Ayer por la noche, miles de brasileños se manifestaron a favor de la presidenta Dilma Rousseff y de su nuevo ministro Luiz Inacio Lula da Silva, quien también fue su antecesor, ambos blancos de la justicia local por supuestos señalamientos de corrupción.
Miles de simpatizantes que portaban banderas rojas del Partido de los Trabajadores (PT), inundaron las calles de 25 estados de aquel país y de importantes ciudades como Sao Paulo, Rio de Janeiro, Brasilia y del noreste, bastión de Lula.
Esto sucedió luego de dos días consecutivos de marchas en contra del oficialismo. El domingo pasado, casi 3 millones de personas salieron a las calles reclamando la salidad de Rousseff del poder.
“¡No al golpe!”, respondieron ayer los simpatizantes de Lula, en referencia al proceso de destitución de Rousseff que ya está siendo debatido en la Cámara de Diputados.
Lula, investigado a su vez por presunta ocultación de bienes en el marco del escándalo Petrobras, asistió a la marcha de Sao Paulo, la ciudad donde en los años 80 el entonces líder sindical dirigió las huelgas contra la dictadura militar.
“Me volví otra vez Lulinha paz y amor [en referencia a su lema de campaña en 2002]. No voy [al Gobierno] para pelear, sino para ayudar a Dilma a hacer las cosas que tiene que hacer y sin pensar que aquellos a los que no les gustamos son menos brasileños que nosotros”, dijo el ex Presidente ante cerca de 100 mil personas en la avenida Paulista.
En la mañana del viernes, la Policía tuvo que desalojar con manguerazos y gas lacrimógeno a un grupo de manifestantes antigubernamentales que habían acampado en la avenida para evitar la marcha a favor de Lula da Silva.
Mientras tanto, la Presidenta Rousseff criticó lo que consideró como una politización de las investigaciones y los órganos responsables de combatir la corrupción: la Policía, la Fiscalía y el poder judicial.
En concreto, la Mandataria afirmó que no es válido grabar las conversaciones telefónicas del Jefe de Estado sin una autorización del Tribunal Supremo brasileño.
“En muchos lugares, quien pone escuchas a un Presidente es arrestado si no tiene autorización de la justicia”, manifestó Rousseff en referencia a las grabaciones telefónicas entre ella y Lula que fueron ordenadas y difundidas al público por el juez Sergio Moro.
También ayer, el Supremo Tribunal Federal (STF) brasileño puso en suspenso nuevamente el nombramiento de Lula como ministro de la Casa Civil de Brasil. Un magistrado de este tribunal, alegando que Lula se esconde en el cargo para huir de la justicia gracias a que como ministro goza de mayor inmunidad, anuló cautelarmente el nombramiento, devolviendo la jurisdicción del caso al juez Moro.