Es una serie de imágenes impresionantes. Todo luce impecable, cada gesto aún perceptible en la máscara del hombre murciélago, el abdomen perfectamente moldeado del hombre de acero.
Pero una película no es una sucesión de imágenes perfectas, implica una narrativa que fluya, personajes bien definidos con motivaciones que expliquen su actuar. Aunque sean superhéroes de DC Comics y con eso baste para que cualquier cinta basada en sus aventuras se venda sola.
Eso es lo que constantemente se les olvida a quienes han tenido en sus manos la aparentemente nada fácil tarea de volver a contar quiénes son los protagonistas de la Liga de la Justicia para la gran pantalla y ante las nuevas generaciones de seguidores potenciales.
Ya sabemos que Marvel no tiene problemas con este reto, pero con DC y este largometraje ha sucedido otra cosa.
En primer lugar tanto Batman como Superman ya están aquí algo maduritos. Ben Affleck tiene las sienes encanecidas y un buen colmillo como justiciero en la Ciudad Gótica. Incluso Jeremy Irons como “Alfred” –la mano derecha de “Bruce Wayne”– no aparenta la edad que debería tener para ser el mentor del taciturno ricachón ya entrado en años.
Por su parte Clark Kent es un veterano del Daily Planet que se ha hecho famoso en el mundo por sus múltiples apariciones desde los cielos, enfundado en ese traje que el británico Henry Cavill luce tan bien. Su relación con Lois Lane (Amy Adams) también está más que cimentada.
Y luego está la rivalidad que surge entre estos dos personajes a raíz de la destrucción de las propiedades de Wayne cuando una nave espacial de pronto quiso aniquilar a la humanidad. El problema es que sabemos que Batman desconfía de Superman porque nos lo dice una y otra vez, no porque nos lo hace sentir.
En otras palabras, la enemistad no convence porque el guion de David S. Goyer y Terrio está lleno de vacíos, de sub tramas que pretendieron ser enormes y se quedaron a medias a lo largo de tal vez una hora y cuarenta minutotes de parsimonia de las dos horas y media que dura esta cinta.
Mientras de nuevo se explica el pasado de Batman y se dan detalles del origen de Superman Jesse Eisenberg entorpece como un Lex Luthor demasiado joven para los protagonistas, y forzadamente loco como antagonista parlanchín.
Con su característica frialdad Cavill le abona poco a su papel, Amy Adams se te olvida que está ahí y a Affleck, bueno pues, le falta cuello, le sobran hombros y de emoción aporta cero a un personaje que termina reducido en un aparatoso traje con ojos iluminados. Ni que fuera Ironman.
Rumbo al clímax la situación se compone cuando las maldades de Luthor se materializan con la criptonita que se roba y la transforma en la base de un monstruoso experimento que parece indestructible.
Con el adelanto étnicamente correcto de Erza Miller como “Flash” Gordon –Miller tiene raíces asiáticas–, una Mujer Maravilla que parece latina pero presume acento de Europa del este con la interpretación de Gal Gadot, Jason Momoa como Aquaman y el afro-americano Ray Fisher como Cyborg esperemos que los creadores de DC Comics aprendan la lección que el director Zach Snyder pasó pero de panzazo solo por el final. **
Punto final.- A ver si el “Suicide Squad” cumple lo que el tráiler promete. Lo sabremos hasta el 5 de agosto.