Mucho se está hablando si en México las mujeres estamos preparadas para gobernar. Y solo mientan y mientan a algunas que por sus escándalos y aprovechamientos sobresalen a las demás.
¿Pero por qué no mientan a las buenas? También hay mujeres honestas y sobre todo discretas.
¿Por qué siempre se promocionan lo malo y no lo bueno?
Que si la Gordillo, ¿o ya Morales?
Que si la Sahagún, ¿cambiará a López?
Que si la Paredes, ¿la brincará?
Que si la Vázquez Mota dando consejos para domesticar a los maridos, ¿ella ya lo tendrá?
Que si la Ibarra, ¿ya le saldrá bien el chocolate?
En fin, tantas y tantas que no hay día que no salga una en noticiarios, revistas y periódico, ¿los pagarán ellas? De dónde.
¿Por qué no formar su propia imagen? ¿No pueden solas? ¿Serán copias de los hombres que siempre necesitan una mujer que los empuje? Si necesitan asesoría por favor consúltenme, tal vez las pueda ayudar a ser Ustedes mismas si no están muy maleadas. Y a la que le venga el saco que se lo ponga.
Bueno, ya basta de medias palabras, vamos al grano.
Hay muchas mujeres preparadas en toda la república, que verdaderamente ya han gobernado, desde las trincheras de los hogares, la célula familiar que compone todo el país. Sin glamour, sin ropas caras, sin reflectores, pero, eso sí, con mucho corazón, honestidad y discreción. ¡Sí! Ésas son las verdaderas mujeres que deben gobernar.
La esfera del poder ha de ser terrible, pues todos los que ahí han llegado pierden sus principios y se dejan llevar por la corriente de la tentación al dinero, poco les importa gobernar, solo piensan en signos de pesos, ¿verdad?
Sería algo diferente la gobernabilidad de una mujer para todos. Dejemos a un lado a los aduladores que son los verdaderos ‘ganones’. Y también la Iglesia a su trabajo de salvar almas empezando por ellos mismos, ¿verdad, Zepeda?
¡México, creo en ti!, que salga ese grito desde el fondo de nuestros corazones. Y adelante, ¡saquemos al buey de la barranca!
¡Viva México!, camiones, claro que podemos, ¿verdad, Eloísa?
P.D. Cuidado, Señor López Obrador, con una tal Martha, a lo mejor cambia de partido y, por qué no, hasta de marido.
P.D. 2. Gracias, Adela. Felicidades.
Concepción Tinajero J.
Ensenada, B. C.