Doble contra sencillo a que en México, nadie. No hace falta ser un adivino para calcular tan previsible resultado, pues vivimos en el país de la impunidad.
Panamá Papers ya le costó el cargo al primer ministro de Islandia; los escándalos de corrupción en Brasil tienen al santísimo Lula con un pie en prisión y al gobierno de Vilma tambaleante; en Guatemala el ex presidente destituido sigue en chirona acusado de contrabandear tres millones de dólares en mercancías; en Perú todavía Fujimori ruega por su liberación.
Cuando me trasladé a la ciudad de México para estudiar mi licenciatura, vivía en un barrio aledaño a Coyoacán. Me gustaba visitar su plaza principal, comía esquites, nieve y el mejor pozole del país en su pintoresco mercado, para llegar ahí tomaba la calle de Francisco Sosa y pronto conocí la casa del león rojo, propiedad del entonces presidente Miguel de la Madrid Hurtado, aquel que prometía la renovación moral pero que su enorme mansión delataba corrupción.
Sobre esa misma calle, aún más grande, también estaba la casa de Jesús Reyes Heroles, el político intelectual que inició nuestra transición democrática. Visité también casas de compañeros de la facultad cuyos padres eran secretarios de estado o ex gobernadores, todas mansiones. Si paseaba por Las Lomas podía ver la imponente mansión de Cárdenas; si por el periférico, la de Ávila Camacho; si por la salida a Querétaro, la colina del perro del ex presidente López portillo. Miguel Alemán le heredó a su hijo una gigantesca fortuna por todos conocida. De Salinas todos escuchamos cuando su hermano incómodo le adjudicaba la propiedad de los millones de dólares por los que estaba en la cárcel y de cuya ilegal propiedad salió absuelto, también producto de ese escándalo. Los mexicanos conocimos la casa del ex presidente Díaz Ordaz, toda vez que Raúl Salinas estaba casado con la ex nuera del presidente genocida, y supimos de la existencia en sus grandes sótanos, de enormes cajas fuertes vacías.
Salvo el mayor de los Salinas, ninguno de estos personajes estuvo cerca de pisar la cárcel, de hecho, algunos cuentan con la admiración de millones de mexicanos, irónicamente, recientemente presenciamos cómo el estado estuvo a punto de encarcelar al más austero de los políticos mexicanos de alto perfil, al que vive en un departamento de interés social, acusado de tratar de hacer una calle para un hospital, contra él, los poderes del país de la corrupción y la impunidad se esmeraron en desaforarlo e impedir que llegara a la presidencia.
Hoy gobierna México, impunemente, un corrupto desfachatado, exhibido por sus mansiones blancas y la otorgación de contratos multimillonarios a sus amigos, pero afortunadamente, aunque aún vivimos inmersos en la impunidad y la mayoría de los medios de comunicación nacionales siguen controlados por el estado, la magia del internet permite que periodistas honestos y valientes puedan desenmascarar a nuestra clase política corrupta y frívola, y fuente ovejuna ya puede expresar masivamente el desprecio que siente por ella sin correr el riesgo del garrote o la cárcel.
No tengo duda de que esta situación, tarde o temprano terminará por edificar un estado de derecho que impida que el delincuente que vive de y en la política, visite prisión por sus fechorías.
Por lo pronto, dispongámonos a disfrutar y sufrir con la devoción de un mártir, la información de Panamá Papers, que contadísimos medios escritos como el prestigiado semanario ZETA nos presentan, no nos queda de otra, por lo pronto.
Jesús Alejandro Ruiz Uribe fue dirigente del PRD en Baja California, ex diputado local por el mismo partido y actualmente es Rector del Centro Universitario de Tijuana en Sonora. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com