¿Dónde están las comisiones de Derechos Humanos?
Los médicos hombre y mujeres residentes en los hospitales públicos viven desde hace décadas, si no es que desde siempre, una historia de abusos y atropellos a sus derechos humanos.
No es peor quizás que la vida en un cuartel con militares ajenos a disciplina constructiva de capacidad de trabajo, carácter y la energía y más cercanos al abuso y la violación de las necesidades más elementales como seres humanos y trabajadores de la salud. Situación que a grandes rasgos quiero comentar y denunciar porque es algo de lo que nunca se habla como si estuviera prohibido, sancionado o se temieran graves represalias que intimidan hablar públicamente, por perder oportunidades de trabajo, de ver truncada en el último momento su noble carrera de salvar vidas y recuperar la salud de sectores sociales marginados de los altos costos de la medicina privada.
Porque además de ser un abuso crónico para los egresados y egresadas de esta importante profesión, es un mega atropello simultáneamente para la población de pacientes que usamos los servicios donde hay médicos residentes, que están realizando sus prácticas profesionales después de concluir sus currículos. Los que deciden estudiar medicina, tienen por ley que prestar sus servicios en un nosocomio por al menos 12 meses. Ahí llegan a ser una especie de soldados rasos o peones de los médicos residentes que tienen mayor antigüedad. Los R1 están al servicio de los R2 y R3 y de sus jefes especialistas de piso.
Por salarios irrisorios de 8 ó 10 mil pesos mensuales realizan guardias de 24, 36 o más horas. Jornadas continuas, muchas veces sin dormir y malcomidos. Si por algún motivo, justificado o no, son sancionados se les aplican castigos por 8, 12 o más horas, sumadas a las guardias que se acostumbran. Esto no solo viola los derechos sustantivos y el sentido común.
Porque de manera importante, pone en peligro a los pacientes que se ponen en manos de médicos que están soportando un tremendo desgaste físico y mental, con el consecuente estrés y cansancio que afecta la calidad de sus servicio de consulta, cirugía, valoraciones, interpretaciones de resultados, curaciones, y decisiones que potencialmente pondrían en riesgo la vida de sus pacientes. Los que suman miles o millones si los vemos a nivel nacional. Si esto sucede en todos los hospitales del mundo, podríamos explicar porqué las fallas y errores médicos que ocasionan graves consecuencias en los pacientes.
Primera premisa: no hay voluntad de priorizar recursos públicos para apuntalar las necesidades de salud de la población precaria. Porque prefieren gastar el dinero en frivolidades: el avión de más de 7 mil millones de pesos, la Casa Blanca de “La Gaviota”, gastos en publicidad que solo mienten, los contratos con moches de HIGA, viáticos de reyes, sueldos injustificables, por el fracaso de las políticas del PRIAN. O financiar partidos políticos paleros parasitarios.
Tienen prioridad la política de sueldos estratosféricos del sistema burocrático judicial, alimentar la corrupción, orientar el erario a muchas instituciones parasitarias, banales, inútiles, improductivas, contraproducentes, demagógicas de simulación y engaño, que consumen sin sentido lo grueso del presupuesto.
Este barril sin fondo es y ha sido lo prioritario para Peña Nieto, Calderón o Fox y demás presidentes, por encima de contratar más médicos o estimular y propiciar más la vocación de médicos para generaciones más numerosas y de reforzar la calidad en las universidades.
Segunda premisa: de que los médicos recién egresados tienen miedo por las represalias de que son capaces los altos mandos para neutralizar la organización y defensa de los trabajadores de la salud. De que se trunque su carrera por organizarse para defender su condición humana y con unidad, corregir un sistema que abusa de su condición vulnerable de novatos.
Una tercera premisa: que los colegios de médicos, los más cercanos a esta problemática, el sindicato de trabajadores de la Secretaría de Salud, ignoran y no protegen al personal médico ni a los pacientes que son tratados por zombis que no duermen en días y sin embargo atienden consultas, operan, curan o recetan en condición de un enorme agotamiento.
Lo grave es el silencio del sector médico, símbolo de cultura, crítica, rebeldía, energía y audacia, que están invalidados en construir una estructura de defensa de derechos fundamentales.
La ausencia de una organización que denuncie y rectifique este grave atropello y los efectos gravísimos en la población que acudimos a los hospitales donde están los cientos y cientos de médicos residentes en una situación de semi esclavos.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana
Correo electrónico: hrgcuellar@yahoo.com