Leí en el periódico Frontera este 21 de marzo, una columna llamada “Termómetro mental”, escrita por el Psiquiatra Ricardo Menéndez, donde trata el tema titulado “Por qué un no a la tauromaquia”.
El Señor Menéndez pide la reflexión al pleno de los diputados de Baja California. De que con qué criterios científicos o intelectuales pretenden decidir la prohibición de la milenaria tradición de la tauromaquia o corridas de toros. Cuando se trata de su tradición y cultura.
Pues bien. Para empezar. Aquí no se deben argumentar los criterios científicos ni intelectuales de los Diputados de Baja California. Tampoco tiene nada que ver dar a influenciar en los votos electorales como lo hace ver el Señor Menéndez.
Los Diputados de Baja California respetan la ley dentro de su civilidad política, en acatamiento a la declaración universal de los derechos de los animales decretada por la UNESCO el 15 de octubre de 1987 y posteriormente ratificada por la ONU.
En el artículo de dicha declaración se encuentran propuestas como: Todos los animales tienen derecho a la atención y a la protección del hombre; Ningún animal será sometido a maltratos ni actos crueles; Todo animal tiene derecho al respeto.
El Señor Menéndez parece haber olvidado que estamos en pleno siglo XXI.
La historia está llena de crueles tradiciones y patrimonios culturales. Pondré de ejemplo el coliseo romano. Éste es un patrimonio cultural. Sin embargo, ya no se arroja a nadie a los leones. Y las fiestas taurinas que nos heredaron los españoles siguen siendo una vergüenza para a los que aún nos queda de eso.
Pues la atrocidad, el sufrimiento y la agonía de un ser vivo para disfrute de los humanos son suficientes razones para erradicar tal aberración. No se puede ser tan primitivo e incivilizado.
El Señor Menéndez debería de reflexionar como psiquiatra que es. Que los que practican el deporte del box tienen el poder de razonar y saben de antemano las consecuencias del mismo. Lo contrario de los toros. No razonan y son martirizados sin su consentimiento. También menciona que no hay estudios científicos que demuestren que la crueldad en las corridas de toros tenga efectos negativos sobre la mente del espectador. Y que en este país de descabezados es infantil preocuparse por esta violencia.
Con estas declaraciones el mismo Señor Menéndez está demostrándonos que la violencia en todas sus formas, sí tiene impacto negativo en las conductas humanas, y tan grave es que condiciona la mente humana a perder su capacidad de asombro ante tales atrocidades. Como es su caso.
“La cultura de un pueblo se mide por la manera en que sus ciudadanos tratan a sus animales” (Gandhi).
Lamentablemente la cultura ya no busca ilustrar a un pueblo y refinar sus costumbres, sino seducir al público.
El Señor Menéndez también aduce en su columna. Que no le cabe la menor duda de que los animalistas estamos “traumados”. Pero en realidad lo que nos trauma a nosotros los animalistas es que no exista un termómetro mental que mida la razón o el juicio, que es la única cosa que nos distingue de los animales. Dios nos dio el don de razonar, pero no para abusar y matar a los que no se pueden defender.
P.D. La autora se dedica al hogar y ejerce dentro del mismo.
Atentamente.
Armida Saralegui