Actualmente ningún partido político inspira su lucha social y política en alguna filosofía, más bien se cuadran y basan su acción general con base en las breves doctrinas económicas; por eso cuando llegan al Congreso o a cualquier dependencia de Gobierno, encuentran la exigencia de actuar como comerciantes bajo un capitalismo liberal, que les exige toda la atención y todo el apoyo económico en beneficio del comercio de los ricos.
Hubo un partido político que sí inspiraba su lucha en la filosofía social de la Iglesia y pretendía trabajar mediante una economía de mercado pero con carácter social: tal vez por eso perdimos el registro, no tuvimos representantes de casillas y bastantes votos perdimos. Por eso –y porque Salinas estaba perdiendo con Cuauhtémoc, tres partidos perdimos el registro.
Tomar la política como un compromiso de servicio en beneficio del pueblo como bien común es algo inusual, nadie lo acepta ni lo busca, tampoco el pueblo lo exige, hay apatía política y social, hay poco interés por trabajar, ya porque les pagan poco o porque les exigen más escolaridad de la necesaria –porque en su región es una fantasía; finalmente se prestan para contaminar las calles en las grandes ciudades– y así sobreviven.
La escuela política debe empezar en el seno del propio partido político, agrupación o asociación; la propia militancia debe capacitarse desde el principio como en una familia, donde los padres son la primer autoridad educativa, sembradora de principios morales, donde se alimente el fervor patrios: que en cada rancho o ciudad o colonia se involucre la militancia la militancia en los cuidados y servicios de su comunidad, para cuando lleguen a la edad ciudadana, cada persona física busque su pronta postulación a un puesto de elección popular según su preparación para que pueda cumplir y al término de su encargo se enrole en la escuela de política, con miras a la vez, a capacitarse para ocupar un puesto más elevado.
Vicente Martínez Méndez
Tijuana, B. C.