
“Para mí fue muy dolorosa la muerte de Borges. ¡Imagínese!, yo tenía una relación casi familiar con él, yo trabajaba todos los días con Borges, fue una pérdida muy grande, fue un maestro que realmente me enseñó mucho y que me influyó mucho y, bueno, la desaparición de Borges fue una gran desolación para mí. Yo tengo muchos trabajos escritos sobre Borges y, bueno, eso me ayudó a superar esa pérdida literaria tan grande”.
—Finalmente, aparte de leerlo, por supuesto, ¿cuál es la deuda más grande que tenemos con Borges?
“Yo creo que la deuda más grande con Borges es seguir evocando a ese titán de la literatura universal, seguir evocándolo y estudiándolo como corresponde, y leyéndolo debidamente; porque la lectura de Borges es una enseñanza permanente, es una enseñanza constante, eso, yo creo que no cabe duda. Lo que no se ha hecho todavía es un trabajo analítico de toda su obra completa, ese trabajo crítico seguramente se hará en algún momento”.